La Comisión Nacional de Espectáculos Públicos anda en malos pasos. Se propone limitar en YouTube dizque lo vulgar de la música urbana, una primera acción con la que se comenzaría a trillar el delicado camino de imponer cortapisas a la libre expresión. Hoy será la presunta obscenidad de esas letras; mañana prohibiría palabras que entienda “ofensivas” contra el presidente de la República y así sucesivamente cualquier otro capricho. Ojo al Cristo, pues ya el Gobierno ha enviado señales de trabas a la actividad de los medios de comunicación. Que apunten para otro lado. El que se sienta agraviado por la música o por una opinión, que se ampare en los tribunales de justicia. O que utilice una vía más expedita: usar el control o mover el dial.

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