Una semana de sobresaltos
Semana de fuertes encontronazos y un respiro general. La renuncia a la reforma fiscal cayó muy bien aunque levantó mucha preguntas. Si estamos tan bien y no hace falta mayor esfuerzo… ¿por qué durante años nos han tratado de convencer de lo contrario? ¿No era “impostergable” ese pacto fiscal, que no era necesariamente una subida de impuestos sino una reformulación integral del sistema?
Pero lo que pasó esta semana en el Congreso fue más inesperado que la alocución presidencial. Diputados y senadores decidieron dar una demostración de fuerza desproporcionada. Unos, porque evidenciaron un concepto de su labor política diametralmente opuesto a la idea de cambio por la que se les votó. El clientelismo y el dinero son la base y la meta de su “vocación de servicio”. No hay evolución ni la va a haber.
¿Y qué pasa realmente en el Senado? “Hoy me levanto de mal humor y apruebo en primera lectura quitar las exenciones fiscales a todo el mundo.” Un desafío (¿inesperado o no tanto?) al sector privado en todas sus ramas, a la prensa, a los diputados … y al presidente. ¿Por qué están tan inquietos los senadores? Del barrilito y su injustificada existencia se ha hablado mucho y desde hace tiempo. Lo que quisieron dejar claro es que se atreven con todo y cuando quieran. Aviso a navegantes y faltan casi tres años.
Hablando de recortar gastos y mirar con lupa… ¿qué va a hacer el país con el 4%? ¿Seguimos apostando a alimentar un esquema de gasto que no ha dado los resultados perseguidos y que seguirá tragando cantidades astronómicas de dinero? El PIB seguirá creciendo cada año (lo que es una buena noticia) y Educación seguirá recibiendo más y más (lo que no es tan buena, visto lo visto).