Violencia
La sociedad discute estos días sobre la violencia que se respira en la vida diaria. La tensión y agresividad en un tráfico saturado, el miedo a ser asaltado en plena calle y a la luz del día, los robos…
Que no haya pandillas o maras como en otros países de la región ha sido muchas veces el argumento para defender en foros internacionales de inversión la paz social que se disfruta en el país. Pero sería deshonesto negar la evidencia. No es una percepción: no vivimos en una sociedad segura.
Los robos y asaltos que se prefiere no denunciar por no perder el tiempo y por la falta de confianza en la policía hacen que los ladrones sigan “trabajando”. El pésimo estado y la mala atención en muchos destacamentos inhiben de acercarse a denunciar los agravios. Las continuas faltas a las reglas de tránsito que no merecen ninguna respuesta por parte de los agentes que las presencian… todo suma y la tensión crece y el número y gravedad de los incidentes crece.
Sumemos a eso los crímenes contra las mujeres y la violencia contra los menores. No es el momento de rendirse, pero tampoco de disfrazar la realidad con discursos de imagen.