Seis suspendidos por dopaje en USA, pero juegan el torneo local
Un fanático escogidista molesto por la eliminación de los rojos le responde a un estrellista que ríe a carcajada que el jugador que marcó la diferencia (Robinson Canó) no puede jugar ni en Grandes Ligas ni en Ligas Menores por los próximos 162 partidos a causa de un segundo fallo a prueba de dopaje.
“¿Cómo yo sé que aquí no está jugando dopado?”, le dice el escarlata. Sin embargo, el simpatizante verde le recuerda que el Escogido usó en su plantilla al lanzador Francis Martés, suspendido también por 162 juegos apenas recién cumplida una amonestación de 80 partidos por violar la política de dopaje.
La discusión se acalora y el rojo argumentó que los paquidermos también dependieron del infielder Domingo Leyba y el relevista Emmanuel Clase, ambos pendientes de cumplir 80 encuentros sin cobrar ni jugar. Y a la vez intenta evitar que entre al debate un liceísta (a quien solo le preocupa del torneo que las Águilas no ganen) pues en su equipo estuvo Pablo Reyes, a la espera de que haya un calendario para purgar 80 partidos.
En el debate no aparece nadie de los Gigantes. Ahí también tienen al lanzador Edgar Santana, que en junio se comunicó un fallo que lo condena a 80 juegos.
Los Toros utilizarían a Antonio Bastardo, quien desde 2018 tiene pendiente cumplir una sanción por 140 partidos (ya purgó una de 50 en 2013), pero su negativa a someterse a una prueba del COVID-19 llevó al club a expulsarlo.
Martes, Leyba, Clase y Reyes jugaron en el torneo 2019-2020 y sus suspensiones se conocieron por pruebas aplicadas en el periodo en que vieron acción.
En un documento de 59 páginas llamado Winter League Agreement, la MLB establece las directrices para que sus jugadores participen en las ligas de otoño-invierno. No prohíbe a los suspendidos por violar la política de dopaje jugar en los torneos de invierno.
En la fase regular del actual campeonato participaron 381 peloteros, pero solo 176 (el 46%) tienen contrato en las Mayores. Es el grupo expuesto a ser examinado. Con el otro 54% no hay responsabilidad.
En la MLB en 2020 el número de exámenes se desplomó, por el recorte de la temporada a causa del COVID-19 y la suspensión de las ligas menores. Las tomas de orinas bajaron de 9,332 en 2019 a 3,733 y las de sangre de 2,287 a 412.
Marcos Díaz entiende que ya es tiempo de que la Lidom se tome más en serio un tema que ha afectado la imagen del béisbol criollo.
“Lo más penoso es que no solamente la Lidom no acaba de brindarle a sus seguidores la credibilidad de un programa antidopaje mínimo para verter y vestir de legalidad, credibilidad al béisbol invernal de nuestro país y es una pena porque me consta que hay ejecutivos de equipos que desean hacer ellos, pero qué pena que el Gobierno como tal tampoco lo demande, lo exija, aun es una empresa privada, existen las herramientas para ello”, dijo Díaz.
El exnadador de ultradistancia preside la Comité Ejecutivo de la Convención Internacional Contra el Dopaje en el Deporte de la Unesco.
Díaz dice que no se pide un programa tan exigente como el Código Mundial Antidopaje, sino uno progresivo en coordinación con otro preventivo para ir de manera escalonada.
“Lidom no solamente no tiene un programa antidopaje serio, creíble, manejado por un tercero imparcial, como la Agencia Nacional Antidopaje, que es avalada por la Mundial (WADA), sino que una liga como la nuestra vinculante en muchos aspectos con MLB, es una falta a algo inaceptable en el deporte mundial la Lidom se haga de la vista gorda. Creo que le coloca en una posición inexplicable”, dijo el único dominicano en atravesar el Canal de la Mancha a nado y dar dos vueltas a la isla Manhattan.
Díaz entiende que no se pide que se inicie con un programa tan exigente como el Código Mundial Antidopaje, sino paso a paso, como ya lo hizo Venezuela en su liga invernal con un programa progresivo en coordinación con un otro preventivo para ir de manera escalonada a algo que pudiera mostrarse a futuro.