Se le carga la culpa a la gente
Los expertos debieran conocer remedios para todos los males, pero para el COVID-19 eso es caballá.
Los sorprendió, se les fue alante, y desde entonces la pandemia corre con piernas tan largas que no hay forma de que estos la alcancen.
Cuando creían controlarla con vacunas, replicó con una cepa nueva, como si quisiera demostrar que, si es castigo de Dios, no hay ciencia que valga.
Inglaterra se confina de nuevo, y de una manera más drástica que en marzo. Les está dando tan en la madre a los británicos que el Brexit es un chivito harto de jobos.
Igual sucede aquí, y también en manos de expertos.
Después de todo un año padeciendo sus rigores, sus contagios y sus muertes, y de buscar vueltas a situaciones de otros órdenes, las autoridades se declaran cansadas cuando se hace más extenso el camino.
De nada valieron los expertos de principio, pero tampoco la experiencia acumulada hasta el momento. Se carga la culpa a la gente, pero la gente ha sido así desde siempre.
Peor aun. La gente es así porque entiende que el Gobierno debe resolver sin contar con su anuencia ni su concurso. La escena de las calles no deja duda: la rebelión de las víctimas.