Ateneo Insular rinde homenaje al poeta Dinápoles Soto Bello
En vísperas de la conmemoración de sus 31 años de fundación, el Ateneo Insular celebró su acostumbrada reunión mensual y le rindió un homenaje al poeta físico-metafísico, Dinápoles Soto Bello, como consignara el creador del Movimiento Interiorista, Bruno Rosario Candelier.
La actividad fue realizada en el Centro de Espiritualidad San Juan de la Cruz, en la Torre, El Caimito, el pasado 24 de julio.
Bruno Rosario Candelier, en su análisis exegético, consignó que “Dinápoles Soto Bello tiene el singular privilegio de ser el único poeta dominicano que es al mismo tiempo científico físico y poeta metafísico”.
Explicó que el autor “tiene una distinción exclusiva”, pues no conoce “ningún poeta dominicano que sea físico y metafísico a la vez, como es Dinápoles Soto Bello”.
«Como físico, Soto Bello cultiva el estudio de la naturaleza —señaló— y como metafísico aborda el arte de la creación poética, de manera que en su creación hay datos indudables de esa doble vocación de nuestro escritor. Además, en su categoría de científico creyente cultiva la espiritualidad, de la que su obra lírica da evidencia con alto sentido de la trascendencia».
«De los poemas del libro Hojas del camino me llamó poderosamente la atención el titulado Tiempo muerto —acotó—, en el cual hay una frase que retrata en cuerpo entero la sensibilidad y la conciencia de Dinápoles Soto Bello. “Paisaje y conciencia:/ dos soledades confundidas/ en una sola mansedumbre”», dijo.
Explicó que “paisaje y conciencia” son dos palabras claves para la definición de la cosmovisión y la personalidad física y metafísica de Dinápoles Soto Bello».
«El concepto implicado en el vocablo ‘paisaje’ se vincula a la física, y la idea que entraña la palabra “conciencia” se asocia a la metafísica. La elección de dichos vocablos fue un acierto intuitivo, lexicológico y literario de parte de nuestro poeta al elegir esas dos palabras». Añadió que «la palabra “conciencia”, al referirse al poder interior de la mente, alude a la espiritualidad, es decir, alude a la dimensión metafísica y trascendente de la interioridad humana y a los fenómenos invisibles de la realidad intangible»., expresó.
Por otra parte, en su estudio Miguelina Medina expuso que «en el poemario Hojas del camino, publicado en 2019, el autor muestra que ha tocado los cielos de la mística».
«El lugar del descubrimiento de la mística en Dinápoles Soto Bello es Tasmania, y el lenguaje que lo descubre es el matemático». Explicó que «Tasmania es un lugar físico, una isla que fue la primera en los avistamientos de estas tierras, y “avistamiento” en este contexto expresa descubrimiento de la primera vez», agregó.
Dijo que «el autor tuvo una compenetración tal con esta isla, que la consideró su ‘lugar sagrado’, en donde se encontraba con el Dios que conoció la agonía de su intuición, inteligencia y sensibilidad.
“Si me ves pensativo, mi pequeña Tasmania,/ no interrogues: ¿Qué piensas? Hay momentos supremos/ de ocultas relaciones en los que ignoraremos/ el vuelo misterioso que emprende el pensamiento”, leyó citando al autor.
Apuntó que «en este contexto, “relaciones” no se refiere a relaciones humanas, ni a las relaciones con otros seres ni cosas, sino a “relaciones matemáticas”.
“Este es otro concepto, y desde este concepto el autor muestra el paso hacia el lugar desde donde canta transfigurado, ve y siente a la misma Divinidad», indicó.
Vista del encuentro del Ateneo Insular. Foto. Fuente externa
Luis Quezada Pérez consideró que «para Dinápoles Soto Bello, “la luna derramada” enciende “la vida en llamas” a través de “las colinas del tiempo”, tres apartados que el autor considera “tres grandes etapas” “a lo largo de una vida”.
El autor, un físico-matemático de alto nivel, incursiona en el Parnaso desde los 17 años, cuando en 1958, desde San Juan de la Maguana, escribe un día de Reyes el poema de más vieja data de su antología: “Unión”»., afirmó.
Dijo que en este poema «tres “s” se integran en este breve poemario: silencio, soledad y sistema.
Señaló que las dos primeras son propias del poeta; la tercera, del físico-matemático. “El lenguaje expresa el sustrato inconsciente del contexto vital que vive el autor: “Tú y yo, dos silencios/ unidos en espíritu;/ dos astros solitarios/ en un mismo sistema./ Tú y yo, dos -¡ay!- tormentos/ en un mismo dolor…”», añadió.
Dinápoles Soto Bello da testimonio de su proceso creativo
En el encuentro, Soto Bello agradeció que se le homenajeara y dio testimonio de cómo surgió su proceso creativo.
«Yo hice los estudios secundarios en San Juan. Ahí, en el liceo, había muchas inquietudes. Teníamos un periódico que se llamaba Estudiantina y había mucho interés en publicar poemas, en publicar trabajos en el periódico. Y empezamos a escribir poesía y trabajos literarios. Y, claro, esto me llevó a mí a leer poetas, a interesarme en la poesía”, contó.
Además, agregó: “También teníamos el texto de Pedro Henríquez Ureña y Alonso, Gramática castellana, con muchísimos ejemplos de poetas latinoamericanos, y la lectura de esos poetas me sirvieron mucho para yo escribir mis poemas. Yo recuerdo que era un libro excelente. Era muy rico en muchas informaciones de todos los tipos».
Relató que entonces no tenía mucho interés por la ciencia, pero yo tenía un profesor de álgebra que era muy bueno y aprendió a razonar un poquito.
«Cuando tuve que ir a la universidad para realizar estudios, en el 59, en la Universidad de Santo Domingo, la única carrera relacionada con la ciencia era la Ingeniería Civil. Luego fui a México, y allá me encontré que tenían una carrera de Licenciatura en Ciencias Físico-Matemáticas y me gustó, me atrapa esa carrera, me pareció interesante. Yo me interesaba mucho cuando estudiaba un tema, sea ya de materia propia sea matemática sea de mecánica, yo trataba de profundizar y de encontrar cosas por mi propia iniciativa. Tenía como un espíritu de investigación, eso era lo que yo sentía», afirmó.
(Colaboración de Miguelina Medina).