Ventanas a la historia de la Iglesia
Hace un par de meses me reuní con Monseñor Freddy Bretón, arzobispo de Santiago, en un ambiente de calidez y cordialidad. Al salir me regaló dos libros de la autoría del padre Manuel Pablo Maza Miquel. Le agradecí. Los leí y llegué a la conclusión de que constituyen documentos de gran valor, escritos en lenguaje llano, entendibles y con profundo sentido crítico.
Me referiré al titulado 15 ventanas a la Historia de la Iglesia, editado por la PUCMM. Abarca los últimos 500 años del devenir de la humanidad y aborda los aciertos y errores de los Papas que condujeron al mundo católico en tiempos difíciles.
Al inicio, el padre Maza dice: “Lutero no fue un protestante caído del cielo, sino un serio y apasionado religioso católico, indignado con la práctica y la prédica de algunos eclesiásticos irresponsables y la indiferencia cómplice de las autoridades de la Iglesia”.
Si esta visión amplia hubiera predominado en aquella época, es seguro que habría impedido la división en el seno del cristianismo. Era tiempo de oscurantismo y sectarismo.
En otro orden argumenta: “La Iglesia Católica tardaría por lo menos tres siglos en reconocer que ningún creyente está obligado a asumir el universo cultural de los que escribieron la Biblia. En frase de Galileo, la Biblia me enseña como se va al cielo, pero no cómo van los cielos”.
Analiza la confrontación entre conservadores y liberales, luego del tormentoso período de la Revolución Francesa: “Los conservadores aspiraban a una Europa regida por monarquías autoritarias, reyes que gobernasen por derecho divino… Los liberales valoraban la libertad como derecho inviolable… Querían una sociedad de iguales ante la ley y el Estado. Consideraban la propiedad privada como la base del orden y del progreso…”.
Y afirma: “Fue en ese concepto que surgió el tradicionalismo, con su rechazo visceral de la Ilustración, hasta el punto de declarar incapaz a la razón humana de conocer la existencia de Dios y su bondad. Era la tradición presente en todos los pueblos y, especialmente en la Iglesia Católica, lo que permitía este conocimiento de Dios”.
Luego de eso el padre Maza va describiendo los errores y aciertos de algunos Papas. Refiriéndose a Gregorio XVI, explica: “En medio de la lucha heroica del pueblo irlandés por sus derechos, pedía al clero que no se mezclase en asuntos políticos, mientras la Santa Sede y la jerarquía negociaban con la Corona Inglesa”. En su favor reseña que “en diciembre de 1839 condenó la práctica del tráfico de esclavos negros, como no cristiana e inmoral”.
Refiere el sacerdote jesuita: “Es ya un lugar común comparar estas dos fechas:1848 y 1891. La primera respuesta sistemática y clara a la dramática situación obrera, la dieron Carlos Marx y Federico Engels con su Manifiesto Comunista en 1848. La equilibrada y audaz encíclica Rerum Novarum de León XXIII data de 1891”.
La Rerum Novarum comienza así: “Un número sumamente reducido de opulentos y adinerados ha impuesto poco menos que el yugo de la esclavitud a una muchedumbre infinita de proletarios”.
En la visión de Maza Miquel, la encíclica es equilibrada porque: “Primero, ratificaba la propiedad privada como derecho individual, reconociéndole una función social. Segundo, reconocía al Estado la obligación de promover la prosperidad pública y privada. Tercero, recordaba a los obreros sus deberes respecto de los patronos, pero les reconocía en estricta justicia un salario que les garantizase una vida humana… Finalmente, condenaba la lucha de clases… pero reconocía a los obreros su derecho a organizarse”.
De acuerdo con el padre Maza, el otro gran salto en la historia de la Iglesia lo produjo el Concilio Vaticano II, convocado por el Papa Juan XXIII en enero de 1959. El Papa quería “Una magna asamblea que introdujera a la Iglesia en una nueva etapa de su historia”. Murió en el intento, en 1963, y fue sustituido por Pablo VI.
Los cambios introducidos por el Concilio, citados por Thomas Bokenkotter, son: La reforma litúrgica que logró la participación de los fieles en el misterio. La colegialidad y la dimensión comunitaria de la Iglesia. El surgimiento de una nueva actitud hacia los otros cristianos que implicó aceptar la cuota de culpa de la Iglesia en la división del cristianismo. El reconocimiento de que la historia condiciona la elaboración de los libros sagrados y toda la tradición de la Iglesia. El diálogo con el mundo secular.
El padre Maza afirma: “El Concilio Vaticano II fue meta y nuevo inicio de la larga marcha de la Iglesia”. Buen libro.