Tras meses de secretismo sobre la vacuna elegida, Vladimir Putin asegura que se puso la Sputnik V
La vacunación del presidente ruso, Vladímir Putin, ha sido objeto de especulación durante meses. En marzo, el Kremin anunció que el líder ruso, de 68 años, se había inmunizado contra el coronavirus, pero mientras que las cámaras han estado presentes para documentar las peripecias de Putin nadando a mariposa en el mar, montando a caballo con el torso descubierto o conduciendo intrepidamente un blindado por la Taiga siberiana, no hubo pruebas gráficas de aquel pinchazo. Y eso desató las sospechas de la ciudanía rusa, acostumbrada a desconfiar del Estado. Este miércoles, cuando Rusia afronta cifras récord de mortalidad por la covid-19 y el país euroasiático afronta una terrible tercera ola, el líder ruso ha asegurado que se vacunó en febrero con Sputnik V, la vacuna rusa estrella, la primera en registrarse en el mundo; cuando todavía no había concluido los ensayos clínicos.
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Putin, que ha definido otras veces la Sputnik V —autorizada en más de 60 Estados e implantada en países como México, Argentina, Bielorrusia o Serbia— como un producto “tan fiable como un rifle de asalto Kaláshnikov”, ha dado pocos detalles de su vacunación secreta. Sin embargo, ha insistido en que tanto él como los principales cargos militares del país se pusieron la Sputnik V pero no revelaron el fármaco elegido para no privilegiarlo frente a las otras tres vacunas rusas. “Espero que la mayoría de los ciudadanos de este país entiendan que si digo que me vacunaron, entonces es así”, ha dicho Putin en los primeros minutos de Línea directa, un maratoniano programa de televisión anual en el que el líder ruso responde preguntas de la ciudadanía, y que se ha convertido en un elemento central de su agenda desde la primera emisión en 2001.
Rusia ha vuelto a registrar este miércoles una cifra récord de mortalidad por coronavirus desde el principio de la pandemia: 669 fallecimientos y 21.042 nuevos infectados contabilizados en un país que ha detectado casos de la más contagiosa variante Delta. San Petersburgo, que acoge este viernes el partido de cuartos de final de la Eurocopa entre España y Suiza, también ha registrado su peor cifra (111 muertes) desde que se desencadenó la crisis sanitaria.
Y mientras tanto, después de meses de discursos triunfalistas frente al virus y de laxas medidas sanitarias (y en gran parte incumplidas), además) el Gobierno se están esforzando ahora por impulsar la vacunación. Pese a que Rusia fue el primer país en registrar una vacuna (la Sputnik V) y que la campaña de inmunización gratuita para la población general y de nacionalidad rusa empezó el pasado enero, el fármaco no termina de despegar, lastrado por la desconfianza de la ciudadanía y por un sentimiento de que el virus no es tan dañino; alentado por las opacas cifras oficiales de muertos, que han minimizado la pandemia.
Así que las autoridades están buscando impulsar la inmunización con fórmulas como convertirla en obligatoria para ciertas profesiones. Este miércoles, Putin, que suele apartarse de las decisiones más polémicas e impopulares que deja afrontar a los líderes regionales para que lidien con el descontento, se ha mostrado contrario a la vacunación que ya es de facto obligatoria para ciertos sectores. Pero el líder ruso, que ha puesto ejemplos de personas de su “circulo cercano” que han estado enfermas por coronavirus, ha tratado de hacer una defensa de la inmunización como la única forma de poner fin a la pandemia, y que aseguró que tanto la Sputnik V (todavía no autorizada por la OMS o por la Agencia Europea del Medicamento) como las otras tres vacunas diseñadas en Rusia son seguras y eficaces.
No obstante, el líder ruso no desaprovechó la oportunidad para lanzar un dardo contra las vacunas occidentales, un discurso que de hecho contribuye a cuestionar la vacunación en un país en el que las últimas encuestas muestran que hasta el 60% de la ciudadanía es reacia a vacunarse. “Gracias a Dios no hemos tenido situaciones trágicas después de las vacunas como después del uso de AstraZeneca o Pfizer”, dijo Putin.
Vacunas para Guatemala
La Sputnik V, diseñada por el Instituto Gamaleya de Moscú y financiada por el Fondo Ruso de Inversión Directa (RDIF) ha sido una auténtica inyección diplomática para Rusia. La vacuna tiene más aceptación fuera de casa, donde Moscú se ha esforzado por promocionarla, que dentro. Sin embargo, cuando el Kremlin está tratando de impulsar las inyecciones en Rusia y hay algunas carencias en las provincias más alejadas, Guatemala, uno de los países que ha firmado acuerdos de suministro con Moscú, ha asegurado que Rusia está incumpliendo los plazos.
La ministra de Salud de Guatemala, Amelia Flores, aseguró el martes el país centro americano solo ha recibido 150.000 dosis de los 8 millones pagados y encargados. Y afirmó que ha exigido a Moscú que devuelva el dinero adelantado por las faltas en la entrega o que envíe en un plazo de 20 días las vacunas.
Tras las críticas guatemaltecas, un portavoz del RDIF (el fondo ruso soberano), ha asegurado en un comentario escrito que Rusia respetará los plazos y que un avión con la vacuna tiene previsto llegar a Guatemala esta semana y que otra aeronave volará la semana que viene. También aseguró que el RDIF, que se encarga de negociar y tramitar los acuerdos con los países, no había recibido ninguna notificación “oficial” sobre el reembolso del dinero adelantado.