Los conservadores alemanes se miden a la ultraderecha en la última cita electoral antes de las generales
Las elecciones que se celebran este domingo en Sajonia-Anhalt, un Land de poco más de dos millones de habitantes al Este de Alemania, se perfilan como la última prueba de fuego para los conservadores antes de las elecciones generales de septiembre. La CDU se juega el primer puesto con la formación de ultraderecha Alternativa para Alemania (AfD), muy fuerte en el Este del país. Algunos sondeos dan una ventaja de tres puntos a los conservadores, pero otros los sitúan prácticamente empatados con un partido que ha hecho bandera de la oposición a las restricciones gubernamentales para frenar el coronavirus.
El resultado en Sajonia-Anhalt se leerá en clave nacional porque apenas faltan tres meses y medio para las primeras elecciones generales sin Angela Merkel, que ha dirigido el rumbo de la primera economía europea durante los últimos 16 años. Su sucesor al frente de los conservadores, Armin Laschet, se enfrenta al último test antes de unos comicios que marcarán el futuro del país. Perder el primer puesto en Sajonia-Anhalt, un Land donde los conservadores han ganado todas las citas electorales menos una desde la reunificación, en 1990, sería un golpe terrible para el partido y para su líder, elegido en enero y confirmado como candidato a las elecciones tras una pelea pública con otro aspirante que debilitó mucho a la formación. Quedar por detrás de AfD sería “un desastre” para Laschet, aseguraba hace unos días Der Spiegel.
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En las encuestas a nivel nacional AfD ha rondado el 10% en el último año pese a su intento de capitalizar el desánimo y el hartazgo de los alemanes ante las restricciones. La formación no ha conseguido sacar demasiado rédito de los errores en la gestión de la crisis, explica el politólogo Hajo Funke, profesor emérito de la Universidad Libre de Berlín y especialista en extrema derecha: “En el Este, sin embargo, AfD se ha mantenido estable en más del 20% de la intención de voto, especialmente en Sajonia, Turingia y Sajonia-Anhalt, a pesar o debido a su orientación racista y populista de extrema derecha”. AfD conecta con cerca de una cuarta parte de la población de la antigua Alemania Oriental gracias a una “mezcla tóxica” de esos elementos con un contexto de frustración social que sigue muy presente tres décadas después de la unificación, apunta el experto.
Si la ultraderecha adelantara a los conservadores el domingo “se desencadenaría un peligroso debate en la CDU de Sajonia-Anhalt y más allá sobre la determinación de distanciarse del partido de extrema derecha”, señala Funke. Los temblores se notarían en Berlín. “Esto probablemente tendría a Laschet en ascuas hasta las elecciones generales y reduciría sus posibilidades”, añade. AfD no podría gobernar aunque fuera el partido más votado porque el resto de formaciones mantienen un estricto cordón sanitario que impide no ya formar coalición con ellos, sino incluso aceptar su apoyo o la mera apariencia de una cooperación. Pero hay voces dentro de la CDU, especialmente en el Este, que piden un acercamiento, y se verían legitimadas si AfD ganara las elecciones en el Land. Entrar en esas discusiones a tres meses y medio de unas generales debilitaría enormemente al partido de Merkel, asegura el experto.
El cristianodemócrata Reiner Haseloff, de 67 años, aspira a un tercer mandato como ministro presidente de Sajonia-Anhalt. Lo ha sido desde 2011, primero solo en coalición con los socialdemócratas, y desde 2016 también con los Verdes, en una alianza a tres, llamada Kenia, por los colores de la bandera de este país africano: el negro de la CDU, el rojo del SPD y el verde de los ecologistas. Durante la campaña ha asegurado que su intención es reeditar ese pacto pese a los “altibajos” que ha vivido la coalición, al borde de la ruptura al menos en dos ocasiones, una de ellas provocada por la negativa de sus socios a subir 86 céntimos la tarifa mensual que pagan los alemanes para mantener la radiotelevisión pública alemana. Haseloff promete una alianza de centro como baluarte contra la AfD. No habrá colaboración “de ningún tipo” con la ultraderecha porque el Land solo puede ser gobernado “con partidos democráticos”, dijo ayer en una entrevista en la cadena pública ZDF.
La elección del Parlamento regional, con sede en Magdeburgo, es también un ensayo general para los Verdes, que podrían obtener entre un 8% y un 11% de los votos en una región que tradicionalmente no ha votado ecologista (obtuvieron el 5,2% en 2016). Su candidata, Annalena Baerbock, es la primera líder verde con opciones de convertirse en canciller, pero el empuje que mostró en las encuestas tras su designación –cuando superó a la CDU de Merkel varias semanas seguidas en intención de voto- se ha desinflado ligeramente y hay encuestas que la vuelven a colocar un punto por detrás de los conservadores. Los últimos sondeos le dan a Haseloff entre un 27% y un 30% de los votos, mientras que AfD podría conseguir entre un 23% y un 26%. El tercer puesto se lo disputarían los socialdemócratas y el partido de izquierda Die Linke, con alrededor de un 10% y 12% de los sufragios. En las últimas elecciones, Die Linke obtuvo un 16,3%.
La ultraderecha dentro de la CDU
Los conservadores alemanes están inmersos en un debate sobre qué hacer con la llamada Werte Union, o Unión de Valores, una organización próxima a la ultraderecha que no forma parte de la estructura de la CDU, pero que es muy influyente en el partido de la canciller. El fin de semana pasado fue elegido su nuevo líder, Max Otte, miembro de la CDU pero contrario a las políticas centristas –izquierdas, en su opinión- de Angela Merkel. Otte ha dicho públicamente que en 2017 votó a AfD. La CDU discute si debería hacer incompatible la militancia en la Werte Union con la pertenencia al partido, algo que por ahora no apoya Armin Laschet.