La ONU llama a reconstruir Gaza tras la devastadora crisis con Israel
Entre las ruinas de edificios y fábricas que han dejado en la franja de Gaza 11 días de bombardeos israelíes, la coordinadora de la ONU para la ayuda humanitaria a Palestina, Lynn Hastings, hizo el domingo un llamamiento a la comunidad internacional para reconstruir los daños. Más de 2.000 viviendas han quedado inservibles y otras 16.000 están dañadas por unos ataques que han arrasado la economía de la Franja. “Necesitamos al menos 150 millones de dólares para iniciar la rehabilitación de las casas y otros 200 millones para reparar infraestructuras básicas”, detalló Yusuf Sarhan, viceministro palestino de Obras Públicas en el enclave.
“Vamos a cancelar todos los pedidos a Porcelanosa y al resto de fabricantes españoles. Ahora tenemos que volver a empezar casi de cero con nuestros 37 trabajadores”, reconocía el domingo Hamsa Hammad, de 35 años, gerente y copropietario de Cerámicas Rama, uno de los principales importadores y distribuidores de pavimentos cerámicos en el enclave palestino. Su almacén en Jabalia (al noreste de la capital gazatí y a unos dos kilómetros de la frontera israelí) saltó parcialmente en pedazos el día 13 a causa de seis disparos de carros de combate. “Suelen atacar un taller metalúrgico de este polígono cuando hay una escalada, porque dicen que fabrican allí cohetes”, explica el empresario con un trozo de metralla en la mano ante una nave industrial en ruinas, “pero nunca nos habían atacado directamente”.
Hace tres años encajó unos 350.000 dólares (unos 287.000 euros) de pérdidas por una explosión cercana. Ahora las evalúa en cerca de tres millones, una séptima parte de su facturación anual. “El almacén estaba a rebosar; había pilas de palés en la fachada principal pendientes de clasificar, y eso es lo único que se ha salvado”, menea la cabeza Hammad mientras señala una etiqueta de Porcelanosa —”nuestra marca de lujo”, se ufana—, y otras también españolas como Pamesa, Navarti o Ecoceramic —”entre las más vendidas aquí”, explica—. Hammad también garantiza que Cerámicas Rama hará frente al pago de los pedidos en camino.
“Esta ha sido una guerra distinta, más corta pero muy intensa, que parece haber estado dirigida también contra la economía civil”, considera el ministro Sarhan en su despacho oficial, desbordado con informes de daños. “Si la comunidad internacional responde, vamos a actuar lo más rápido posible”, anticipa. Hace siete años ya tuvo que lidiar con las secuelas de destrucción de una guerra que devastó durante dos meses la Franja, cuando 18.000 viviendas quedaron destruidas. “Ahora son también grandes fábricas, torres de oficinas y una amplia zona agrícola en la frontera las que han sido arrasadas en los ataques”, puntualiza este ingeniero formado en EE UU, “aunque aún seguimos evaluando los daños”.
En el densamente poblado enclave costero, donde se agolpan dos millones de personas en unos 360 kilómetros cuadrados, la última escalada bélica ha coincidido con otro repunte de la pandemia en medio de la crisis endémica de la economía, que registra una tasa de paro superior al 50%. “La violencia ha agravado la situación humanitaria, tras 14 años de bloqueo (de Israel y Egipto), de división política interna y hostilidades periódicas”, advertía la coordinadora Hastings en un comunicado de Naciones Unidas difundido desde Gaza.
Egipto —el mediador que supervisa el cumplimiento del alto el fuego desde el pasado viernes— ha sido el primer país en anunciar una ayuda de 500 millones de dólares para la reconstrucción de Gaza, en una oferta adelantada por el presidente Abdelfatá al Sisi. El presidente Joe Biden también ha comprometido la contribución de Estados Unidos a una campaña global de donaciones para que la vida cotidiana en la Franja vuelva a la normalidad. Washington exige a cambio que los fondos aportados no pasen por las manos de Hamás —movimiento islamista que gobierna de facto en el enclave desde 2007— con el fin de impedir su rearme.
Israel ha bloqueado en el pasado la entrada en la Franja de materiales esenciales para la reconstrucción, como cemento y tubos metálicos, al sospechar que pueden desviarse a la red de túneles de Hamás o a sus fábricas de cohetes. Más de 4.400 proyectiles han sido lanzados hacia Israel desde Gaza en la reciente ofensiva.
“Como ya ocurrió después de la guerra de 2014, las donaciones para la reconstrucción tendrán que canalizarse hacia la Autoridad Palestina, en Cisjordania, para hacerlas llegar después a Gaza a través de ONG y otras organizaciones de la sociedad civil”, precisa Talal Okal, directivo de la Asociación Independiente de Defensa de los Derechos Humanos, en su sede gazatí. “La resiliencia de los habitantes de la Franja y su capacidad para reconstruir sobre las ruinas y reciclar materiales dañados es legendaria”, sostiene este veterano analista político en el enclave. “Las casas y las fábricas son importantes, pero la gente lo es más”, apostilla Okal, “y tras esta batalla, los habitantes de Gaza no sienten la sensación de derrota que experimentaron hace siete años: no tiene nada que ver”.
Cinco días después de que quedara semiarrasado el almacén de Cerámicas Rama, otro ataque destruyó casi por completo la colindante fábrica de colchones Foamco, que fue devorada por las llamas. La densa humareda negra, visible desde toda la Franja, se convirtió en un emblema de la destrucción causada por los bombardeos israelíes, junto con el derribo de las torres de oficinas que albergaban sedes de medios de comunicación palestinos e internacionales. “Vamos a dejarlo todo igual que antes”, se atareaba entre hierros calcinados Naim al Tudam, de 36 años, director de la compañía y socio de un negocio que factura 17 millones de dólares anuales.
“Los 65 empleados ya están trabajando en la reconstrucción de los daños, que en una estimación inicial suman unos dos millones de dólares”, señala. “Somos fabricantes desde 1944, y no nos vas a detener ahora después de todo lo que hemos pasado en más de 75 años”, concluye Al Tudam preguntándose por qué ardió esta vez su empresa, en una inédita acción militar de Israel.
Paisaje de destrucción después de la batalla
Además de viviendas, comercios y pequeños negocios (en torno a 300) y siete grandes centros industriales, la escalada bélica de Gaza ha golpeado a la única planta de producción de electricidad de todo el enclave así como a las redes de suministro desde Israel y Egipto. Ente los sucesivos apagones, cada vez más prolongados, han dejado de funcionar las desaladoras que proporcionan agua potable a cientos de miles de personas (800.000 carecen de suministro en este momento), así como las depuradoras, que vierten directamente al mar los residuos de la red de saneamiento.
Más de 50 colegios han resultado dañados y decenas más siguen albergando a miles de familias desplazadas que han perdido su hogar. Al menos 75 edificios oficiales se hallan destruidos o con un fuerte deterioro, al igual que las redacciones de 33 medios de comunicación, seis hospitales y 12 centros sanitarios de atención primaria, según datos cerrados el pasado jueves y aún pendientes de actualización.
Mohamed al Askeri, director general de Infraestructuras en el Ministerio de Obras Públicas, recuerda que todavía quedaban algunos daños pendientes de reparar de la guerra de 2014. “Las carreteras están ahora sembradas de socavones causados por las bombas”, describe el paisaje después de la batalla este funcionario técnico. “Durante la ofensiva israelí los tapábamos por el día como podíamos”, rememora, “pero muchos volvían a abrirse por la noche tras las inacabables oleadas de bombardeos”.