El número de móvil de Boris Johnson ha circulado por las redes durante 15 años
La filtración de los mensajes de texto que intercambiaron el primer ministro británico, Boris Johnson, y el empresario James Dyson al principio de la pandemia puso de relieve la alegría con la que el político conservador reparte el número de su móvil entre amigos y aliados. El asunto ha pasado a ser materia de seguridad nacional al conocerse este viernes que el acceso telefónico al primer ministro estaba al alcance de cualquiera que lo hubiera rastreado en internet durante los últimos 15 años, según ha desvelado la BBC. En 2006, Johnson era portavoz de Educación de la entonces oposición conservadora, y diputado por la circunscripción de Henley. Participó en un coloquio organizado por un centro de pensamiento, que distribuyó a continuación una nota de prensa con los datos personales del político, para quien deseara ampliar información. La página web británica de cotilleos de famosos Popbitch recordaba esta semana el episodio y sugería de ese modo que era posible rastrear en las redes la citada nota.
El equipo de Downing Street ya admitió recientemente que el primer ministro se había negado a cambiar de número móvil y que tiene el mismo desde antes incluso de su mandato como alcalde de Londres, que comenzó en 2008. El jefe de Gabinete y alto funcionario al frente de la Administración Civil británica, Simon Case, intentó sin éxito convencerle hace escasos meses de que se deshiciera de un teléfono que estaba ya al alcance de demasiadas personas, según informó The Daily Telegraph. La diputada laborista Rachel Hopkins, portavoz de su partido en la Comisión de Administración Pública y Asuntos Constitucionales, ya había cuestionado en la Cámara de los Comunes el fácil acceso a Johnson, y este viernes ha señalado los “riesgos obvios en materia de seguridad y de tráfico de influencias, así como de posibles chantajes”, que supondría tal ligereza.
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Varios medios británicos han intentado llamar al número en las últimas horas, sin éxito. El aparato está apagado, y la única opción permitida es enviar mensajes de texto. Downing Street no ha querido, hasta este momento, confirmar ni desmentir la noticia. La secretaria de Estado de Interior, Victoria Atkins, ha asegurado que Johnson “conoce mejor que nadie sus responsabilidades en materia de seguridad nacional”, a la vez que ha arremetido contra la corporación pública de medios por airear la noticia: “Estoy algo sorprendida de que una emisora nacional encuentre correcto publicar el hecho de que el número de teléfono móvil circule por internet, si realmente es así”, ha dicho Atkins. El ministro de Economía, Rishi Sunak, ha intentado desviar la posible gravedad del asunto con elogios hacia el talante social de su jefe: “Parte de lo que hace tan especial a este primer ministro es que es una persona increíblemente accesible. Lo ves cuando sale a la calle. La gente se siente cercana a él, quiere hablarle y contarle lo que piensa”, ha dicho Sunak durante un acto electoral en la localidad de Hartlepool.
Alguien más experto en esta materia tan delicada como Peter Ricketts, quien fue asesor de Seguridad Nacional del entonces primer ministro, David Cameron, durante dos años, ha asegurado en Radio 4, de la BBC, que lo conocido es algo más que un nuevo embrollo de Johnson, y podría tener serias repercusiones. “Miles de personas han podido conseguir ese número, y eso les habrá dado un acceso privilegiado a alguien que ya no es un simple diputado por Henley sino el primer ministro del país”. Indicaba Ricketts que siempre ha sido una norma básica de precaución que cualquier nuevo jefe de Gobierno cambiara de dispositivo y de número al entrar en Downing Street.
Lo que en otras circunstancias habría sido una nueva anécdota del atrabiliario modo de hacer política que tiene Johnson, adquiere otra relevancia a la luz de los últimos escándalos conocidos en torno a su Gobierno, y de la guerra de filtraciones desatada entre el primer ministro y su exasesor, Dominic Cummings.
Primero fueron los mensajes de texto que enviaba, sin la menor prudencia, el propio Cameron a varios miembros del Gobierno para favorecer los intereses de la financiera quebrada Greensill. Su publicación puso blanco sobre negro el supuesto favoritismo con que operaba Downing Street a la hora de cerrar contratos. Inmediatamente, se conocieron los intercambios entre Johnson y el empresario pro Brexit, James Dyson, al inicio de la pandemia. El multimillonario inventor de los revolucionarios aspiradores, que había trasladado su empresa a Singapur, exigió al primer ministro un trato fiscal favorable a cambio de la fabricación de los respiradores artificiales que los hospitales del Reino Unido necesitaban en ese momento desesperadamente. “Yo te lo arreglo”, le respondió Johnson en uno de sus mensajes.
El error del político fue acusar personalmente de las filtraciones, a través de llamadas a diversos medios, a Cummings, quien había abandonado abruptamente Downing Street el pasado noviembre por sus enfrentamientos con la actual pareja del primer ministro, Carrie Symonds. La tormenta se desató 24 horas después, con un comunicado que el asesor publicó en su blog personal, en el que apuntaba a comportamientos de dudosa legalidad por parte de Johnson. En concreto, aseguraba que le aconsejó que desistiera de la idea de volver a decorar su residencia privada de Downing Street mediante donaciones privadas. La advertencia llegó a oídos sordos, y este jueves la Comisión Electoral del Reino Unido ha abierto una investigación ante los sólidos indicios de que se hubieran cometido “algún delito o delitos” en la financiación del nuevo interiorismo de la vivienda.
Todo este ruido llega a pocos días de que se celebren en todo el Reino Unido elecciones municipales, el próximo 6 de mayo, aunque la última encuesta, realizada por YouGov para el diario The Times, otorga una ventaja general de 11 puntos a los conservadores sobre los laboristas.