Bulgaria investiga la implicación de Rusia en explosiones de depósitos de armas con destino a Ucrania y Georgia
La Fiscalía búlgara investiga una serie de explosiones en cuatro depósitos de armas y municiones entre 2011 y 2020 y la posible implicación de Rusia. Los almacenes guardaban material de defensa que iba a exportarse a Georgia y Ucrania, según el Ministerio Público, que ha anunciado este miércoles que investiga a seis ciudadanos rusos “muy probablemente” miembros del servicio de inteligencia militar ruso (GRU), que estaban en Bulgaria en el momento de las detonaciones.
Las autoridades búlgaras creen que el caso de las explosiones está relacionado con los dos intentos de envenenamiento del comerciante de armas búlgaro Emilian Gebrev en 2015, su hijo y uno de sus empleados, en los que ya habían implicado al GRU, y también con la detonación en un depósito de armas en 2014 en República Checa del que Praga acusó hace 10 días al espionaje ruso. Un incidente que las autoridades checas vinculan con el GRU, y más en concreto con su unidad de élite 29155 —la misma implicada en el envenenamiento del ex espía ruso Serguéi Skripal en 2018—, en el que murieron dos empleados del arsenal y que en las últimas dos semanas ha tensado todavía más las relaciones entre Rusia y Occidente y derivado en una oleada de expulsiones diplomáticas. Moscú niega todas las acusaciones, ha definido los casos como “absurdos” y ha acusado a la Unión Europea de descontrol en los depósitos de armas privados.
El Ministerio Fiscal búlgaro investiga ahora a los seis ciudadanos rusos por “crimen grave”, según ha explicado en una rueda de prensa este miércoles la portavoz de la Fiscalía, Siyka Mileva. “De las pruebas reunidas hasta ahora, se puede concluir con un alto grado de fiabilidad que el propósito de las acciones de los ciudadanos rusos era cortar el suministro de productos especiales a Georgia y Ucrania”, ha remarcado Mileva, que ha señalado que están en contacto con las autoridades de República Checa para trazar la vinculación entre ambos casos en lo que puede ser otra pieza más del gran puzle de las operaciones del espionaje ruso en Europa. Tras las declaraciones de la Fiscalía, el ministro de Exteriores búlgaro ha convocado al embajador ruso este jueves.
Las autoridades búlgaras señalan que una de las explosiones se produjo en un depósito de armas de la empresa EMCO, propiedad del comerciante Emilian Gebrev, en 2011; dos en la empresa estatal de armas VMZ, en 2015; y una cuarta en la empresa Arsenal, el año pasado. Ninguna de las detonaciones, que se activaron de forma remota y aparentemente programada para que no hubiese personal en los almacenes, tenía causas técnicas obvias, ha precisado la portavoz de la Fiscalía búlgara. “En las cuatro explosiones se destruyó la producción destinada a la exportación a Georgia y Ucrania”, dijo. Rusia ha mantenido tensiones con el primero de los países después de la guerra del 2008. Y apoya militar y políticamente a los separatistas prorrusos en la guerra del Donbás desde 2014.
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EMCO, la empresa de Gebrev, ha asegurado este miércoles que las municiones destruidas en las explosiones no estaban destinadas a la exportación “a ninguna parte, incluido Georgia”. Sin embargo, el comerciante Gebrev, que siempre se había mostrado reacio a hablar del tema, incluso sobre sus dos intentos de asesinato, admitió este fin de semana a The New York Times que había hecho tratos con Ucrania.
El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, ha cargado contra Bulgaria por divulgar sus acusaciones solo ahora y de tratar de “superar a los checos”. El ministro ruso ha insinuado también que la Unión Europea no supervisa el cumplimiento de los tratados de comercio de armas de sus miembros.
La escalada de tensiones diplomáticas se ha agudizado este miércoles cuando Rusia ha expulsado a otros siete enviados más de embajadas europeas en Moscú, en represalia por las expulsiones de diplomáticos rusos iniciadas por Praga la semana pasada y a la que se han ido sumando Eslovaquia y los países bálticos. Rusia ha acusado a Letonia, Letonia y Lituania de seguir “un curso abiertamente hostil” hacia Moscú y de esconderse “detrás de la pseudo solidaridad con República Checa y sus acciones indiscriminadas hacia Rusia.