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La presidenta que encarna el cambio en Kosovo

La presidenta que encarna el cambio en Kosovo

La presidenta que encarna el cambio en Kosovo
Vjosa Osmani, en el Parlamento de Kosovo tras ser confirmada como presidenta, el pasado día 4.
Vjosa Osmani, en el Parlamento de Kosovo tras ser confirmada como presidenta, el pasado día 4.Anadolu Agency / Anadolu Agency via Getty Images

En Kosovo pasaron muchas cosas por primera vez en las elecciones que celebró el pasado febrero. Que una candidatura, la que lideraban Albin Kurti y Vjosa Osmani (hoy primer ministro y presidenta, respectivamente) obtuviese el 50% de los votos, que quedasen fuera del Gobierno todos los partidos de la vieja guardia, que dos de los tres viceprimeros ministros y un tercio de los diputados sean hoy mujeres (casi todas sin necesidad de aplicar la cuota de género), o que alguien pulverizase el récord de votos directos a un candidato. Ese “alguien” es la muy popular Osmani, de 38 años, que llegó a los 300.000 apoyos, 117.000 por encima del anterior tope, logrado por Kurti en los comicios de 2019, cuando eran rivales. “Estos hitos no son suficientes. Son solo un punto de partida para tener una voz mucho más fuerte para afrontar los problemas diarios de las mujeres”, asegura en una entrevista por videoconferencia el pasado martes con este periódico.

Nacida en la hoy dividida ciudad kosovar de Mitrovica, militante desde la adolescencia en un partido conservador y doctora en Derecho por la Universidad de Pittsburgh (EE UU), Osmani fue confirmada por el Parlamento como jefa de Estado a principios de mes. Es la segunda presidenta, tras Atifete Jahjaga (2011- 2016), de los cinco que ha tenido el país desde que en 2008 declaró unilateralmente la independencia de entonces Serbia y Montenegro, que hoy reconocen alrededor de la mitad de los miembros de la ONU. Aunque el cargo es principalmente representativo, como máxima autoridad diplomática y de las Fuerzas Armadas, encarna como pocos el cambio generacional y político por el que apostó en las urnas el país (1,8 millones de habitantes) más reciente de Europa. Hasta Dua Lipa y Rita Ora, las dos grandes estrellas de la música británicas de origen albanokosovar, aplaudieron en Instagram la elección.

Osmani asegura que sus prioridades serán la justicia, la lucha contra el desempleo —sobre todo el juvenil y el femenino—, la integración en la UE y en la OTAN, y el aumento de los reconocimientos a su país; y se escuda en el apoliticismo de su nuevo cargo para evitar definirse ideológicamente. “Desde que fui elegida, soy la presidenta de todos los kosovares”, dice.

En realidad, ha conseguido dos cuadraturas del círculo. La primera, militar dos décadas en una formación de centroderecha ―la Liga Democrática, que abandonó en 2020 por luchas internas— y acabar logrando la presidencia en alianza con un partido nacionalista de izquierdas, Vetevendosje. La segunda: ejercer como diputada durante cinco legislaturas con una formación tradicional y ser aun así percibida como un soplo de aire fresco. Ella lo atribuye sobre todo a que el grueso de su trabajo en las instituciones ha sido técnico. “Mi mundo era político, pero también profundamente profesional”, matiza. Fue la representante presidencial en el organismo que diseñó la Constitución y más tarde representó a Kosovo en el famoso caso en el que el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya concluyó en 2010, en una opinión no vinculante, que la declaración de independencia de Kosovo dos años antes había sido legal, dada la excepcionalidad del contexto.

Firmeza

Parte de su imagen de outsider se debe también a sus críticas públicas a decisiones de su propio partido, hasta el punto de boicotear las presidenciales de 2016. “Se fue forjando una imagen de mujer joven y políticamente inteligente que se mantiene firme ante hombres de más edad en medio de una estructura política masculina”, explica por videoconferencia la redactora jefa de la publicación digital Kosovo 2.0, Besa Luci. Hombres como el anterior ministro del Interior, Agim Veliu, quien le dedicó un comentario machista poco antes de las elecciones: “No sabía que fuese tan grande que necesitase un espacio tan grande como la presidencia” de la Liga Democrática.

Osmani ya ocupó la jefatura de Estado de forma interina entre noviembre de 2020 y marzo pasado, a raíz de que el exlíder guerrillero Hashim Thaci dimitiera como presidente tras ser imputado por el Tribunal Especial para Kosovo —con sede en La Haya, pero parte del sistema judicial kosovar— por crímenes de guerra y contra la humanidad en la guerra de Kosovo. Al hablar del tema, le cambia el tono de voz. “Aún estamos esperando que Serbia se arrepienta, se disculpe y haga justicia por los crímenes que ha cometido en Kosovo y otras partes de la región, a través de las guerras que ha llevado a cabo durante el régimen de Milosevic, que fue un régimen genocida […]. La realidad en Kosovo es que los crímenes fueron cometidos por Serbia. Nosotros fuimos las víctimas y ellos, los agresores. No podemos permitir una equivalencia moral entre lo que hizo Serbia, acciones promovidas, organizadas y ejecutadas por el Estado, con lo que algunos individuos hayan podido hacer después de la guerra, sin ninguna organización”.

Vjosa Osmani, el pasado febrero, cuando aún era presidenta interina, saluda a soldados del Ejército kosovar, en Prístina.
Vjosa Osmani, el pasado febrero, cuando aún era presidenta interina, saluda a soldados del Ejército kosovar, en Prístina.FERDI LIMANI / Getty Images

En sus primeros actos simbólicos como presidenta, Osmani rindió homenaje a Ibrahim Rugova, considerado el padre de la independencia kosovar, a una familia asesinada por fuerzas serbias en 1998, a víctimas de violaciones de guerra y a los cientos de desaparecidos del conflicto. Sus recuerdos de infancia están marcados por las imágenes en televisión del conflicto bélico en Bosnia, iniciado en 1992. “Me iba a dormir cada día pensando en si nos pasaría a nosotros también”, afirma. Sus padres —él, empleado civil en una empresa de defensa; ella, enfermera— fueron despedidos en el marco de la creciente persecución y represión de los albanokosovares en los noventa. Siguió estudiando gracias al sistema de escuelas paralelo que estableció Rugova. En alguna ocasión ha contado que no puede olvidar aún el frío del cañón del Kaláshnikov que un soldado serbio le metió en la boca cuando tenía 16 años, antes de ser expulsada de su casa por paramilitares serbios y obligada a caminar durante cuatro días.

Su mensaje es menos apasionado cuando aborda el no reconocimiento de Kosovo por parte de España (uno de los cinco países de la UE que no lo hace, con Grecia, Chipre, Rumania y Eslovaquia), incluso cuando se le pregunta por la reciente decisión de mostrar en minúsculas las iniciales de Kosovo, al lado de las de España en mayúsculas, en el marcador del partido de clasificación para el Mundial que disputaron ambas selecciones el pasado 31 de marzo. “No hay un solo ciudadano de Kosovo al que sentase bien eso, porque creemos que el deporte debe conectar a la gente, y no al revés, y no debería haber política en el deporte. Fue bastante desafortunado […]. Espero que este episodio quede atrás y tengamos mejores oportunidades para cooperar en ese ámbito en el futuro, considerando Kosovo lo que es y seguirá siendo siempre: la República de Kosovo como un Estado soberano e independiente que está aquí para quedarse”. Asimismo, y en una alusión dirigida a enfatizar las diferencias entre el caso kosovar y los movimientos independentistas en España, Osmani subraya que España está “edificada sobre el principio de unidad del Estado, que es extremadamente importante para nosotros”, destaca la “gratitud” por su participación en los bombardeos de 1999 contra Serbia y recuerda que la OTAN estaba entonces encabezada por un español, Javier Solana.

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