Héroes negros obviados por la historia de Brasil
El color de la piel es probablemente lo único que tienen en común la concejala izquierdista Marielle Franco, asesinada hace tres años en Río de Janeiro (Brasil), y Chico Rei, un miembro de la familia real del Congo que fue raptado con su familia y algunos súbditos para ser esclavizados en las minas de oro brasileñas en el XVIII. Gracias a su pericia en el oficio, logró comprar su libertad, la de otros y volver a ser reconocido como alguien distinguido. Ambos están entre los 550 protagonistas de Enciclopedia Negra, recién publicada en Brasil, que rescata las historias de mujeres y hombres negros y mestizos obviados en el relato sobre la construcción nacional.
Más de la mitad de los 210 millones de brasileños son en la actualidad mestizos o negros. Gracias a las cuotas, el año pasado superaron a los universitarios blancos. Siempre han vivido peor que sus compatriotas blancos pese a que la igualdad está consagrada en la ley y a que no hubo segregación legal en tiempos recientes como en EE UU. Y ahora, el coronavirus se ceba especialmente en los afrobrasileños. Sin el trabajo forzado de sus antepasados, las inmensas riquezas generadas por el azúcar, el oro o el café jamás habrían existido.
La historiadora Lilia Schwarcz, una de las coautoras, explica por teléfono: “Queremos dar alma y rostro a esos héroes cotidianos que fueron silenciados y apagados por la historia”. La obra “es parte del activismo negro para recontar de manera más plural la llamada historia universal, que es muy colonial, muy blanca y muy masculina”, añade Schwarcz, considerada una referencia en Brasil.
La enciclopedia comienza con Abdias do Nascimento (1914-2011) y se cierra con Zumbi (1655-1695) en un recorrido que abarca del XVI al XXI. Es decir, desde un intelectual, artista y diputado que creó el Teatro Experimental del Negro y dio clases en las Universidades de Yale e Ifé (Nigeria) hasta un antiguo esclavo del Brasil colonial que lideró una república de libertos que fue convertido siglos después en el gran símbolo de la resistencia negra a los portugueses y los holandeses. Cada 20 de noviembre, fecha de la ejecución de Zumbi, Brasil conmemora el Día de la Conciencia Negra.
Junto a personalidades reconocidas y que en los últimos años han ido entrando en los libros escolares, los autores han incluido un rico mosaico de personas desconocidas en representación de los millones de esclavos y sus descendientes. La idea de los autores es contar “la potencia de todo lo que hicieron, que fue mucho más que sobrevivir”. Advierten de que en algunos casos los hechos se mezclan con la leyenda.
Los protagonistas, ordenados alfabéticamente, son intelectuales, activistas, líderes religiosos, músicos, deportistas, políticos, científicos, amas de leche… Los logros, hazañas y victorias descritos componen una diversidad de trayectorias y orígenes abrumadora, cosa poco frecuente en este país continental a menudo ensimismado en el eje São Paulo-Río de Janeiro.
Afra Joaquina Vieira Muniz, que protagoniza la portada del grueso volumen, ilustra cómo de complejo era el entramado de la esclavitud en el último de los países de las Américas que la abolió, en 1888. Nacida en Salvador de Bahía, era una esclava cuya libertad le regaló un antiguo señor al casarse con ella. Al fallecer este hacia 1870, le legó todos sus bienes y dos mujeres que quedaban libres con la condición de cuidar a la viuda hasta que muriera. La pareja denunció a Afra Joaquina ante los tribunales por maltrato, pero perdió el pleito; tuvo que quedarse con ella.
Pretextato dos Passos abrió en 1885 la primera escuela para niños negros, a los que no querían en las escuelas de blancos; Benjamim de Oliveira fue el primer payaso negro; la maestra Antonieta Barros, diputada pionera en 1935 en la muy blanca Santa Catarina. Luiz Gama, al que su padre vendió como esclavo, fue revendido, logró huir para convertirse en funcionario y después, en abogado. Consiguió en los tribunales la libertad de otros antes de morir en 1882 a los 52 años.
Claudia Silva Ferreira, una limpiadora que tenía cuatro hijos, se convirtió en 2014 en una de las miles de víctimas de balas perdidas en enfrentamientos a tiros durante operaciones policiales. Herida, unos policías la metieron en el maletero del coche patrulla diciendo que la llevaban al hospital. Pero la cajuela se abrió y ella cayó hacia fuera. Fue arrastrada durante 400 metros hasta que los agentes se percataron. Murió antes de llegar al hospital y estuvo a punto de convertirse en un número más de una abultada estadística. Pero, como ha ocurrido ahora con George Floyd, alguien filmó la macabra escena y aquella muerte adquirió trascendencia social.
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Algunos de los reseñados son personalidades destacadas que durante décadas fueron blancas a ojos de sus compatriotas. El caso más llamativo es el de Joaquim Machado de Assis (1839-1908), el gran novelista brasileño, fundador y presidente de la Academia Brasileña de las Letras, que en su imagen más conocida fue inmortalizado como un blanco. Mayúscula fue la sorpresa de muchos al descubrir la verdad gracias a la campaña de una universidad.
Destaca la historiadora que querían publicar Enciclopedia Negra precisamente ahora porque 2022 es un año trascendental. El Congreso tiene previsto evaluar las cuotas universitarias, que en los últimos años han alumbrado una generación de licenciados negros y pobres, lo que supone un cambio de calado en esta sociedad racista y clasista. También se celebra el bicentenario de la independencia de Brasil. Y el centenario de la Semana Modernista, que dotó de personalidad propia al arte moderno brasileño pero excluyó por el color de su piel al escritor Afonso Lima Barreto.
Las biografías son fruto de las investigaciones de Schwarcz y sus coautores —el también historiador Flávio dos Santos Gomes y el artista Jaime Lauriano— y, sobre todo, de cientos de tesis doctorales inéditas. Está publicada por una de las principales editoriales de Brasil, Companhia das Letras, cofundada por la historiadora.
Las mujeres son mayoría y los 550 tienen nombre, pero en algunos casos ha sido imposible conocer sus apellidos. Y como de muchos no existía ninguna imagen, encargaron a 36 “artistas, negras, negros y negres”, en palabras de los autores, que les pusieran rostro. Esos retratos de unos protagonistas que abarcan profesiones, orígenes, géneros y orientaciones sexuales diversas protagonizarán una exposición en la Pinacoteca de São Paulo en cuanto la pandemia lo permita.