Fernando Tatis Jr. se convierte en la cara del béisbol de GL
Desde el primer día de la temporada, lo estamos viendo tirándose de cabeza en primera base mientras regresaba de un intento de robo.
Tiene la capacidad de descontrolar a los lanzadores y, también, a los jugadores de defensa.
Y con el bate es capaz de hacer lo que sea y un poco más.
Fernando Tatis Jr. se ha convertido, prácticamente de la noche a la mañana, en la cara del béisbol, con una sonrisa de oreja a oreja y una personalidad que ponen a todo el mundo a pensar en él.
Cuando Diario Libre le preguntó hace unos días si cambiaría su intenso estilo de juego para evitar lesiones, la respuesta fue un contundente no, “ese estilo de juego está en mi ADN, y no lo voy a cambiar”, fue lo que Tatis respondió.
¿Y por qué cambiarlo?
La Major League Baseball lo ha escogido como la cara que quiere que lo represente.
Con apenas dos años en la liga, tiene la tercera camiseta más vendida del negocio.
Su figura es la cara representativa del videojuego MLB The Show.
Y marcas comerciales pagan centenares de miles de dólares por un tuit o por una imagen en su cuenta de Instagram.
Pero no solo es un asunto de carita.
Tatis Jr. está muy concentrado en la meta más importante de todas: ganar el campeonato con los Padres.
“El año pasado, probamos un poco de lo que era ganar, y nos quedamos con hambre de más”, dijo Tatis a Diario Libre.
Las herramientas están ahí, y el talento de sobra, también.
El contrato millonario
Con apenas dos temporadas de experiencia, los Padres de San Diego se dieron cuenta de que no podían perder más tiempo en contratar a largo plazo al hombre que desplazó a Manny Machado como la cara del equipo. Por eso, le otorgaron un contrato de US$340 millones y 14 temporadas, que mantendrá a Tatis con la organización al menos hasta los 36 años. En su momento, no solo se convirtió en el tercer contrato más grande de la historia (superado por un millón, recientemente, por la firma de Francisco Lindor con los Mets de Nueva York), sino que representó, también, el pacto más extenso para u pelotero que no era ni siquiera elegible para arbitraje hasta un año más tarde.