El ataque contra el mercado navideño de Magdeburgo aviva el debate migratorio y de seguridad en Alemania
Una vez pasada la conmoción inicial por el ataque de un hombre procedente de Arabia Saudí contra el mercado navideño de Magdeburgo, en el que perdieron la vida cinco personas y 200 resultaron heridas, llega el momento del debate político y de la predecible instrumentalización de la extrema derecha de la tragedia para promover el odio contra los migrantes a dos meses de las elecciones generales, obviando que el perpetrador procedía en realidad de su círculo de simpatizantes.
Taleb al Abdulmohsen no era islamista, ni llegó a Alemania con la llamada ola de refugiados de 2015 y 2016. Criticaba frecuentemente el islam en sus redes sociales y se trasladó al país en 2006 para trabajar como médico. No fue hasta 2016 cuando el hombre, especializado en psiquiatría y psicoterapia, solicitó ser reconocido como refugiado. Alegó que su vida corría peligro si volvía a su país de origen ante el miedo de ser deportado.
De hecho, su perfil atípico desconcertó a muchos expertos cuando comenzaron a filtrarse detalles sobre él tras su rápida detención. “Después de 25 años en este negocio, uno piensa que ya nada puede sorprenderle. Pero un exmusulmán saudí de 50 años que vive en Alemania del Este, ama a AfD [Alternativa para Alemania, partido de extrema derecha] y quiere castigar a Alemania por su tolerancia con los islamistas… Realmente, no tenía esto en mente”, escribió en la red social X el reconocido experto en terrorismo Peter Neumann.
Sin embargo, en muchas plataformas y canales de Telegram donde es habitual que los extremistas de derecha intercambien información, ya está claro que este hecho simplemente se ignora. La narrativa en estos grupos es que este hombre no debería haber estado en Alemania y que si se siguiera la llamada reemigración que ellos defienden, este ataque no habría ocurrido. Este término fue popularizado por algunos políticos de AfD para esbozar un plan para deportar del país a millones de extranjeros, no solo a migrantes y refugiados, sino también a ciudadanos alemanes con antecedentes migratorios.
La narrativa simplista y distorsionada de AfD y sus seguidores sobre el tema está calando. Para ellos el problema fundamental es la migración. Las fuerzas políticas que quieren polarizar se benefician de este tipo de acontecimientos. Ya el mismo sábado cientos de personas se concentraron en Magdeburgo convocados por neonazis y partidos ultras, en un encuentro en el que llamaron a deportar a los extranjeros. Este lunes, la delegación de AfD de Sajonia-Anhalt convocó otra concentración por la tarde en la plaza de la catedral a la que acudieron unas 3.000 personas, según la policía local, y en la que estuvo presente la líder del partido y candidata a la Cancillería, Alice Weidel.
“Tras el luto llega el momento de hacer preguntas y exigir respuestas”, reclamó la política en el escenario, que describió al agresor como un “islamista que odia a los alemanes” y exigió “una explicación de verdad” de lo sucedido. Durante su discurso previo a la marcha por el centro de Magdeburgo, Weidel reclamó la expulsión de todos aquellos que “se aprovechan de nuestra hospitalidad y desprecian nuestros valores. Los que desprecian a los ciudadanos del país, los matan. Estos no forman parte de nosotros”, afirmó, desatando los vítores de los presentes y cánticos como “deportación”.
Paralelamente, al acto de AfD, una iniciativa bajo el título de “No le des una oportunidad al odio” convocó una cadena humana alrededor de la antigua plaza del mercado donde el atacante embistió su coche de gran cilindrada contra los que en aquellos momentos disfrutaban del ambiente navideño. Unas 4.000 personas acudieron a la cita, según las autoridades locales.
Las asociaciones de migrantes están preocupadas. El centro especializado en prevención de la violencia Salam de Sajonia-Anhalt y las organizaciones de migrantes han observado un aumento significativo de las agresiones a personas de apariencia extranjera en la ciudad de Magdeburgo. “Los considerados migrantes son insultados por la calle al grito de terroristas, delincuentes o gentuza. A veces los empujan y les escupen”, detalló la organización en un informe.
El debate migratorio en un país de 82 millones de personas, donde viven casi 14 millones de extranjeros ―de los cuales 9,5 millones proceden de países de la Unión Europea―, aviva la discusión política y de seguridad. ¿Quién es responsable? ¿Han cometido errores los servicios secretos? ¿Por qué no se tomaron en serio los avisos que llegaron a los organismos de seguridad? ¿Cómo fue posible que usara una de las vías de emergencias para llegar hasta el mercado?
Las críticas contra las autoridades se suceden estos días. Poco a poco se han ido filtrando datos como que Arabia Saudí avisó a Alemania del peligro que suponía Taleb al Abdulmohsen o que ya fue investigado después de amenazar en 2013 con llevar a cabo un atentado. De momento, se ha convocado una reunión extraordinaria de la comisión de Interior del Parlamento alemán para el 30 de diciembre.
“En los últimos tres años, la coalición de Gobierno [de socialdemócratas, liberales y verdes] ha contribuido desgraciadamente a sembrar la desconfianza en nuestras fuerzas de seguridad en lugar de reforzar a nuestros agentes”, declaró Thorsten Frei, de la Unión Cristianodemócrata (CDU), al diario Rheinische Post, rompiendo así con la tregua no oficial instaurada tras la tragedia. Asimismo, volvió a reclamar la devolución en las fronteras alemanas, algo que ya había exigido el partido en el debate tras el atentado con cuchillo de Solingen, en agosto de este año.
El ataque llega además en vísperas de una campaña electoral que se prevé muy dura. El empeoramiento de la situación económica en Alemania y la guerra de Ucrania alimentan una gran incertidumbre entre el electorado. A esto se suma la desconfianza en la política después de que el canciller alemán, Olaf Scholz, decidiera romper el Gobierno por desavenencias insalvables en materia económica con su socio liberal. Esto beneficia a partidos como AfD, que se alza como segundo en los sondeos con un 19% de los votos en el caso de que los comicios fueran este domingo.
“Sería ingenuo creer que el terrible acto de Magdeburgo no cambiará también la campaña electoral. Se están abriendo paso en la agenda cuestiones de seguridad interior y migración, que hasta ahora no habían desempeñado un papel preponderante”, escribió la publicación alemana Der Spiegel.
Los partidos tradicionales libran una batalla defensiva contra el populismo. Conscientes de lo que está por venir, el Partido Socialdemócrata (SPD), la CDU, la Unión Cristianosocial (CSU), los Verdes, el partido Liberal (FDP) y el partido de la Izquierda, han firmado un acuerdo que estipula que deben evitarse los menosprecios o ataques personales a los políticos y que los debates deben ser respetuosos. Asimismo, deben oponerse a declaraciones extremistas y a abstenerse de la desinformación y al uso de cuentas falsas. “No habrá ningún tipo de cooperación con AfD o con partidos que no se basen en el orden básico democrático libre”, escribieron en el documento difundido el domingo.