Macron nombra un Gobierno continuista en un nuevo intento de sacar a Francia del bloqueo político
Francia ya tiene nuevo Gobierno. El primer ministro, François Bayrou, lo prometió para “antes de Navidad” y ha cumplido, aunque a duras penas. Algo más de una semana después de su nombramiento, el Elíseo anunció este lunes la composición del nuevo Ejecutivo, de carácter continuista y conservador que incorpora a algunas figuras destacadas anteriormente en la política francesa. Sin embargo, su futuro se dibuja incierto a pesar de que todavía no ha dado sus primeros pasos.
Entre las piezas de este Gobierno, que asumirá las riendas de un país en pleno bloqueo político debido principalmente a los Presupuestos para 2025, figura el ex primer ministro Manuel Valls como ministro de Ultramar. Se trata de una cartera que ha ganado relevancia por las crisis que han estallado en diferentes territorios periféricos de Francia (el más reciente, el ciclón que ha afectado a la isla de Mayotte, pero también los disturbios en Nueva Caledonia y las protestas en Martinica por el aumento del coste de la vida) y que impulsarán al Gobierno a prestarles más atención. En la cartera de Economía, el presidente, Emmanuel Macron, ha innovado al nombrar al banquero Éric Lombard como ministro de Economía.
El gabinete de Bayrou conserva al frente del Ministerio de Interior a Bruno Retailleau, representante del ala más dura de la derecha francesa. El miembro de Los Republicanos (LR) ocupó esta cartera en el anterior Ejecutivo, bajo el primer ministro Michel Barnier, en un claro intento de contentar al Reagrupamiento Nacional (RN) de Marine Le Pen. De poco sirvió esta ofrenda de paz, pese a la cual Barnier y sus ministros recibieron una moción de censura el 4 de diciembre.
La composición de Bayrou, de 73 años y líder del partido de centroderecha Movimiento Democrático (MoDem), mantiene la misma base política y no incluye a ningún representante propuesto ahora por la izquierda, pese a los intentos de acercamiento del jefe del Ejecutivo. Aun así, hay dos figuras de procedencia socialista: François Rebsamen, ministro de Descentralización, y el propio Manuel Valls, que fue primer ministro durante la primera etapa de la presidencia de François Hollande. Queda por saber si la oposición está satisfecha por el momento con las designaciones o si, por el contrario, comienza a trazar estrategias para una moción de censura, una amenaza mencionada en los últimos días por algunas fuerzas.
Francia está sumida en una crisis política desde junio, cuando el presidente Macron anunció la disolución de la Asamblea Nacional y convocó elecciones tras los desastrosos resultados obtenidos en los comicios europeos. Las legislativas resultaron en la victoria de la alianza de izquierda Nuevo Frente Popular (NFP), pero la Cámara baja del Parlamento quedó fragmentada en tres bloques irreconciliables y sin mayoría clara —la izquierda, el centroderecha y la extrema derecha—, lo que dio lugar a un frágil Gobierno que apenas duró tres meses, el más corto de la Quinta República.
Pese al fracaso del Ejecutivo Barnier, caído a iniciativa del partido de izquierda radical La Francia Insumisa (LFI) de Jean-Luc Mélenchon y gracias al apoyo de RN, Bayrou ha conservado parte de la configuración de su predecesor.
A su llegada al puesto, el primer ministro dio señales de una mayor apertura, tendiendo la mano tanto a la derecha como a la izquierda moderada, manteniendo reuniones con los jefes de las distintas fuerzas políticas —excluyendo a LFI y RN— y consultando regularmente con Macron.
Algunos no estuvieron, sin embargo, muy impresionados con sus ideas y promesas. “Estamos consternados por la pobreza de lo que se ha propuesto”, declaró el jueves el líder del Partido Socialista (PS), Olivier Faure, asegurando que su formación todavía no ha encontrado “ninguna razón para no censurar” al jefe del Gobierno.
A falta de una línea política clara por falta de mayoría, Bayrou se había marcado el objetivo de rodearse de pesos pesados. Además de Bruno Retailleau, gran figura de LR —la derecha tradicional heredera del gaullismo— y popular entre la extrema derecha gracias a su firme compromiso con la lucha contra la inmigración irregular, el Gobierno contará con nombres más conocidos como la ex primera ministra Élisabeth Borne en la cartera de Educación y a Jean-Noël Barrot en Exteriores.
Xavier Bertrand, otra de las personalidades más reconocibles de la política francesa y protagonista de una larga historia de aversión mutua con RN, finalmente no integrará el Ejecutivo, una señal clara de que el partido de Marine Le Pen sigue condicionando en buena medida el Gobierno francés.
Cartera de Economía
La gran incógnita de este nuevo gabinete estaba sin duda centrada en quién lideraría el Ministerio de Economía. Finalmente, el banquero Éric Lombard estará al frente de esta cartera, un puesto hasta hace unos meses muy deseado, pero que ahora se percibe como un desafío casi imposible de gestionar.
Francia tiene un largo y espinoso camino que recorrer para enderezar sus cuentas. Según las estimaciones del Instituto Nacional de Estadística (INSEE, por sus siglas en francés), la deuda pública alcanzó los 3,3 billones de euros en el tercer trimestre de 2024, es decir, el 113,7% del PIB. Y el déficit público del país superará este año, con casi total seguridad, el 6% del PIB. Para rectificar la situación, el Gobierno del ex primer ministro Michel Barnier calculó que el Estado debía hacer un ajuste de 60.000 millones de euros, entre recortes de gasto y subidas de impuestos. Los Presupuestos que presentó en consecuencia, y que pretendió aprobar por decreto ante la oposición de la izquierda y la extrema derecha, acabaron con su legislatura.
La caída de Barnier y el posterior nombramiento de Bayrou también han generado dudas entre los inversores. La prueba es que la agencia Moody’s rebajó la fiabilidad de la segunda economía de la Unión Europea, al situar su calificación soberana en Aa3 con perspectiva estable, poniendo en duda la capacidad del Gobierno para “implementar medidas que eviten déficits presupuestarios mayores de los previstos”.
Por ahora, una “ley especial” evita que el Estado y la Seguridad Social se queden sin capacidad de actuación a partir del 1 de enero de 2025, pero no puede reemplazar el Presupuesto para el próximo año. Invitado en la cadena pública France 2 el 19 de diciembre, Bayrou indicó su intención de presentarlo “a mediados de febrero”.
Tropiezos y baja popularidad
En este clima de incertidumbre política, una misma pregunta sobrevolará sin duda las cenas de Nochebuena en Francia este año: ¿cuánto tiempo durará el nuevo Gobierno?
Los primeros días en el cargo de François Bayrou, cuya designación el 13 de diciembre estuvo acompañada de una sensación de improvisación, han sido complejos. Además de la ardua tarea de formar un Ejecutivo que perdure más allá de unos pocos meses, el primer ministro ha sumado varios tropiezos que han planteado dudas sobre su capacidad de liderazgo.
Apenas un día después de su designación, Bayrou se topó con una grave crisis en el archipiélago francés de Mayotte, situado en el océano Índico y devastado por el ciclón Chido. El jefe de Gobierno, que mantiene su cargo como alcalde de Pau, decidió presidir el pleno municipal de esta ciudad, situada en el suroeste de Francia, el mismo día en que se celebraba una reunión de crisis para dar respuesta a la situación de emergencia en el territorio de ultramar, a la que participó por videoconferencia.
Al día siguiente, durante la sesión de control al Gobierno, Bayrou justificó no haber viajado a Mayotte, asegurando que “no es de rigor que el primer ministro y el presidente de la República abandonen el territorio nacional al mismo tiempo”. La respuesta no tardó en llegar y el conjunto del espectro político francés le recordó que el archipiélago forma parte del país. “El calendario de Adviento de Bayrou les brinda un escándalo cada día”, ironizó el diputado de RN Guillaume Bigot. Según un sondeo del instituto Ifop para el Journal du dimanche publicado el domingo, solo un 34% de las personas encuestadas están satisfechas o muy satisfechas del actual jefe de Gobierno.