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Ucrania desconfía de un acuerdo de paz que no garantice su seguridad frente a Rusia a largo plazo

Ucrania desconfía de un acuerdo de paz que no garantice su seguridad frente a Rusia a largo plazo

Ucrania termina el tercer año de guerra tratando de imaginar cómo será 2025. El deseo generalizado es que sea el año del fin de la guerra, pero los términos de una paz justa y duradera están todavía por definir. El país escudriña con nerviosismo las señales que le llegan de Occidente, especialmente de Estados Unidos, con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca el 20 de enero. Pero también de los socios de la UE, con quienes el presidente, Volodímir Zelenski, se reunió este jueves en Bruselas. El dirigente insistió en que su entrada en la OTAN sería la garantía de seguridad que Kiev necesita frente a Rusia.

En Ucrania ya son mayoritarias las opiniones a favor de abrir negociaciones, según una encuesta de Gallup publicada a finales de noviembre. Un 52% de los encuestados se decanta por esta opción frente al 22% de 2022, cuando empezó la invasión a gran escala rusa. Los que instan a seguir luchando hasta la victoria han caído al 38%, en comparación con el 73% del inicio del conflicto. Entre los factores que han invertido los resultados, los encuestados señalan la fatiga; la situación en el frente, donde una Rusia con mayores recursos y más tropas va sumando avances; y la incertidumbre del factor Trump. Zelenski ha ido girando también en los últimos meses: la idea de negociar ya está en la agenda, aunque no tiene prisa. Como suele repetir, quiere llegar a la paz a través de la fuerza.

Halina Yatsiuk, de 38 años, es parte de la población ucrania que aboga por seguir luchando. Huyó de Lisichansk (Lugansk) en 2022, se instaló en Pavlograd, en la región de Dnipró, y allí sufrió de cerca un bombardeo ruso el pasado septiembre. “Todos queremos que la guerra acabe ya”, decía hace unos días en su piso, todavía con un ventanal sin cristal. Pero no a cualquier precio: “Hemos perdido nuestras casas, ha muerto mucha gente, nuestra vida está en peligro y también la de nuestros familiares en el frente, ¿y para qué?”, se preguntaba ante la posibilidad de un cese de la guerra forzado.

La cofundadora del Centro Internacional para la Victoria Ucrania, Hanna Hopko, se mostraba “cautelosamente optimista” este jueves. La exdiputada ve señales de que los líderes europeos —que han acordado acelerar las entregas de armamento para que Ucrania llegue fuerte a las negociaciones— no pedirán un alto el fuego. “Han comprendido el precio y las consecuencias de un mal acuerdo, sobre todo después de Minsk I y II”, opinaba.

Las garantías de seguridad son esenciales para Ucrania y Hopko está convencida de que los socios de la UE lo entienden. La cuestión sigue siendo qué garantías serán aceptables para las partes. El presidente francés, Emmanuel Macron, promueve la idea de una misión de paz con tropas europeas, dado el rechazo de algunos miembros de la OTAN a invitar a Ucrania a la Alianza.

Trump es uno de los líderes que lo rechazan. Quiere además un cese inmediato de las hostilidades, como manifestó después de reunirse con el presidente ucranio en París el pasado 8 de diciembre. Keith Kellogg, al que el futuro presidente republicano nombrará enviado especial para Ucrania y Rusia, delineó en abril su idea para el fin del conflicto: congelar la línea del frente y ofrecer garantías que podrían incluir un aumento del suministro de armas. Kellogg viajará a Kiev en enero, donde lo aguardan con esperanza. Hopko, presidenta también de la Red de Defensa de los Intereses Nacionales (ANTS), ve una buena señal que haya manifestado que la visita es para recabar datos, no para negociar.

El analista del Instituto Ucranio para el Futuro Igar Tishkevich tampoco cree que las negociaciones vayan a ser tan inmediatas como ha manifestado Trump. “Ahora no son posibles, porque [el presidente ruso, Vladímir] Putin no quiere. La única opción que contempla es que Ucrania se rinda; y Ucrania no quiere empezar las conversaciones todavía, quiere seguir luchando para demostrar que puede frenar a Rusia y tener más fuerza”, explicaba este jueves. Tishkevich, que esta semana presentó en un acto en Kiev, junto a dos colegas sus predicciones para 2025, apuntaba a un posible inicio de las conversaciones a mediados de marzo, tras la toma de posesión de Trump.

Putin rechaza una tregua

En la presentación del lunes, el director ejecutivo del instituto, Vadim Denisenko, subrayó también la dificultad de que Putin se siente a negociar. “No necesitamos una tregua, necesitamos una paz a largo plazo, duradera y respaldada con garantías para la Federación de Rusia”, dijo el presidente ruso este jueves. Moscú exige el reconocimiento de los territorios ocupados —que suponen ya el 19% del país—, la neutralidad de Ucrania con límites a la capacidad de sus Fuerzas Armadas y garantías de que no ingresará en la OTAN. En su rueda de prensa anual, Putin aseguró que el fin de la invasión está cerca, porque según él pronto logrará los objetivos de la que sigue llamando “operación especial”.

Rusia va ganando en el campo de batalla y sigue comiendo terreno, por lo que no tiene incentivos para sentarse a negociar. Lo único que en opinión del Denisenko podría forzarle es el estado de la economía rusa, “con el 62% de la población en el umbral de la pobreza, y el sector del carbón y las infraestructuras al borde del colapso”. Pero si a algo le teme Putin, según el analista, es a una caída del precio del petróleo. Y ahí, los expertos coinciden en que Trump puede apretar. “Estoy preparado para un encuentro si él quiere”, dijo este jueves Putin sobre la posibilidad de verse con el magnate estadounidense.

Zelenski sabe que necesita a Trump de su lado. Sin Estados Unidos, dijo en Bruselas, “es muy difícil mantener el apoyo a Ucrania”. Ucrania intentará convencer a Trump de que un alto el fuego no es buena idea, pero si no lo consigue, “tendrá que adaptarse a lo que sugieran los aliados occidentales”, como subrayaron los analistas en su presentación esta semana. Tishkevich opina que será clave ver si la UE compensa el apoyo que Estados Unidos ofrece a Ucrania. Es complicado. Europa puede ayudar financieramente, pero Kiev es muy dependiente de las capacidades militares que le ofrece Estados Unidos en términos de munición, misiles y artillería. Entre las necesidades urgentes de Ucrania están las defensas antiaéreas, según dijo Zelenski en Bruselas.

Estos días se suceden en Kiev los debates y las jornadas sobre qué deparará 2025, como el de los expertos en prospectiva. Se analizan todo tipo de posibilidades y se compara la situación de Ucrania con la que han vivido otros países después de distintos conflictos, como la Alemania partida en dos tras la II Guerra Mundial, o las dos Coreas. Para Tishkevich, una posibilidad sería lo que llama “el escenario Georgia”, que explica: “La batalla se pararía en la línea del frente y Ucrania asumiría que no es posible emplear el poder militar pero no reconocería los territorios ocupados por parte de Rusia. Ningún país reconocería la legitimidad rusa sobre esas nuevas fronteras. Ucrania trataría de reconstruir el país y recuperar su fuerza militar”.

Mientras los expertos debaten, los políticos proponen y los militares luchan para mejorar la posición de Ucrania, Svetlana Zhigalina, una veterinaria de 53 años, asume que Moscú está en una situación de mayor fortaleza y que Ucrania tendrá que hacer concesiones. Esta antigua vecina de Marianka, en Donetsk —que ahora vive en un centro de acogida en Pavlograd gestionado por varias ONG socias de Acnur—, se ha mudado cinco veces desde que empezó el conflicto en 2014 y está agotada, como muchos compatriotas. “Hay que parar ya la guerra porque si no, [las tropas rusas] van a ocupar cada vez más territorio”, dice. A Zhygalina se le empañan los ojos cuando se le plantea la pregunta que dejó Yatsiuk en el aire. ¿Para qué ha servido todo? “La guerra lleva 10 años y ya vale. Que el presidente decida los términos, pero que la acabe. El riesgo, si no, es que se prolongue y el país desaparezca y se convierta en cenizas”.

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