La política… como la pelota
La gobernadora dijo lo que dijo con la boca llena de risa. Chiste malo, pero como propio, lo celebró. Ella no sabía que los demonios no están en la esquina, sino a mitad de cuadra, y estos no esperaron mucho para colocarla en la verita del infierno.
En su gobierno y partido empezaron las llamas.
El relajo está bien, pero solo si se hace en privado, nunca en un medio de comunicación, que es de allá, pero que se hizo sensación nacional.
Incluso, memorable. Dio a conocer lo que debe llamarse doctrina Milagros. Los perremeístas tienen que enterarse de lo que no se les dijo en campaña.
El poder no es una teta que mana leche, ni mieles que puedan saborear, y mucho menos botín que repartir. Al gobierno se va a servir, no a servirse.
El viejo mantra peledeísta y que olvidaron en el poder, la directora de Ética lo recordó de sus días de corta militancia y lo aplica con drasticidad y contundencia.
La mamá de la gobernadora tiró (aunque en Montecristi no hay molinos) pero la hija se recogió y pidió perdón.
Ya no hay cuarto de hora y como al principio, entre lamentos y quejas.
La política como la pelota: redonda, pero en caja cuadrada.