Muere G. Gordon Liddy, el exagente del FBI condenado por el Watergate
Nunca se arrepintió de lo que hizo e incluso una vez en libertad llegó a decir que lo hubiera vuelto a hacer. Este martes, G. Gordon Liddy, el agente encubierto detrás de la operación de espionaje de la sede electoral del Partido Demócrata, que acabó costándole la presidencia a Richard Nixon en 1974, ha fallecido en casa de su hija en el condado de Fairfax, Virginia. Su hijo, Thomas Liddy, confirmó su muerte al diario The Washington Post sin revelar las causas, aunque añadió que no estaba relacionado con la covid-19. Tenía 90 años.
Antiguo agente del FBI, Liddy fue un personaje que se negó a testificar en las audiencias sobre el caso del Watergate mientras todos sus compañeros en el escándalo lo hacían. Por ello fue condenado a una pena mayor que la de todos los demás: 20 años de cárcel. “Mi padre no crió ni un soplón ni una rata”, explicó en 2001 en una entrevista con Los Angeles Times. Su sentencia fue conmutada por el presidente Jimmy Carter, quien ordenó su puesta en libertad tras cumplir poco más de cuatro años de la condena. Liddy fue condenado por conspiración, robo y escuchas telefónicas por los allanamientos del Watergate.
Tras su salida de prisión, Liddy hizo tantos papeles como era de esperar en una personalidad casi teatral: desde ser presentador de un programa de radio hasta autor de best sellers, pasando por candidato al Congreso, promotor de inversiones en oro y, por supuesto, actor.
Junto con un exagente de la CIA, Howard Hunt, Liddy aceptó el papel de realizar los “trabajos sucios” que hicieran falta en el Comité de Nixon para la reelección del presidente. Algunos de sus planes eran tan extravagantes e ilegales que sus superiores los rechazaban. Entre ellos estuvieron por ejemplo un complot para matar al columnista de investigación Jack Anderson, un ferviente crítico de Nixon; sugerir que manifestantes contra la guerra que protestaban en el Comité Nacional Republicano en San Diego en 1972 fueran secuestrados y llevados al otro lado de la frontera en México; y atraer a los funcionarios del Partido Demócrata a una fiesta con prostitutas.
Sin embargo, en 1971 una de sus confabulaciones fue aceptada. Meses antes del robo de Watergate, Liddy fue parte del allanamiento en las oficinas de un psiquiatra que estaba viendo a Daniel Ellsberg, un exanalista militar de Estados Unidos que filtró los conocidos como Papeles del Pentágono, dosieres altamente secretos, sobre la guerra de Estados Unidos en Vietnam, que exponían cómo la Casa Blanca había mentido al pueblo norteamericano sobre la buena marcha de la contienda.
Finalmente la puntilla que le envió a la cárcel llegó de la mano del robo en la sede del Comité Nacional Demócrata, en el complejo de oficinas del hotel Watergate en Washington, cuando Nixon buscaba la reelección en 1972.
Nacido George Gordon Liddy en Brooklyn (Nueva York) el 30 de noviembre de 1930, creció, sin embargo, en Hoboken, Nueva Jersey. Liddy hablaba de una abrumadora sensación de miedo y pavor cuando era niño: los enormes dirigibles que volaban silenciosamente sobre su casa, las ratas que se deslizaban por las líneas eléctricas, las monjas que lo abroncaban en la escuela. Afirmó que la primera voz tranquilizadora que escuchó fue la de Hitler. “La pura confianza animal y el poder de voluntad de Hitler me fascinaron”, recordó en una entrevista de 2004.
En su autobiografía de 1980 Will, dijo que se inspiró en los discursos de Adolf Hitler que la criada alemana de su familia escuchaba en la radio y estaba decidido a hacer de sí mismo un hombre. Liddy se tenía por un cobarde y estaba decidido a hacer algo al respecto: Lo que hizo fue asar y comer una rata y atarse a un árbol durante una tormenta eléctrica para superar sus miedos.
Se unió a la Infantería de Marina, pero nunca cumplió su sueño de luchar en la Guerra de Corea. En cambio, fue a la facultad de derecho, se convirtió en agente del FBI y luego en fiscal. Cuando se postuló para un escaño en el Congreso de Nueva York, una de sus tácticas de campaña favoritas fue quitarse la chaqueta antes de hablar, revelando la pistolera que le gustaba usar. Perdió la campaña y se unió al Departamento del Tesoro, donde fue recordado como un empleado problemático y finalmente abandonó el puesto.
Eso llevó a Liddy a la Casa Blanca y a una unidad clandestina conocida como los fontaneros, cuya primera tarea fue desacreditar al exanalista de defensa Ellsberg, quien había filtrado los Papeles del Pentágono, dejando tocado y resentido al presidente Nixon. Genio y figura, siempre erguido y con su característico bigote negro cepillado, Liddy se paseaba por las calles de Washington con su volvo negro cuya matrícula estaba personalizada: H20-GATE (la fórmula del agua (H20) + GATE = Watergate).
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