Italia empieza a deportar migrantes a Albania entre crecientes dudas sobre la eficacia del plan estrella de Meloni

El primer barco militar italiano que deporta migrantes rescatados en el Mediterráneo a Albania, que no es miembro de la UE, ya está en camino hacia la costa del país balcánico, según ha anunciado este lunes el Gobierno de ultraderecha de Giorgia Meloni. Cuando llegue, comenzará a funcionar, con seis meses de retraso, el polémico campo de internamiento construido y gestionado por Italia en Gjadër, para enviar allí a personas auxiliadas en el mar. En este lugar serán sometidos a procedimientos acelerados de gestión de peticiones de asilo y, si es el caso, de repatriación.

Italia ha levantado dos instalaciones en Albania, gracias a un acuerdo firmado con ese país en 2023. Una, en el puerto de Shëngjin, un centro de simple desembarco e identificación con capacidad para 200 personas. De ahí serán enviadas en autobuses al complejo de Gjadër, a 20 kilómetros y de 880 plazas. Este es ya un campo de internamiento a todos los efectos, pues de ahí no pueden salir y quedan a la espera de que se resuelvan sus expedientes.

Es un protocolo inédito, criticado por organizaciones de defensa de derechos humanos, pero bendecido por la Comisión Europea en su objetivo de endurecer los requisitos de entrada de migrantes, y al que muchos países miran con interés por si es posible empezar a replicarlo. En España, también el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, ha alabado el modelo de Meloni. El mes pasado viajó a Roma para interesarse por él.

Pese a las alabanzas, lo cierto es que su eficacia, más allá del efecto de imagen y propaganda electoral, está por ver. El plan acaba de recibir un duro golpe, de consecuencias aún inciertas. Una reciente sentencia del Tribunal de Justicia de la UE redujo de 22 a 7 el número de países considerados seguros por Italia cuyos ciudadanos pueden ser deportados en estos procedimientos abreviados. La clave es que deja fuera los principales puntos de origen de los desembarcos, como Bangladés, Túnez, Egipto o Libia. Solo quedaría en esa lista un país de África, Cabo Verde, con porcentajes ínfimos de desembarcos. Los demás son países balcánicos.

Se verá rápido, con este primer barco, qué sucederá, porque el mayor número de las personas a bordo son precisamente de Egipto y Bangladés, según los medios italianos. Ahora se espera un choque, uno más, entre el Gobierno italiano y los jueces que deben aplicar esa sentencia. Podrían, por tanto, rechazar las peticiones de procedimientos abreviados remitidas desde el centro italiano en Albania. Si es así, esas personas no podrán ser retenidas, y como tampoco en Albania pueden abrir la puerta y dejarlas salir, deberán enviarlas a Italia. Es decir, no cambiaría nada, pese a todo el despliegue y la inversión del Gobierno italiano.

“La sentencia europea va a ser un obstáculo muy importante, no sé con qué truco legal el Gobierno conseguirá esquivarla, pero es que de todas maneras toda la cobertura legal está pensada para eliminar los derechos fundamentales de las personas”, opina Dario Belluccio, abogado y miembro de la Asociación para Estudios Jurídicos sobre Inmigración (ASGI).

En realidad, esto ya estaba ocurriendo en los tribunales italianos. “En Palermo y Catania, dos de los tribunales que más tramitan solicitudes de convalidación de retención para un procedimiento acelerado, el 90% ya están siendo rechazadas”, explica Matteo Villa, investigador del Instituto para Estudios de Política Internacional (ISPI). El ministro de Interior, Matteo Piantedosi, ha dicho este lunes en una entrevista en La Stampa que ve en los jueces “resistencia ideológica”. Será decisivo lo que hagan los magistrados en el caso de los expedientes tramitados en Albania, que en este caso irán al tribunal de Roma.

Vista aérea del centro italiano de primera acogida para migrantes en el puerto albanés de Shëngjin, donde desembarcarán y serán identificados para ser luego trasladados al campo de internamiento en Gjadër.Florion Goga (REUTERS)

El Gobierno italiano ha calculado que por este centro podrán pasar unos 36.000 migrantes al año. Al menos esa es su capacidad. Pero esta es una cifra que aún debe afrontar la prueba de los hechos. Hay muchas preguntas sin responder: sobre el número de personas a las que realmente afecta el procedimiento; sobre el alto coste (800 millones de euros en cinco años, 252 solo en gasto de personal italiano desplazado); sobre la complejidad práctica de organizar los traslados y las posibles trabas legales, empezando por la sentencia europea… Así que, de entrada, no habrá inauguraciones ostentosas. Los centros simplemente empezarán a funcionar cuando llegue el primer barco, a partir del miércoles. Y a partir de ahora, habrá que ver cómo funciona todo, esa es la gran pregunta.

Este es uno de los proyectos estrella de Giorgia Meloni, que lanzó la idea de que los migrantes ni siquiera llegaran a pisar Italia y fueran devueltos a sus países. Las primeras críticas fueron de orden ético y jurídico: es la primera vez que un Estado de la UE externaliza la atención a migrantes y solicitantes de asilo fuera de territorio europeo, si bien los acuerdos con Albania prevén que los centros se consideren suelo italiano. También están en duda las garantías de todo el proceso.

Sin efecto disuasorio

Pero ahora predominan objeciones prácticas que plantean si realmente tiene sentido. “El gasto por persona va a costar cuatro veces más, en este centro harán lo mismo que en Italia y, es más, la mayoría de esas personas acabarán en Italia”, añade Villa. Este investigador señala que en Italia el porcentaje de repatriaciones respecto a los desembarcos es del 20%: “Con esa referencia, la mayoría de esas personas serán luego enviadas a Italia”. Eso, o el centro se saturará rápidamente, indica, porque el trámite suele llevar de tres a seis meses, aunque se pretende realizar en 28 días. En resumen, concluye, el efecto disuasorio del centro en Albania será nulo. Y ese era uno de sus principales objetivos.

Los problemas para poner en práctica el plan empiezan en la complejidad del sistema que ha debido ingeniarse para trasladar a Albania a los migrantes dentro de la legalidad. Para empezar, solo afecta a los que rescaten naves italianas en el mar. Es decir, quedan fuera todos los que llegan por sus propios medios, porque ya tocan suelo italiano, y los que auxilian barcos de ONG extranjeras, que son en torno a un 40%, según Villa.

Solo hay una nave de una ONG italiana en las operaciones de rescate, y ha dicho que no piensa colaborar en este procedimiento. En definitiva, solo participan en este sistema las naves de la Marina, de la Guardia Costera y de la Guardia di Finanza. El Ministerio de Interior italiano no ha aclarado cuántas son, un dato del que se puede deducir el alcance real del plan. Según los expertos, son algunas decenas de buques. Por otro lado, aún no se comprende bien si quien es rescatado en las 12 millas de aguas territoriales y 12 siguientes, que ya se consideran territorio italiano, puede entrar en el protocolo. Otra posible fuente de recursos en los tribunales.

Un soldado italiano, en las instalaciones del campo de internamiento de Gjadër.
Un soldado italiano, en las instalaciones del campo de internamiento de Gjadër. Florion Goga (REUTERS)

Una vez que esos barcos recojan personas en el mar, para evitar que toquen tierra, los trasladarán a una nave pensada como una gran oficina y residencia temporal flotante donde se hará una primera selección de estas personas. Es el barco militar que ya hoy se dirige rumbo a Albania, el Libra. No obstante, es una solución provisional, se ha sacado a concurso un contrato de 13,5 millones de euros para tres meses, de una nave con 300 plazas, 200 de ellas para los náufragos. Una de las preguntas que surgen es qué se hará mientras ese barco va y viene de Albania, trayecto que requiere entre 5 y 10 días. Es decir, gran parte del tiempo no podrá recoger migrantes, lo pasará yendo y viniendo.

Pero hay más filtros que recortan el número de personas efectivamente trasladadas. Mujeres, menores, enfermos y personas especialmente vulnerables no irán a Albania, proseguirán en Italia. El resto, hombres adultos procedentes de países considerados seguros, son los que podrán ser enviados al país balcánico. No obstante, es aquí donde ha surgido el obstáculo de la sentencia europea sobre la lista de países considerados seguros.

La resolución del pasado 4 de octubre señala que, de la lista de los 22 países considerados seguros por Italia, en realidad 15 no lo son. Italia los califica así, aunque admita que en algunas zonas de esos países no se respetan derechos básicos o que algunos colectivos corren riesgos. Pero el tribunal ha dicho que eso basta para determinar que todo el país no es seguro. En resumen, habrá que ver cuántas personas acaban yendo a Albania realmente. Solo se podría trasladar a personas de siete países con porcentajes mínimos de llegadas: Cabo Verde, Bosnia, Kosovo, Macedonia del Norte, Montenegro, Serbia y la propia Albania.

El plan prevé que el procedimiento acelerado para pedir asilo dure 28 días, pero todo a distancia, y es posible que lleguen recursos de inconstitucionalidad porque hay una discriminación en el tratamiento de los migrantes enviados a Albania, respecto a los que llegan a Italia. Será más complicado simplemente tener un abogado y además una nueva norma reduce de 15 a 7 días el plazo para recurrir si la solicitud de asilo es rechazada.

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