Israel intensifica el cerco y los ataques en su tercer intento de someter al norte de Gaza

La ofensiva que Israel lleva a cabo en las dos últimas semanas en el norte de Gaza, donde una decena de personas han muerto en las últimas horas en el ataque a un centro de distribución de comida, no impide que se mantengan los intensos bombardeos en la mitad sur del enclave. Al menos 18 personas perecieron allí en el ataque a una escuela de la ONU en Nuseirat. Otras cuatro fallecieron poco después, en una zona de acampada que acoge a desplazados por la guerra en Deir el Balah. Por tercera vez, las tropas de ocupación tratan de acabar con la resistencia armada palestina en la zona septentrional de la Franja mediante una incursión terrestre y aérea —con aviones y drones— en la que, según la ONU, hay “cientos de muertos” víctimas de esa ofensiva.

Parte de la estrategia para someter a los aproximadamente 400.000 vecinos que quedan en Gaza es impedir la llegada de alimentos y otros suministros básicos, tanto para los habitantes como para los hospitales, obligando así a la población a desplazarse hacia el sur. Los muertos en la Franja tras este año de guerra ascienden a más de 42.200, la mayoría civiles, según fuentes sanitarias del Gobierno de Hamás.

“Muchas personas estaban esperando poder recibir comida para sus hijos cuando Israel atacó con un dron”, explica por teléfono Mohamed Obaid, director del hospital Al Awda de Yabalia, hasta donde han llegado tres de los muertos y unos 40 heridos. Otros siete cadáveres y al menos una decena más de heridos, añade, fueron trasladados al hospital Kamal Adwan de Beit Lahia, también en el norte de Gaza y sometida al asedio israelí junto a Bieit Hanun y Yabalia. Otras fuentes médicas consultadas por Reuters señalan que el ataque se produjo con un proyectil de tanque. Del campo de refugiados llegan imágenes de carros de combate israelíes por zonas arrasadas en medio de edificios destruidos por los bombardeos y la artillería. Sigue siendo un escenario vedado a los medios de comunicación, salvo un puñado de reporteros locales que, aseguran, están siendo objetivo directo.

“Hay un gran número de heridos, incluidos niños y mujeres, en la zona asediada, en las calles y en las casas, a los que las ambulancias no pueden llegar”, describe por mensaje Husam Abu Safieh, director del hospital Kamal Awan. También “llegan muchos mártires [muertos por la causa palestina] a diario y muchos heridos para los que no tenemos el equipo necesario ni instalaciones”, agrega al tiempo que alerta de la escasez de suministros médicos y del combustible necesario para mantener la actividad del centro. El temor es que estos se acaben de manera definitiva. Aunque no ha abandonado el norte de Gaza ni la atención a los pacientes durante toda la guerra, reconoce Abu Safieh que “estos están siendo los días más difíciles que ha afrontado el hospital”.

“El sistema de salud está prácticamente colapsado”, alerta Philippe Lazzarini, máximo responsable de la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA), que añade en un comunicado que no logran comunicarse con su equipo sobre el terreno en Yabalia, “el más afectado”, donde se han visto obligadas a huir unas 50.000 personas. En ese campo de refugiados, la agencia ha tenido que suspender sus servicios, incluida la atención médica, y solo funcionan dos pozos de agua. “Desde el 30 de septiembre no se ha permitido a las Naciones Unidas proporcionar ningún tipo de asistencia, ni siquiera alimentos”, denuncia Lazzarini.

“Mientras hablamos, escribimos, tuiteamos, sollozamos, las fuerzas israelíes están cometiendo otra masacre en el norte de Gaza. En Yabalia, la gente es asesinada —tanto en grupos como de uno en uno— en medio de una crueldad y un sadismo indescriptibles”, denuncia en su cuenta de X (antes Twitter), la abogada italiana Francesca Albanese, relatora de la ONU para los derechos humanos en Palestina.

La comunidad internacional debe impedir esa deportación en el norte del enclave palestino por parte de Israel, señala un comunicado hecho público este lunes por varias organizaciones humanitarias israelíes. Acusan, además, a las tropas de impedir la llegada de alimentos en un plan para “matar de hambre a la población”. Esa comunidad internacional “tiene la responsabilidad de impedir los crímenes de hambre y traslados forzados” y, si no actúa, “serán cómplices”. Para ello, deben poner en marcha mecanismos a su disposición de carácter jurídico, económico o diplomático, señala el texto de las ONG BTselem, Yesh Din, Médicos por los Derechos Humanos y Gisha.

Quemados vivos

En otro bombardeo, al menos 18 personas han muerto en una escuela que gestiona UNRWA en Nuseirat (centro de la Franja). “Gaza es un infierno sin fin”, describe Lazzarini en un mensaje publicado en la red social X en el que informa de que la campaña de vacunación de la polio, que iba a llevarse a cabo en sus instalaciones desde el lunes, ha tenido que ser suspendida por los daños.

Las imágenes más difundidas en las últimas horas son las del ataque a una zona de acampada adyacente al hospital Al Aqsa de Deir el Balah, en el sur de la Franja. Se produjo de madrugada, en torno a la una y media, según testigos presenciales. Fuentes médicas palestinas informan de al menos cuatro muertos en un ataque que también ha condenado Lazzarini. Los vídeos muestran cómo al menos una persona muere abrasada entre las llamas de las tiendas de campaña sin poder ser socorrida por la intensidad del incendio.

Vista general de una zona afectada por los bombaderos del Ejército israelí, cerca del hospital Al-Aqsa (Deir al Balah, Gaza).EFE

“No queda nada de dos hileras de tiendas”, describe la reportera gazatí Ghada Oudah tras visitar en la mañana del lunes el lugar de los hechos. Un sitio que conoce bien porque suele visitarlo con frecuencia. Muchas personas, añade por teléfono, se refugian cerca del hospital porque allí es más fácil el acceso a suministros básicos como agua o electricidad. Las llamas, calcula, tardaron alrededor de dos horas en ser extinguidas. “Ha sido horrible: se han quemado vivos sin que pudieran hacer nada por ellos”, lamenta. “Pero esta no es la primera vez que este sitio es objeto de ataques”, recuerda.

El ejército israelí afirma haber abierto una investigación sobre ese ataque, que no obstante califica de “preciso”, y cuyo objetivo eran “terroristas que operaban dentro de un centro de comando y control”. Posteriormente, añaden en un comunicado, “se inició un incendio” en la zona de acampada del centro sanitario “probablemente debido a explosiones secundarias”.

Albanese: “Me sorprende que no podamos detenerlo”

Ronen Bar, jefe del Shin Bet —los servicios secretos internos de Israel—, ha reconocido estos días durante una visita a tropas en Líbano que piensan mantener el control militar tanto sobre ese país como sobre partes de Gaza mientras no haya un acuerdo de alto el fuego. La ofensiva de este mes de octubre es, tras los intentos de hace un año y de mayo, la tercera tentativa de las tropas de ocupación israelí por hacerse con el control del norte de Gaza, donde la resistencia armada —con Hamás al frente— no ha logrado ser descabezada.

Albanese denuncia lo que ella considera un “plan genocida” por parte de los israelíes, “con armas fabricadas en Occidente y con apoyo occidental”. “Me sorprende”, añade”, “pensar que sabemos lo que está haciendo Israel y que, en conjunto, no podemos detenerlo”.

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