La incertidumbre sobre los Presupuestos en Portugal pone en apuros a los tres principales líderes políticos
Nadie está quedando bien en el tortuoso proceso político que se desarrolla en Portugal desde hace unos meses. De entrada, el asunto parece limitarse a las negociaciones para la aprobación de los Presupuestos del Estado para 2025 redactados por el Gobierno que lidera Luís Montenegro (centroderecha) y que carece de mayoría parlamentaria. El desenlace, sin embargo, va más lejos y determinará el futuro político del país porque tiene como uno de sus desenlaces posibles la convocatoria de nuevas elecciones. Serían las terceras en tres años. Una inestabilidad insólita que no tiene precedentes desde que se celebraron las primeras elecciones legislativas en 1976 tras la Revolución de los Claveles ocurrida dos años antes.
Por distintas razones, el tira y afloja actual está desgastando la imagen de los principales líderes. La figura de Luís Montenegro como primer ministro, que se ha ido consolidando desde que llegó al poder, ha sufrido un golpe con las revelaciones realizadas por el líder del partido de ultraderecha Chega, André Ventura. En una entrevista en la TVI/CNN, Ventura afirmó que tuvieron un encuentro secreto el 13 de julio en la residencia oficial de São Bento donde se abordó la negociación presupuestaria y una hipotética entrada en el Gobierno de Chega “cuando se diesen las condiciones”. Una oferta desmentida casi de inmediato por el primer ministro, que escribió en la red social X: “El Gobierno nunca ha propuesto un acuerdo a Chega. Lo que ha dicho el presidente de ese partido es simplemente MENTIRA. Es grave aunque no pasa de mentira y desesperación”.
Nunca o Governo propôs um acordo ao Chega.
O que acaba de ser dito pelo Presidente desse partido é simplesmente MENTIRA.
É grave mas não passa de Mentira e Desespero.— Luís Montenegro (@LMontenegropm) October 10, 2024
A la afirmación de Ventura, se suma la de Diogo Pacheco de Amorim, vicepresidente de la Asamblea de la República y destacado dirigente de Chega, que este sábado aseguró a EL PAÍS que Ventura y Montenegro se reunieron en cinco ocasiones y solo una de ellas se hizo pública. Según su versión, el primer ministro les pidió que apoyasen los Presupuestos de 2025, mientras que Ventura exigió un acuerdo estable para toda la legislatura. “En una de las reuniones llegaron a pedirle a Ventura que saliese por la puerta de atrás, algo a lo que se negó”, señaló Pacheco, que asegura que su partido tiene pruebas para demostrar los encuentros no conocidos. Esta misma versión fue divulgada en el canal Now por André Ventura, que aseguró que la primera reunión se celebró en mayo. Luís Montenegro rehusó comentar estos encuentros. “Ya dije todo lo que tenía que decir”, declaró.
Estas citas chocan con el discurso público del Gobierno, que siempre apostó por el Partido Socialista (PS), principal partido de la oposición, como socio preferente para pactar los Presupuestos. El primer ministro, además, defendió con ahínco su “no es no” a la entrada de la ultraderecha en su Gabinete a pesar de que ese veto le complicaba la vida en el Parlamento, donde existe una clara mayoría de las derechas (138 diputados entre Alianza Democrática, Chega e Iniciativa Liberal) frente a las izquierdas (92 del PS, Bloco de Esquerda, Partido Comunista, Livre y PAN).
Las relaciones entre Montenegro y Ventura están llenas de desencuentros. En su última entrevista en la cadena SIC, el primer ministro le descalificó como “una veleta” por sus frecuentes cambios de posición respecto a los Presupuestos del Estado. Esa imagen contradictoria puede ser uno de los factores que está pesando para que las expectativas electorales de Chega se desinflen y podría dificultarles retener en unas nuevas elecciones los 50 diputados que tienen ahora mismo. En la bancada populista no hay mucho interés en ir a las urnas en este contexto.
Pero es el Partido Socialista el que está recibiendo la mayor presión, tanto política como mediática, para permitir que salgan adelante los Presupuestos del Gobierno, después de haber logrado atenuar la reforma fiscal que proponía Montenegro. La bajada del impuesto de sociedades será menor de la pretendida y el nuevo IRPF Joven se ha diseñado con criterios de progresividad, como exigían los socialistas. Con esto, el primer ministro dio por cerrada la negociación del proyecto presupuestario y se negó a realizar más cesiones.
Tras la entrada del proyecto en la Asamblea de la República, el sector más centrista del PS es partidario de darle luz verde y permitir que avance la legislatura. Una opinión que no comparte el ala más izquierdista. El secretario general, Pedro Nuno Santos, ha dicho que “hay tiempo” hasta la votación parlamentaria, a finales de octubre, para desvelar el sentido de su voto.
Todos dan por hecho de que si el Gobierno no logra apoyos para superar la votación, se convocarán elecciones anticipadas, aunque nadie en la oposición las desea porque prevén malos resultados. Por el contrario, el Gabinete de Montenegro, que podría seguir gobernando con los Presupuestos prorrogados, se inclina por el adelanto electoral convencido de que se verán beneficiados en las urnas y que desharán el empate que ahora mismo tienen con el Partido Socialista, que solo cuenta con dos diputados menos que la coalición que gobierna, la Alianza Democrática.
La oposición le reprocha a Montenegro que lleva en campaña electoral desde que llegó con sus concesiones a los colectivos que llevaban años reclamando mejores salarios. El gobernador del Banco de Portugal, Mário Centeno, ya ha advertido de que el país vive el mayor crecimiento del gasto público corriente desde 1992. “Ya hemos tenido en el pasado suficientes problemas como para saber lo que significa”, declaró hace días.
Por otro lado, el presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa, que en el otoño de 2021 decidió convocar elecciones anticipadas porque la oposición no aprobó los Presupuestos del Estado presentados por el primer ministro socialista António Costa, se muestra ahora renuente a repetir la decisión. Si disuelve la Asamblea de la República, se convertirá en el jefe del Estado de la etapa democrática que más elecciones anticipadas ha convocado. Además de hacerlo en 2021, volvió a disolver la Cámara a finales de 2023 tras la dimisión de Costa por la operación judicial que salpicó a su jefe de gabinete, Vítor Escária, y uno de sus mejores amigos, Diogo Lacerda Machado. La trama diseñada por la Fiscalía no fue compartida por los jueces, que han desinflado el caso de corrupción y lo han limitado a un posible tráfico de influencias. Rebelo de Sousa rechazó la vía de nombrar otro primer ministro socialista y prefirió que las urnas decidiesen el futuro.