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Un médico bajo el asedio israelí en el norte de Gaza: “Para salvar vidas tenemos que amputar”

Un médico bajo el asedio israelí en el norte de Gaza: “Para salvar vidas tenemos que amputar”

“Para tratar de salvar vidas tenemos que amputar”, lamenta el doctor Mohamed Obaid, de 40 años, cirujano especializado en la reconstrucción de extremidades y uno de los jefes del hospital Al Awda de Yabalia, el mayor campo de refugiados de Gaza y epicentro de la última ofensiva desatada desde el lunes por las tropas de ocupación israelíes en el norte de la Franja. Allí permanecen atrapadas cientos de miles de personas sin que les llegue ayuda, según la ONU y organizaciones humanitarias.

Estos días transcurren en medio de ataques aéreos, incursiones por tierra, órdenes de evacuación de los habitantes, ataques a la prensa y asedio a hospitales. Un bombardeo en la noche del viernes causó al menos 22 muertos en el campo de refugiados, según fuentes oficiales palestinas, horas antes de que Israel lanzara nuevas órdenes de desplazamiento forzoso. Muchos de los muertos y heridos no pueden ser rescatados y trasladados a centros médicos o ser enterrados, alertan distintas organizaciones humanitarias y las autoridades locales.

Mohamed Obaid lamenta en conversación telefónica con EL PAÍS que el “horror” que vive Gaza esté pasando inadvertido ante el aumento de la tensión en Líbano pese a los “ataques masivos” de estos días y con Yabalia cercado. Pese a todo, no piensa abandonar a los heridos e ingresados “por una cuestión de humanidad” y seguirá acudiendo cada día al hospital tras pasar la noche junto a su mujer y sus dos hijos de 6 y 10 años, que tampoco han dejado el norte de la Franja en toda la contienda.

“Claro, tenemos que permanecer aquí. Incluso si nos ordenasen evacuar, no podemos evacuar”, responde refiriéndose al medio centenar de pacientes que no disponen de movilidad en un centro que, calcula, se encuentra a medio kilómetro de posiciones israelíes. En total, del medio centenar de pacientes, seis son amputados de pierna y tres de brazo, detalla el médico. Al principio de la guerra, Obaid desempeñaba su labor en el hospital Al Shifa, el mayor de Gaza, hasta que el centro médico fue atacado y tomado por el ejército israelí.

“No se puede entrar ni salir [de Yabalia], disparan a quien lo intenta”, describe Sarah Vuylsteke, coordinadora en Gaza de Médicos Sin Fronteras (MSF), en un mensaje difundido por la ONG, que denuncia que las evacuaciones forzosas de la población y los ataques están convirtiendo la zona en “inhabitable”.

Un bombardeo en la noche del viernes sobre un edificio residencial de Yabalia mató a 22 personas, dejó 14 desaparecidos, que presumiblemente se hallan entre los escombros, y una treintena de heridos, según fuentes oficiales palestinas citadas por la agencia Wafa. Durante el sábado, se están produciendo “intensos” bombardeos y ataques con misiles sobre el campo de refugiados y zonas aledañas como Al-Safatay y Al-Tawam, añade la misma fuente.

Sin ayuda humanitaria

“Desde el 1 de octubre no ha llegado ninguna ayuda alimentaria al norte”, lo que implica “un impacto desastroso en la seguridad alimentaria”, denuncia el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU, que reconoce que no sabe cuánto aguantarán con lo que disponen y que ya ha sido distribuido en refugios y centros sanitarios.

Las víctimas mortales en el enclave mediterráneo palestino a lo largo de la presente guerra ascienden a 42.175, la mayoría mujeres y niños, según datos de las autoridades sanitarias locales del Gobierno de Hamás. En ese conteo no aparecen recogidos los varios miles de personas cuyo paradero se desconoce y que, en muchos casos, creen que se trata de cuerpos sin localizar que permanecen entre los restos de los bombardeos.

El hospital Al Awda, uno de los mayores del norte, se mantiene con en torno al 5% del centenar largo de personal que disponía al comenzar la contienda. Eso significa que no hay más de media docena de facultativos, señala Obaid. “La falta de personal es el principal problema”, advierte, ya que muchos se han ido por miedo y otros por las evacuaciones en masa. “No dispongo de ninguna ayuda de un cirujano vascular o un neurocirujano”, que ha de tomar la “difícil decisión” de amputar. Sufren, además, por el bloqueo que impide la llegada de equipos, material y medicamentos.

“Estas masacres son una continuación del genocidio criminal en curso contra nuestro pueblo, protegido por el apoyo estadounidense”, afirma Hamás refiriéndose al último bombardeo sobre Yabalia a través de un comunicado que califica la ofensiva israelí de “castigo a la población por su resistencia y rechazo al desplazamiento”. La prensa que trata de contar los ataques sobre el terreno también está siendo objetivo de estos: un reportero del canal Al Aqsa ha muerto y uno de Al Jazeera está gravemente herido.

Este sábado, el ejército israelí ha emitido una nueva orden de desplazamiento forzoso para la población local que sigue habitando la zona septentrional de la Franja. Esos avisos son ilegales ante el derecho internacional humanitario. Unas 400.000 personas, de los 2,3 millones de habitantes del enclave, siguen en el norte, según la ONU. La amenaza israelí afecta incluso a las escuelas y edificios que los vecinos emplean como refugios, algunos de ellos bajo administración de Naciones Unidas y que, con frecuencia, son objetivos de los ataques.

Junto al mapa publicado por el ejército de las calles y manzanas afectadas, se advierte de que la orden incluye también los “refugios allí ubicados” porque se encuentran en “zona de combate”. Instan a los vecinos, como en muchas otras ocasiones con anterioridad, a desplazarse hacia el sur, hacia una zona humanitaria que el ejército también ha bombardeado varias veces, por eso hay población que no acepta marcharse.

Esta ofensiva terrestre de las tropas de ocupación israelíes es la tercera que sufre Yabalia y el norte de Gaza desde que comenzó la guerra en octubre de 2023. La última vez que el ejército entró de manera tan letal fue el pasado mayo. El objetivo, ahora, es tratar de impedir que Hamás se reorganice en esa zona, según fuentes militares israelíes, que afirman haber acabado a lo largo de la última semana con decenas de “terroristas”.

Haydar, conductor de MSF, es de los que se encuentra atrapado en el campo de refugiados con su familia. Desde el 6 de octubre, entre bombardeos y enfrentamientos, “las cosas se pusieron muy serias. Estábamos muy asustados”, pero “Yabalia estaba sitiado”, explica en un mensaje de voz difundido por la ONG. El hospital en el que se refugió con su familia fue atacado el 9 de octubre y la movilidad es cada vez más complicada con su mujer enferma, que se desplaza en silla de ruedas, y cinco hijos, tras perder a uno durante la contienda. “Estoy preocupado, ansioso, muy enfadado y asustado por el terror que estamos viviendo. En cualquier momento puedo morir. Yo podría resultar herido, o mi familia, y todos podríamos morir”, teme.

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