Mipymes, el empujón que les falta
El tamaño sí importa, sobre todo cuando hablamos de empresas. Las mipymes representan la mayoría de las empresas a nivel global. En República Dominicana, el 85.9 % de las empresas son mipymes, según el Banco Central, y el 94.2 % de estas son microempresas (menos de 10 empleados). Estas empresas generan más de 3 millones de empleos, pero solo el 14.8 % están formalizadas. Aún menos exportan, y menos aún lo hacen de manera sostenida.
Desde la creación de la política para las mipymes en 2012, ha habido avances importantes en su apoyo: se les otorgan porcentajes preferenciales en compras públicas, se han creado los Centros Mipymes (aunque solo los más proactivos han subsistido), y se ha facilitado el acceso a préstamos tanto en la banca pública como privada. No obstante, como indican las cifras del Banco Central, aún queda mucho por hacer. Las pymes son clave en las economías de todo el mundo y, pese a su importancia, enfrentan grandes desigualdades. En República Dominicana, aportan el 32 % del PIB, pero su crecimiento se ve limitado por monopolios y políticas que favorecen a las grandes empresas, según un estudio del Banco Mundial en 2023.
Para apoyar de manera más efectiva a las mipymes, es crucial corregir dos distorsiones.
Primero, entender la naturaleza diversa de las mipymes, diferenciando entre las de subsistencia y aquellas con vocación y potencial de crecimiento. Esto implica un enfoque más integral, un verdadero ecosistema. Por ejemplo, tenemos apoyo a startups, competencias de ideas de negocios y casi ningún proceso de aceleradores de empresas, incluyendo aceleradoras de exportación. Una línea de crédito dedicada a pymes o a mujeres dueñas de pymes es un primer paso, asegurarse que ellas tengan el acceso, network y apoyo necesario de manera sostenida generaría más y mejor uso.
Segundo, debemos ajustar el enfoque en el apoyo. Muchos programas de desarrollo empresarial siguen un modelo escalonado: primero se crea una política, luego se desarrollan proyectos, y más adelante se promueve la exportación. Sin embargo, el mercado requiere un enfoque más dinámico, donde los distintos esfuerzos se complementen. Por ejemplo, dar acceso a financiamiento sin un plan de negocios o exportación claro puede resolver problemas inmediatos, pero no contribuirá a la rentabilidad sostenible. Del mismo modo, ya hay empresas nativas digitales con vocación global que necesitan apoyo de internacionalización desde la etapa de startup.
Es por eso que debemos replantear el ecosistema de apoyo a las mipymes. Debemos buscar formas más efectivas de cerrar las brechas de información, conocimiento y acceso a recursos. Un ejemplo interesante es el fenómeno de las bancas de apuestas, que representan el 12.1 % de las mipymes del país y logran operar en zonas con escaso acceso a luz e internet, conectándose a un sistema centralizado. ¿Cómo podríamos canalizar esa capacidad hacia sectores más productivos? ¿Qué tipo de plataforma necesitaríamos?
El tamaño importa, pero la colaboración es clave. Cada entidad que apoya a las mipymes debe hacerse la pregunta: ¿Con quién debo aliarme para ofrecer lo que no puedo proporcionar por mí misma para apoyar integralmente a mi cliente pyme? Juntos, podemos hacer que las mipymes crezcan y sean más competitivas.