Esperando la reforma fiscal
Como Vladimiro y Estragón, personajes de Samuel Beckett en su magistral pieza del teatro del absurdo Esperando a Godot, el país se mantiene expectante. Aguarda la reforma fiscal que no llega.
El tema central de la obra es la incertidumbre y la futilidad de la espera, simbolizando la búsqueda de significado en un mundo que parece no ofrecer respuestas claras. La pieza está cargada de simbolismo y se presta a múltiples interpretaciones, desde una reflexión sobre la existencia humana hasta una alegoría religiosa o filosófica. O fiscal y tributaria.
Nuestra espera es más prosaica, porque del Estado con traje de recaudador cualquier absurdo es posible. Como restarles dinamismo a sectores cuyo aporte a la economía es esencial. Y continuar con programas de asistencia social sin una reconsideración urgente, a tono con aquello de mejor enseñar a pescar y proporcionar la caña que regalar el pescado.
La indefinición contiene las inversiones. La tardanza en presentar la reforma fiscal revela indecisión, dudas sobre la pertinencia de apretar aún más el cinturón al contribuyente y cómo. ¿A qué esperar para una batida a fondo contra la evasión y la elusión fiscales y las pérdidas en la distribución eléctrica? Del Gobierno solo llegan justificaciones para recaudar más y amagos fútiles de moderación en el gasto. Como siempre, el clientelismo asoma disfrazado de preocupación social pese a que los gastos corrientes se han comido la inversión pública. Cuidado con permitir que el nivel de popularidad se convierta en objeto y sujeto de la acción del Estado.
Dice Vladimiro: «No podemos seguir así», y con la frase descarga la frustración de los personajes en su interminable espera pese a la necesidad de seguir adelante.