Milei rompe todos los puentes de la diplomacia: choca con la ONU, rechaza el Pacto de Futuro y critica a los organismos de crédito

El presidente de Argentina, Javier Milei, se definió a sí mismo en junio como “el topo que destruye el Estado desde adentro”. Este lunes, su discurso en Naciones Unidas con ataques contra este y otros organismos internacionales supone también la ruptura de los puentes del Estado argentino hacia afuera, con la comunidad mundial. Las palabras del dirigente ultraderechista van acompañadas de acciones: se ha negado a suscribir el Pacto de Futuro que marca la hoja de ruta para afrontar desafíos crecientes como el desarrollo sostenible, el cambio climático y la cooperación digital, entre otros.

El Pacto de Futuro fue aprobado por 143 países, entre ellos Estados Unidos e Israel, los dos faros de Milei en política exterior. Argentina se negó a participar en la votación y su rechazo lo alineó con Venezuela, Irán, Corea del Norte, Haití, Guinea Ecuatorial, Somalia o Uzbekistán.

En su exposición ante la 49 Asamblea de la ONU, Milei elogió el objetivo inicial de este organismo de perseguir la paz en el mundo pero advirtió que ha mutado para transformarse en un “leviatán de múltiples tentáculos” que impone una agenda socialista a sus miembros. “Ha sido reemplazado por un modelo de gobierno supranacional de burócratas internacionales que pretenden imponerle a los ciudadanos del mundo un modo de vida determinado. Lo que se está discutiendo esta semana aquí en Nueva York en la cumbre del futuro no es otra cosa que la profundización de ese rumbo trágico que esta institución ha adoptado”, subrayó.

Sin dejar el tono virulento, el mandatario ultraderechista argumentó por qué le da la espalda a la agenda del desarrollo sostenible que encarnan tanto el Pacto de Futuro como la Agenda 2030. Considera que proponen resolver “los problemas de la modernidad con soluciones que atentan contra la soberanía de los estado-nación y violentan el derecho a la vida, la libertad y a la propiedad de las personas”.

El cambio climático, una de las grandes amenazas planetarias, estuvo ausente del mensaje de Milei. Pese a las evidencias aportadas por los científicos sobre el calentamiento global, Milei lo ha calificado de “otra mentira del socialismo” y se opone a cualquier política de mitigación si supone un obstáculo para el crecimiento económico.

La postura tomada por el líder ultraderechista en la ONU aisla todavía más a Argentina. Desde que Milei asumió la Presidencia, nueve meses atrás, la diplomacia argentina ha sufrido cortocircuitos con los dirigentes de España, China, México, Brasil, Colombia y Chile. Sólo una victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos brindaría a Milei un socio de peso del que ahora carece.

En nueve meses como presidente ha viajado seis veces a Estados Unidos, su destino favorito. En ninguna de ellas ha sido recibido por el presidente estadounidense, Joseph Biden, ni por algún alto cargo de su Gobierno. Su agenda se ha centrado en conferencias en círculos políticos conservadores y económicos y en encuentros con empresarios como el magnate tecnológico Elon Musk.

Los enfrentamientos políticos se suman a un problema heredado en el plano económico: la falta de inserción de Argentina en el sistema financiero internacional por el largo historial de cese de pagos que arrastra. El país latinoamericano tiene cerrado el acceso a crédito en los mercados externos y depende del Fondo Monetario Internacional (FMI) y organismos multilaterales como el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo para obtener fondos frescos. En 2018, Argentina recibió un rescate de 44.000 millones de dólares del FMI que todavía está devolviendo, pero el Gobierno argentino está en negociaciones para cerrar un nuevo acuerdo.

Aún así, el dirigente no ahorró críticas a la arquitectura económica mundial: “Se ha promovido una relación tóxica entre las políticas de gobernanza global y los organismos de crédito internacional, exigiéndole a los países más relegados que comprometan recursos que no tienen en programas que no necesitan, convirtiéndolos en deudores perpetuos para promover la agenda de las elites globales”.

Sus críticas fueron todavía más directas contra el Foro Económico Mundial, más conocido como Foro de Davos, por considerar que promueve “políticas ridículas con anteojeras malthusianas”. Puso como ejemplo uno de los programas para combatir el cambio climático, las políticas de “emisión cero” que, a su juicio, “dañan sobre todo a los países pobres”.

Milei auguró un futuro de “pobreza, embrutecimiento, anarquía y una ausencia fatal de libertad” si los países no dan un volantazo rápido y abandonan el Pacto de Futuro para abrazar una Agenda de la libertad encabezada por él. Sus ideas radicales le han dado popularidad mundial y han inflado su ego hasta autoproclamarse “uno de los dos políticos más relevantes del planeta Tierra”, junto a Trump. Las estadísticas de Argentina no son, sin embargo, un buen escaparate para vender sus ideas: la mitad de la población es pobre y es el único de los grandes países de Latinoamérica con una economía en números rojos. Su llamado parece ignorar, además, que por ahora le faltan aliados políticos capaces de hacer tambalear el orden internacional.

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