El Diccionario del Español Dominicano
El lenguaje es nuestro hogar. Las palabras nos permiten pensar, crear, sentir. Abren la puerta a las ideas y éstas a la acción. A ser y estar en el mundo de una manera u otra. (Con un vocabulario de 500 palabras se vive peor.)
Y el diccionario es la casa donde viven las palabras. Quién pensaría que la presentación de un diccionario, con la explicación de la metodología de su creación -discurso que exige palabras complicadas y largas- puede ser un acto divertido.
Es lo que lograron Fabio Guzmán Ariza y María José Rincón al entregar la segunda edición del Diccionario del Español Dominicano. La primera, en 2013, ya supuso una sorpresa por su ambiciosa amplitud. Once años después, el empeño recoge 700 palabras más y miles de nuevas acepciones.
A don Fabio le debemos reconocimiento por su generosidad y empeño. Por estar enamorado de las palabras hasta el punto de crear la plataforma y reunir el equipo que trabaje en ellas para explicarlas y enseñarnos a disfrutarlas. IGATEX, institución sin fines de lucro financiada por la Fundación Guzmán Ariza, trabaja ya en otros léxicos.
Los dominicanismos son palabras divertidas, como medalaganario. O tan serias como escogencia, que parece una vecina gorda y enfadada. Algunos nacieron con los taínos, otros llegaron de África, China, Medio Oriente, Europa o de jonrón desde Estados Unidos. Palabras que se hicieron su sitio y se mezclaron con las demás hasta que lograron que los sabios las dejaran entrar en el diccionario. Ya gobernaban en la calle, así que les correspondía el derecho.
Ahora el DED es de los hablantes, de los que compartimos un idioma cada vez más rico, que sin aspavientos ni complejos recoge palabras y usos de países y continentes diferentes.
Y sí, los diccionarios son divertidos.