Tenemos que hablar de Pedro Sánchez
El presidente electo venezolano pidió asilo en España. Y Pedro Sánchez se lo concedió… con trampa. Le dio asilo pero no el reconocimiento de vencedor de las elecciones de julio. El parlamento español, por el contrario, votó una moción reconociendo que Edmundo González es el presidente electo.
La abstención del PSOE y de sus socios indispensables retrata una forma de entender el poder. Sí y no. Digo y cambio de opinión. Miento directamente. Prometo e incumplo. Esquivo. La culpa de todo la tiene Franco.
España debería ser el puente entre Latinoamérica y Europa. Sánchez ha elegido, vía Zapatero en un momento y Podemos en otro, los aliados menos recomendables por ser los menos demócratas.
Venezuela va camino de convertirse en otra Cuba, otra Nicaragua. Necesita de una comunidad internacional responsable y activa que se ponga del lado del pueblo. Todos sabemos (incluidos los fans de los dictadores) que esas revoluciones no funcionan. Ya son ocho los millones de venezolanos que han salido de su patria empujados por la crisis económica o por la represión. Terrorismo de Estado, siempre feroz y eficiente.
Esas revoluciones…¿fueron una buena idea que salió mal o una mala idea desde el principio? Una pregunta que propicia debates de lo más interesantes cuando no hay un fanático en el grupo.
Pedro Sánchez va a dar la espalda a los venezolanos. Va a trabajar con Zapatero lo que tengan en mente y lo disfrazarán de «mediación» y «prudencia». Su gobierno se entiende de maravillas con Maduro y ya gobierna una España crispada a golpe de decreto porque no tiene la mayoría parlamentaria.
El gobierno de Pedro Sánchez no va a ayudar a que la voluntad del pueblo venezolano sea respetada. Su palabra no vale, es tan simple como eso.
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