Tecnología sin control: cómo afecta a tus hijos
En tiempos en los que los niños nacen prácticamente con un dispositivo electrónico en la mano, mucho se debate sobre si las nuevas tecnologías y las redes sociales son más dañinas que positivas para nuestros pequeños.
Sin embargo, esta no es una cuestión de absolutos. El problema parece no radicar en los aparatos electrónicos en sí mismos, sino en su uso sin control, que afecta de diferentes maneras tanto la salud física como mental de los niños.
La doctora Rocío Reyna Camarillo, experta en educación, formación y asesoramiento de padres, niños y jóvenes, académica de la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG), comparte siete riesgos que supone para los niños la sobreexposición a la tecnología.
1. Afecta el desarrollo cerebral
Un estudio realizado en 2019 titulado “El cerebro online, cómo el internet puede estar cambiando nuestra cognición”, reveló que el internet y las redes sociales afectan tres funcionalidades del cerebro: la capacidad de prestar atención, la memoria y la cognición social.
En el caso de los bebés por debajo de los dos años, sin importar el contenido que estén visualizando, si hay una sobreexposición a las pantallas, hay incluso mayores consecuencias negativas para su desarrollo neuronal, dado que el cerebro del niño a esa edad no está preparado para recibir esa cantidad de estímulos.
2. Retrasa el desarrollo del niño
Está comprobado que los primeros años de vida son fundamentales para el crecimiento y desarrollo, en estos años cada individuo actualizará las capacidades de recepción, de motricidad gruesa y fina, aprenderá a caminar, a hablar, y todo esto por observación e interacción con los demás y su entorno.
La “niñera electrónica” ha reducido drásticamente el desarrollo de toda una generación de niños que han crecido con un dispositivo móvil; alejados de los espacios al aire libre, la natación y andar en bicicleta, han perjudicado la motricidad fina y gruesa de sus cuerpos.
Un estudio de la Asociación de pediatría canadiense, realizado sobre una muestra de 900 pequeños, demostró que un niño entre 6 meses y 2 años que use el celular al menos 30 minutos al día, tiene un 49 % más de probabilidades de presentar retrasos del lenguaje expresivo.
3. Favorece la obesidad infantil
Pasar demasiadas horas frente a la televisión, computadora o teléfono móvil aumenta el riesgo de padecer sobrepeso, pudiendo llegar a desarrollar la denominada “obesidad digital”.
Un estudio de la Organización Mundial de la Salud señaló que la obesidad infantil se multiplicó por 10 en las últimas cuatro décadas. En el año 2020, 158 millones de niños y adolescentes padecían obesidad en el mundo, y se proyecta que para el año 2030 esta cifra aumentará a 254 millones, según el Atlas mundial sobre obesidad infantil, publicado por la Federación Mundial de Obesidad.
4. Ocasiona cambios negativos de conducta
En el año 2022 los medios compartieron la noticia de un joven de 15 años que asesinó a toda su familia en España, porque le habían quitado el PlayStation y cortado el Wi-Fi. Aunque parezca un caso aislado, es, sin embargo, alarmante el crecimiento de conductas violentas y agresivas que se ven en niños y jóvenes asociadas con el uso y abuso de la tecnología.
Los expertos señalan que los videojuegos, las redes sociales y el uso indiscriminado del teléfono móvil generan conductas adictivas que traen consigo ese elemento de violencia cuando falta aquello que causa la dependencia.
La falta de comunicación entre padres e hijos también es causante de estos comportamientos. La evidencia señala que debido a la sobreexposición a las pantallas, no hay suficiente contacto familiar, lo que hace más difícil para los padres establecer y mantener límites cuando el uso de la tecnología se convierte en una adicción.
5. Genera ansiedad y depresión
Las personas que pasan más tiempo en las redes sociales tienen un mayor riesgo de sufrir ansiedad social y depresión, tal y como refieren estudios como el publicado en el año 2020 por la revista Cyberpsychology, behavior and social networking.
“Es normal que las tasas de depresión y ansiedad aumenten o disminuyan con el tiempo, pero lo que se ha observado actualmente es un inédito punto de inflexión a partir del año 2010, sobre todo en chicas adolescentes, y relacionado con el surgimiento de las redes sociales y la masificación del celular”, comenta Reyna Camarillo.
6. Favorece a la baja autoestima
La baja autoestima y los desórdenes alimentarios en jóvenes están relacionados principalmente con la sobreexposición en el mundo digital y las redes sociales.
La búsqueda de autovalidación personal de los jóvenes, acompañado de una respuesta a través de los “likes” y de comentarios de los cuales no se tiene ningún control, pueden lograr un resultado potencialmente desastroso, asegura la profesional.
Además, la sobreexposición de las redes produce principalmente que las jóvenes se comparen a menudo unas con otras, con famosas cantantes o con influencers. Los especialistas alertan que a mayor uso de redes sociales, mayor riesgo de padecer un trastorno alimentario.
7. Genera trastornos del sueño
Una consecuencia directa del exceso y persistencia en el uso de dispositivos emisores de luz es la privación crónica del sueño.
Los investigadores han descubierto un efecto significativo en el sueño de los niños que utilizan dispositivos electrónicos en su habitación dentro de las dos horas previas a la hora de dormir.
El tiempo frente a la pantalla durante este periodo se ha relacionado con una duración inadecuada del sueño, un sueño de mala calidad y una somnolencia diurna excesiva al día siguiente.
¿Qué hacer?
Proteger la infancia significa tomar decisiones conscientes sobre su exposición a las tecnologías modernas. Al limitar el uso de teléfonos móviles y redes sociales en edades tempranas, no solo preservamos su salud mental y física, sino que también fomentamos un desarrollo social más saludable y una mejor calidad de sueño, explica Reyna Caramillo.
A los padres, la experta recomienda limitar el uso de teléfonos móviles y redes sociales en edades tempranas, y en su lugar aumentar el tiempo para compartir con los hijos y, realizar actividades al aire libre y vivir experiencias que favorezcan a su sano desarrollo.