La violencia doméstica
Pocas cosas impresionan más que la muerte de un niño. Y si su muerte es violenta, como los casos que han sucedido recientemente, se remueve algo más que el sentimiento. ¿Qué pasa, qué nos pasa? ¿Qué se puede hacer?
Dos asesinatos y un machetazo con niñas como víctimas y sus madres como ejecutoras. El suicidio de una joven con su hija en brazos. Una madre que decapita a su hija de seis años. Una niña herida en la cabeza por su propia madre por un violento tajo.
El Gabinete de Niñez y Adolescencia y Conani alertan pero esta serie de sucesos es casi imposible de imaginar. ¿Violencia en la familia, depresión, salud mental, desprotección de los menores? Cualquier plan que se organice desde las políticas públicas para la niñez no alcanzará a abarcar los vericuetos insondables de la enfermedad mental.
Porque no hay duda de que estos horrores no se cometen si no es bajo un estado de problemas mentales.
Caen algunas barreras. Poco a poco se va venciendo el estigma que soportaban quienes pedían ayuda psicológica. Y mientras la población lo entiende y la solicita, los seguros médicos pocas veces la cubren. Si lo hacen, es a cuentagotas y ya se sabe que estos problemas necesitan tratamiento a largo plazo. Ahí está una de los puntos importantes por abordar en la reforma de la Ley de Salud y Seguridad Social pendiente.
Violencia en la escuela, en el núcleo familiar, en la calle… los niños y adolescentes dominicanos conviven diariamente con la violencia, no solo la ven en los videojuegos. La sufren de los que están supuestos a protegerles y en ese clima que hemos normalizado (ya no escandaliza en la cotidianidad) hay semanas trágicas. Es entonces cuando volvemos a ver el dolor/horror que otros viven cada día.