Bill Clinton: “Kamala será la presidenta de ‘nosotros, el pueblo’; Trump, el de ‘yo, mí, me, conmigo”
El expresidente Bill Clinton se apuntó este miércoles durante la tercera jornada de la Convención Nacional Demócrata a una moda que hace furor en su partido últimamente: dejar de preocuparse por el talento para la crueldad y la intimidación del candidato republicano, Donald Trump, para pasar al ataque a base de ridiculizarlo y de hacerle de menos a golpe de chistes y de frases ingeniosas. “En esta elección nos enfrentamos a una disyuntiva: elegir a Kamala Harris, una presidenta de ‘nosotros, el pueblo’ [el famoso ‘We, the people’ del preámbulo de la Constitución estadounidense], o quedarnos con Trump y su ‘yo, mí, me, conmigo”, dijo Clinton al principio de su discurso con la voz adelgazada por los años.
Las críticas al narcisismo del candidato republicano fueron el leitmotiv de su intervención. Como cuando pidió a los asistentes que no contaran las mentiras de Trump, “sino los yoes de un hombre que sólo se interesa por sí mismo”. [El juego de palabras, entre “lies” (lais) y “I’s” (ais), funciona mejor en inglés]. “Cuando Kamala sea presidenta, empezará cada día no con un ‘yo, yo, yo’, sino con un ‘tú, tú, tú”. Tanto se entretuvo en destacar el “interés por sí mismo” del rival que pareció que iba a desempolvar la vieja referencia a la economía que, dicen, le hizo ganar sus primeras elecciones frente a George Bush padre y exclamar: “¡Es la egolatría, estúpido!”.
Clinton se sumó así a una estrategia que ha hecho furor entre los oradores de la convención durante sus tres primeras jornadas. Si Michelle Obama se mofó de la tendencia al racismo del contrincante de Harris en las elecciones de noviembre, su esposo, Barack, hizo un chiste sobre su obsesión por el tamaño de las multitudes de sus mitines frente a los de su rival que, con un gesto introducido con un extraordinario talento para la comedia, se convirtió en una burla sobre la virilidad del magnate. Cuando este miércoles Trump se mostró dolido por esos ataques personales, fue inevitable preguntarse en qué habrían estado pensando los demócratas en los nueve años que hace desde que el empresario inmobiliario irrumpió en la escena política estadounidense para hacerla saltar por los aires con sus maneras iconoclastas.
Clinton también se mofó de la edad de Trump: “Vayamos al grano. Soy demasiado viejo para perder el tiempo. Hace dos días cumplí 78 años”, dijo, antes de señalar que aún más joven que Trump, dato que hizo que una audiencia, más bien rácana con él, le brindara uno de los mayores aplausos de la media hora de su discurso, durante la que se saltó una y otra vez el discurso que llevaba escrito.
Por lo demás, Clinton fue fiel un esquema (primero, el agradecimiento al presidente Joe Biden por los servicios prestados y por el altruismo de su renuncia; después, los ataques a Trump y, por último, la promoción de las virtudes de Harris), que se ha repetido tarde tras tarde en el escenario de la cancha de los Bulls en la que se celebra la convención hasta este jueves, cuando será el turno del discurso más esperado del evento: el de la aceptación de la candidata de la designación electoral del partido. A Biden incluso lo comparó con George Washington, otro presidente, recordó, que prefirió “renunciar voluntariamente al poder político”.
De Harris, dijo que era la única candidata con “la visión, la experiencia, el temperamento, la voluntad y, sí, la pura alegría” de los dos que se citarán en las urnas en noviembre. Esa idea de la alegría demócrata contra el resentimiento republicanos es otra de las ideas fuerza de la convención, que retomó al rato la personalidad televisiva Oprah Winfrey, la gran sorpresa de la noche antes de la llegada del candidato a la vicepresidencia, Tim Walz.
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El del miércoles era el decimosegundo discurso que daba Clinton en la historia de las convenciones demócratas. La tibieza con la que fue recibido por los delegados tal vez se debió a que muchos de los presentes no habían despertado a la conciencia política cuando el expresidente dejó la Casa Blanca en 2001 después de ocho años en el puesto. O quizá precisamente a todo lo contrario, a que recuerdan demasiado bien su legado. El caso es que sus palabras transmitieron mucha menos energía que las de su esposa, Hillary Clinton, que fue, con permiso del propio Biden, lo mejor de la primera noche de la convención. “Me parece que dio un gran discurso”, opinó su esposo.
Sobre la amarga derrota de ella frente a Trump en 2016, fue menos explícito. “Hemos visto más de una elección escaparse de nuestras manos cuando pensábamos que algo así no podía suceder, cuando la gente se distrajo por las cuestiones equivocadas”, dijo en referencia al escándalo de sus correos electrónicos cuando aquella era secretaria de Estado. “Es importante que conservemos la alegría. Una de las razones por las que a la futura presidenta Harris le está yendo tan bien es que todos estamos muy contentos. Pero nunca hay que subestimar a un adversario. Y estas personas [por el Partido Republicano] son realmente buenas para distraernos, para provocar dudas, para provocar el remordimiento de los votantes”.
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