Nuestros estudiantes, el 16 de agosto y desconocimiento de la historia
Lunes 13 de agosto del 2018.
Antes de iniciar mi lingüística lección en la universidad donde imparto docencia, y con motivo de la celebración, tres días después, del ciento cincuenta y cinco aniversarios de la Restauración de la República Dominicana, se me ocurrió preguntar en un curso compuesto por estudiantes, casi todos de término y pertenecientes a carreras diferentes:
1) «¿Por qué el 16 de agosto de cada año está declarado feriado o no laborable en nuestro país?
Las respuestas no pudieron ser más decepcionantes, deprimentes y hasta jocosas, si se quiere.
–«Porque ese día es que ponen en posesión a las nuevas autoridades del gobierno» – contestó el único estudiante que se atrevió a responder, de un total de veinticinco que en ese momento conformaban la matrícula.
Al escuchar esto, acto seguido se activó mi histórica y siempre tormentosa migraña.
2) «–¿Por qué celebra y no se trabaja, todos los años, el día de 16 de agosto?» – insistí, con la misma pregunta.
«–Porque un día 16 de agosto de 1829, creo, sacaron a los haitianos de aquí» – se le escuchó decir al segundo que intervino.
Permanecí en silencio…
3) «– El acontecimiento histórico, cuyo nuevo aniversario cada año se celebra el día 16 de agosto, ¿en qué año estalló? –varié la pregunta.
«–En 1844» – respondió uno.
«–En 1838» – contestó otro.
«– En 1924» – respondió un tercero.
Continué si pronunciar palabras…
4) «–¿Por qué se celebra y se declara festivo o no laborable el día 16 de agosto de cada año en la República Dominicana? – retomé la pregunta inicial.
«–Porque en esa fecha los dominicanos celebramos un aniversario más de la proclamación de la Independencia Efímera proclamada en 1844 por Simón Bolívar y Juan Núñez de Cáceres»
Al escuchar esto último, para evitar que la migraña continuara elevando su nivel de molestia, dije para mí, como afirman los abogados: « No más preguntas, señor magistrado» ; y en lugar de continuar con el histórico sondeo, preferí robarle unos minutos al tema linguístico de mi incumbencia para explicar lo que realmente sucedió en el Cerro de Capotillo el 16 de agosto de 1863, dos años después que al general Pedro Santana se le ocurriera la antipatriótica y traicionera idea de anexar nuestra república a España.
¿A qué se debe ese desconocimiento de nuestra historia que muestran las nuevas generaciones de estudiantes?
Quizás se deba a la incompetencia docente, a la ausencia de una metodología verdaderamente motivadora en la enseñanza de la historia o a una de las tantas debilidades que padece actualmente la escuela dominicana. O tal vez sea el resultado de la indiferencia de los jóvenes ante todo lo que no forme parte de su centro de interés. De unos jóvenes que, en los niveles primario y secundario, suelen afirmar aquello de que para qué insistir tanto en lo que ya pasó, en vez de concentrarse en lo que está pasando o puede pasar.
Pero el asunto o desconocimiento de nuestra historia, todo parece indicar, no es tan nuevo como podría creerse. Así se pone de manifiesto en la preocupante y no menos humorística respuesta ofrecida por un estudiante del nivel preuniversitario cuando se le solicitó que escribiera una biografía acerca de Cristóbal Colón. Dicha respuesta, registrada en el libro Ocurrencias estudiantiles (2005:14) de la maestra vegana, María Teresa de Sánchez, es la siguiente:
«Colón nació en Caracas el 12 de octubre de 1492. Era hijo de Diego Colón. Murió en Venezuela, pero sus restos se encuentran en la Catedral Efímera de Santo Domingo…»