El asesinato de Haniya aleja la posibilidad de resucitar el acuerdo nuclear con Irán

El líder político de Hamás, Ismail Haniya, fue asesinado el miércoles en Teherán, cuando acababa de asistir a la toma de posesión del nuevo presidente iraní, Masud Pezeshkian. Este jueves, en unos funerales en la capital de Irán que los medios oficiales han definido “como de Estado”, el presidente del Parlamento, Mohamed Baqer Qalibaf, deploró lo “difícil” que es para su país que un “invitado“ haya sido asesinado en su territorio. El líder supremo de Irán, el ayatolá Ali Jamenei, dirigió en persona la oración fúnebre. A su lado, contrito, Pezeshkian, el cirujano devoto y moderado que durante su campaña asumió como reto la distensión exterior, de la que se esperaba una posible reanudación de las negociaciones del acuerdo nuclear de 2015 con las potencias mundiales ―Estados Unidos, bajo Donald Trump, lo abandonó unilateralmente―. Ese pacto permitió el levantamiento de las sanciones internacionales contra Irán a cambio de la supervisión del programa atómico del país para garantizar que no pretende fabricar armas nucleares. La explosión que mató a Haniya no solo dinamitó un posible alto el fuego en Gaza. También complicó ese escenario de las relaciones exteriores del primer presidente reformista en Irán en 15 años y reforzó las tesis de la facción ultraconservadora de la República Islámica, hostil al entendimiento con Occidente, según varios expertos.

Irán ha prometido responder a un ataque que atribuye a Israel, mientras el Gobierno de ese país, su némesis regional, guarda silencio. Los “recientes ataques israelíes en Líbano [Israel sí ha reconocido el asesinato el martes de Fuad Shukr, considerado el número dos del partido-milicia chií Hezbolá, en Beirut] y, lo que es más importante, en Teherán, complicarán definitivamente la capacidad de Pezeshkian para iniciar un pequeño reseteo en las relaciones exteriores iraníes con el mundo occidental”, explica por WhatsApp Rouzbeh Parsi, jefe del Programa para Oriente Medio y el Norte de África del centro de estudios Instituto Sueco de Asuntos Internacionales.

Inmediatamente después del asesinato de Haniya, fuentes iraníes citadas por la web Amwaj.media confirmaron una reunión de urgencia del Consejo Supremo de Seguridad Nacional de Irán, el organismo que decide sobre asuntos de seguridad y política exterior. Aunque la última palabra sobre las relaciones exteriores del país la tiene el líder supremo, Pezeshkian preside ese organismo como jefe del Gobierno. En él también se sientan los dirigentes militares, especialmente los de la poderosa Guardia Revolucionaria, el ejército paralelo que ejecuta la política regional iraní a través de su Fuerza Al Quds (Jerusalén). Esa unidad de élite apoya y entrena a los actores no estatales aliados de Irán que conforman el “Eje de la Resistencia”, una alianza contra Israel y la influencia estadounidense en Oriente Próximo. Su aliado más destacado es Hezbolá, en Líbano, además de milicias chiíes en Irak y Siria, Hamás y Yihad Islámica en Gaza y los hutíes de Yemen.

En esa reunión para estudiar cómo responderá Irán al asesinato del dirigente palestino —confirmada por un analista que habló con este diario bajo anonimato desde el país persa— participó el propio Jamenei. Rouzbeh Parsi cree que, por encima de cómo se concrete esa respuesta, “una de las consecuencias” del atentado “ha sido cargarse la negociación con Occidente”.

El precedente

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El pasado 14 de abril, Irán respondió a un atentado israelí que destruyó su consulado en Damasco y mató al general Mohamed Reza Zahedi, comandante de alto rango de la Fuerza Al Quds. En su respuesta, Teherán atacó por primera vez territorio israelí con drones y misiles. Esa ofensiva medida, que no causó muertos, permitió al régimen teocrático afirmar que la disuasión mutua con Israel se había restablecido, un equilibrio que el asesinato de Haniya ha trastocado de nuevo.

Desde entonces, señala el analista, la “estrategia de Irán ha pasado de la paciencia estratégica a una disuasión activa que implica una respuesta directa a los ataques israelíes. La necesidad de responder al asesinato se ha convertido en una exigencia para la República Islámica. En este sentido, ningún reformista se opondrá a una respuesta”, afirma en alusión a Pezeshkian.

Rouzbeh Parsi coincide en que, si bien “la percepción de las necesidades de seguridad de Irán no difiere necesariamente mucho entre los reformistas [como Pezeshkian] y los elementos más conservadores del sistema”, sí puede haber divergencias “en los métodos exactos”. En ellos radica la diferencia entre una respuesta que desencadene una guerra en Oriente Próximo y un mero intercambio medido de agresiones mutuas, como las de abril, cuando a la andanada iraní siguió un ataque simbólico de Israel contra Irán.

“En la Guardia Revolucionaria hay quienes creen que Israel es un rival estratégico y que la guerra es inevitable. Pero también está claro que nadie en Irán desea necesariamente esta guerra ahora, por lo que entienden que Israel les ha tendido de nuevo una trampa”, subraya el experto del Instituto Sueco de Asuntos Internacionales. La cuestión es “cómo Irán puede desafiar la trampa sin caer en ella. Caer en ella significaría responder a Israel de tal manera que [el primer ministro israelí, Benjamín] Netanyahu pueda volver a EE UU y decir: ‘Estamos siendo atacados’, obligando así al presidente [Joe Biden] a intervenir, en cuyo caso estaríamos ante una guerra regional total”.

Una multitud rodea el camión que transportaba los cuerpos del líder de Hamás, Ismail Haniya, y su guardaespaldas, en Teherán, este jueves. ABEDIN TAHERKENAREH (EFE)

Haizam Amirah Fernández, analista especializado en las relaciones internacionales de Oriente Próximo, considera que a Israel “no le interesa en absoluto que Irán pueda tener una relación normalizada con Occidente”, algo que “un Gobierno israelí dominado por los extremistas no puede tolerar”.

El asesinato de Haniya, justo cuando el presidente iraní acababa de tomar posesión, es “una de las pruebas más duras a las que se puede someter a un país [Irán] que se siente ya acosado y rodeado por enemigos; un ataque en su territorio, en su capital y en instalaciones supuestamente bien protegidas [Haniya se alojaba en una residencia oficial]”. Este experto cree que los “extremistas en el mundo suelen tratar de llevar a sus rivales también a posiciones de extremos”. Luego remarca que, en esta ocasión, “el régimen iraní está siendo mucho más comedido que el israelí”.

Mohamed Marandi es un académico iraní, profesor de Literatura Inglesa en la Universidad de Teherán, considerado cercano a las autoridades. Desde Teherán, pronostica que “la respuesta iraní va a ser sin duda decidida” y afirma que la región ya está “en una escalada”. Ahora depende de EE UU, “controlar” al Gobierno de Netanyahu, para que no estalle una guerra regional. En su opinión, quien tiene más que perder si se desencadena ese conflicto en Oriente Próximo, será Washington.

“La prioridad de Irán no es un acuerdo nuclear, que es irrelevante respecto al asesinato de Ismail Haniya”, dice este analista iraní, que subraya que la postura de Pezeshkian es que “EE UU tiene que cambiar su mentalidad y su comportamiento hacia Teherán si quiere un acuerdo. Irán no va a hacer ninguna concesión”. Su país, continúa, “castigará al régimen israelí independientemente de lo que EE UU quiera hacer con respecto a las negociaciones”. El nuevo presidente de su país es, afirma Marandi, “uno de los más firmes partidarios de la causa palestina, en cuya defensa los iraníes creen de forma casi universal. La cuestión de Palestina no es algo que pertenezca a una facción u otra [conservadores o reformistas]”.

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