Polémica en Alemania por la liberación del ‘asesino del Tiergarten’ en el intercambio de presos con Rusia
Alemania ha pagado un precio muy alto en el histórico intercambio de presos entre Occidente y Rusia producido este jueves en Ankara (Turquía). Entre las 10 personas liberadas de cárceles europeas y estadounidenses que fueron recibidas en Moscú con entusiastas apretones de manos de Vladímir Putin no solo hay espías y agitadores; también un asesino condenado a cadena perpetua. Vadim Krasikov, ruso de 58 años, es sin duda el preso más controvertido: en agosto de 2019 mató a balazos, a plena luz del día, a un refugiado georgiano en el parque Tiergarten de Berlín.
El asesinato provocó una enorme conmoción en Alemania. El ruso se acercó a su víctima montado en una bicicleta de montaña. Le derribó de un primer disparo y después, ya en el suelo, le disparó de nuevo en la cabeza para asegurarse del resultado. La pistola y la peluca que llevaba aparecieron después en el río Spree. Las autoridades quedaron consternadas, e indignadas. Un enviado de Rusia había ejecutado en suelo alemán, en pleno centro de la capital, la venganza del servicio secreto de Putin, el FSB, contra un oponente. La víctima, Zelimkhan Khangoshvili, que vivía en Berlín como refugiado, había luchado contra los rusos en la segunda guerra chechena.
La Fiscalía sospechó enseguida que el Kremlin era el autor intelectual del asesinato y lo hizo público, lo que enturbió las relaciones entre Moscú y Berlín, que expulsó a dos diplomáticos rusos en respuesta. El momento era extremadamente delicado. El opositor Alexéi Navalni se encontraba en ese momento en el hospital berlinés Charité recuperándose del envenenamiento con un agente nervioso fabricado por militares rusos.
La liberación de Krasikov ha provocado sentimientos encontrados en Alemania. La mayoría de políticos celebran el intercambio, pero también hay quien lo interpreta como una claudicación ante el Kremlin. “Ha sido una decisión difícil”, reconoció el canciller alemán, Olaf Scholz, el jueves por la noche, minutos antes de recibir a los europeos canjeados en el aeropuerto de Colonia-Bonn. “Para nosotros era importante la obligación de proteger a los ciudadanos alemanes, así como la solidaridad con Estados Unidos”, destacó.
El sacrificio de Berlín, que libera a Krasikov cuando apenas ha cumplido cinco años de su condena a cadena perpetua, se reconoce en Washington. El presidente estadounidense, Joe Biden, agradeció expresamente a Scholz su ayuda y destacó las “concesiones significativas” que ha hecho Alemania para permitir el mayor intercambio de presos desde la Guerra Fría. “Este es un poderoso ejemplo de por qué es vital tener amigos en este mundo. Nuestras alianzas hacen que nuestra gente esté más segura”, agregó el mandatario.
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El canciller reveló que las negociaciones secretas se prolongaron durante “meses”. Para Estados Unidos, dijo, “era especialmente importante la liberación del periodista de The Wall Street Journal Evan Gershkovich y del exmarine Paul Whelan”. En ese intercambio era clave entregar a Krasikov. Según medios alemanes, al principio Berlín se mostró reticente, pero las presiones de Washington acabaron surtiendo efecto. Las conversaciones entre ambos socios, dirigidas en un primer momento por los responsables de exteriores (Annalena Baerbock por Alemania y Antony Blinken por EE UU) escalaron al máximo nivel: Biden y Scholz llegaron a hablar de la cuestión meses después de la muerte de Navalni en una cárcel rusa, que según medios como Der Spiegel, formaba parte del acuerdo.
El Gobierno de Scholz puede estar satisfecho por haber salvado a cinco alemanes y a importantes figuras de la oposición rusa de las colonias penitenciarias en Siberia, pero el intercambio deja un regusto amargo en Berlín. Algunos medios califican de “triunfo para Putin” la entrega de Krasikov y creen que podría dar alas al Kremlin para seguir ideando asesinatos por encargo en suelo europeo.
También los familiares de la víctima se han mostrado molestos con la decisión de liberar antes de tiempo a Krasikov, que se convirtió en un héroe para el aparato de seguridad ruso tras el asesinato en Berlín. “Es una noticia devastadora para nosotros”, señalaron los familiares a la agencia de noticias DPA a través de su abogada, Inga Schulz. “Por un lado, estamos contentos de que se hayan salvado vidas. Por otro, estamos muy decepcionados con que parezca que no hay justicia, incluso en países donde la ley es la autoridad suprema”, añadieron.
Las críticas también llegan desde la judicatura, según publica el Frankfurter Allgemeine, donde no ha sentado bien la orden del ministro de Justicia, Marco Buschmann, de paralizar la ejecución de la sentencia de Krasikov. Según este diario, fuentes de Karlsruhe (sede del Tribunal Constitucional alemán) lamentan que se haya optado por dar instrucciones al poder judicial en lo que es una decisión política en lugar de gestionar un indulto por parte del presidente federal.
La oposición, en cambio, apoya en general al Gobierno. Scholz desveló en su sobria declaración en el aeropuerto de Colonia que, dada la gravedad del asunto, decidió informar desde el primer momento al líder de los conservadores, Friedrich Merz. “Me ha asegurado expresamente que está de acuerdo con las decisiones del Gobierno”, destacó el canciller, que compareció solo tras un atril. A diferencia de Estados Unidos, en Alemania no se han distribuido imágenes del canciller recibiendo a los liberados, un momento que Scholz ha descrito como “muy conmovedor”.
Merz todavía no se ha pronunciado públicamente, pero algunos miembros de su partido sí han deslizado críticas a la decisión. “Temo que la liberación del asesino del Tiergarten siente un precedente que pueda ser explotado políticamente de forma masiva por Rusia”, ha declarado al diario Tagesspiegel Roderich Kiesewetter, diputado de la CDU experto en seguridad. Rusia es “un Estado terrorista que ahora intenta deliberadamente establecer una diplomacia de rehenes”, añadió.
Los presos alemanes que ha liberado Rusia tienen perfiles muy distintos a los estadounidenses. Entre ellos está por ejemplo Rico Krieger, un alemán de 30 años encarcelado en Bielorrusia por terrorismo y espionaje y que había sido condenado a muerte por el régimen de Alexandr Lukashenko. Hace tres días fue indultado. Se desconoce qué hacía en la antigua república soviética, la única de Europa donde aún se aplica la pena capital. Krieger reconoció ser culpable y pidió perdón, en una confesión que Berlín califica de “forzada”. Otro es Patrick Schöbel, hamburgués de 38 años, que viajó a Rusia el año pasado para verse con una mujer que había conocido por internet y fue detenido en el aeropuerto por llevar ositos de gominola que contenían cannabis.
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