Patricia Reid
No es fácil hablar de Patricia en pasado, aunque hoy sus amigos y su familia le despedirán. Una vida apasionante, la de una mujer de mil aristas. Artista en su oficio y exitosa empresaria, una combinación particular. Extrovertida en la salud y reservada en su enfermedad. Hábil para recortar con tijeritas de uñas miniaturas de papel que se expandirán en grandes formatos de luz y brillos. Cosmopolita curiosa, viajera incansable de pies asentados en la Ciudad Colonial, en la ella fue pionera de una forma de vivirla. La Catedral y su Museo podían contar con su talento, estaban en su lista de prioridades.
Alegre siempre, artista siempre. Vulnerable, con un nudo en la garganta al recordar a su familia ya partida. Sólida amiga tanto de «príncipes» como de «mendigos», coleccionista de personas favoritas e incapaz de disimular su antipatía por los pretenciosos. Baúl de secretos que nunca contó y permiso para compartir anécdotas y reír a carcajadas… no pocas veces con ella como protagonista.
Flores, muchas flores en Vermont, antigüedades, pinturas, objetos raros, reliquias, libros, dibujos… Patricia construyó un mundo propio compartido con una familia a la que adoraba.
Patricia Reid deja tantas huellas de su personalidad en tantas obras, en el hogar de tantas familias, que será imposible olvidarla.
Por ahora es difícil hablar de ella en pasado.