Georgia se echa a la calle contra una ley de agentes extranjeros de inspiración rusa
Miles de georgianos se han echado a las calles estos días contra la aprobación de una legislación inspirada en la rusa y que pondría en dificultad la supervivencia de ONG y asociaciones críticas con el poder —así como de numerosos proyectos sociales financiados con ayuda externa— que el propio Gobierno había descartado el año pasado tras multitudinarias protestas. La Unión Europea ha criticado el nuevo intento como incompatible con la candidatura de Georgia al club comunitario, aprobada el pasado diciembre y aún pendiente de la apertura de las negociaciones de adhesión.
Al mediodía de este miércoles, el Parlamento georgiano se reunió para debatir la polémica legislación tras dos días de intensas protestas. Las manifestaciones, en torno al edificio de la asamblea, han congregado a más de 10.000 personas cada noche desde el lunes y han culminado con más de dos decenas de detenidos y varios heridos por la represión policial. De hecho, las protestas del martes obligaron a posponer la votación a este miércoles. De los 150 diputados, 83 dieron su apoyo al texto de la Ley de Transparencia sobre Influencia Extranjera mientras en el exterior del edificio, cientos de manifestantes coreaban consignas contra lo que consideran una “ley rusa”.
A esta aprobación en primera lectura, le deberán seguir otras dos rondas de votación en las próximas semanas, si bien el partido Sueño Georgiano, del primer ministro Irakli Kobajidze, tiene mayoría absoluta junto a otras formaciones aliadas.
La oposición, los manifestantes y numerosas organizaciones sociales han criticado la ley como un intento de transponer la legislación del Kremlin sobre “agentes extranjeros”, que ha acabado con el panorama crítico en Rusia. Según el texto, toda organización que reciba más del 20% de su financiación del exterior deberá inscribirse en un registro como “agente de los intereses de una potencia extranjera” y el Ministerio de Justicia georgiano llevará a cabo inspecciones sobre ellas cada seis meses, lo que, según los críticos, podría forzar a la entrega de documentos, comunicación internas y confidenciales.
Esto sería un duro golpe para numerosos proyectos, desde aquellos de desarrollo agrícolas a programas para mujeres, financiados con dinero de la UE o de Estados Unidos. Pero, sobre todo, se ve como un ataque directo a las organizaciones políticas y de derechos humanos que fiscalizan al poder y que, dado que la oposición está dividida y debilitada, se han convertido en el principal obstáculo de un partido que ha ido, poco a poco, tomando bajo su control buena parte de las instituciones del Estado.
Para los observadores internacionales es especialmente preocupante de cara a las elecciones del próximo octubre, en las que las encuestas otorgan ventaja a Sueño Georgiano, pero su mayoría en el hemiciclo podría peligrar (tras los anteriores comicios, de 2020, la oposición denunció amenazas y compras de voto en las zonas rurales). El presidente del Parlamento, Shalva Papuashvili, en cambio, ha defendido la ley de “transparencia” como un texto que va “en el interés del pueblo georgiano”, y ha acusado a los manifestantes de “utilizar la violencia para lograr sus objetivos políticos”, así como de ser “antieuropeos y antigeorgianos”
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La presidenta del país, Salome Zurabishvili, se ha convertido en una de las portavoces del descontento. Zurabishvili —a la que el partido del primer ministro apoyó para el cargo, pero luego sometió a un fallido proceso de impeachment por sus contactos sin permiso con dirigentes europeos— abrió un nuevo frente con el Gobierno la semana pasada al anunciar el indulto contra uno de los detenidos en las manifestaciones del año pasado, que había sido condenado a nueve años de cárcel por, supuestamente, atacar a la policía. Este fin de semana, en una entrevista con el canal de televisión Pirveli, acusó al partido gobernante de “sabotear el camino europeo de Georgia” y de “servir a los intereses rusos” al resucitar una ley que las protestas habían tumbado y que el propio primer ministro prometió no volver a someter a votación.
“Se ha transformado en el Sueño Ruso”, sentenció la presidenta, jugando con el nombre de la formación política, que llegó al poder en 2012 cabalgando una ola de descontento con las políticas neoliberales del entonces jefe de Estado, Mijaíl Saakashvili, y su creciente autoritarismo. Sueño Georgiano fue creada por el oligarca Bidzina Ivanishvili, con intereses económicos en Rusia y que, aunque se ha retirado formalmente de la carrera política, sigue considerado como su rector en la sombra. El partido ha ganado todas las elecciones de la última década, gracias a una política más social y a una postura de menor confrontación con Moscú que la de Saakashvili, al mismo tiempo que apostaba por la integración europea.
Discurso cada vez más ultraconservador
Sin embargo, en los últimos años, ha abandonado su tendencia centroizquierdista y ha optado por un discurso cada vez más ultraconservador, por ejemplo, eliminando la cuota de un mínimo del 25% de mujeres en las listas de los partidos o mediante la tramitación de leyes contra la “propaganda LGTBI” y la “ideología de género”.
Desde la UE no se entiende el giro del Gobierno después del espaldarazo que supuso la concesión del estatus de candidato a Estado miembro concedido el pasado diciembre. “Seré claro: el borrador de ley no es consistente con las aspiraciones europeas de Georgia”, avisó el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, el martes, y, este miércoles, el servicio diplomático de la UE advirtió en un comunicado que, si la legislación se termina adoptando, “tendrá un impacto negativo” en el proceso de adhesión.
“Precisamente ahora que estábamos esperando que el Gobierno georgiano hiciera méritos de cara a la decisión que deberá tomar el Consejo Europeo en diciembre sobre si inicia las negociaciones de adhesión, recuperan esta ley que contraviene varias de las condiciones puestas por la UE”, lamenta una fuente diplomática europea en Tblisi, la capital del país: “Hemos mantenido muchas reuniones y la esperanza es que se echen para atrás, pero hacen como que no entienden. La sensación es la de darte contra un muro”.
Los manifestantes proeuropeos, además, han logrado un nuevo aliado: el fútbol. Los jugadores de la selección georgiana se han convertido en héroes nacionales tras eliminar a Grecia y lograr el pase a la fase final de la Eurocopa por primera vez en su historia. En los últimos días, sus mayores estrellas, como el portero del Valencia Giorgi Mamardashvili o el extremo del Nápoles Khvicha Kvaratskhelia, han publicado en las redes sociales comentarios contra la ley de agentes extranjeros y contra Rusia, y a favor de la UE. También el luchador hispano-georgiano Ilia Topuria ha publicado mensajes similares.
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