El nuevo Gobierno portugués asume 60 medidas de los partidos de oposición para mostrar voluntad de diálogo
Luís Montenegro, el nuevo primer ministro de Portugal, sigue haciendo funambulismo político para mostrar, por un lado, su nueva autoridad y al tiempo ofrecer diálogo a la oposición. Sin ella, su Gobierno de centroderecha no podrá sacar adelante ninguna medida que requiera tramitación parlamentaria, dada la fragilidad que posee (la coalición electoral que encabezó tiene solo dos diputados más que el Partido Socialista). Para mostrar voluntad de pacto, el Gobierno ha escogido 60 medidas incluidas por los distintos partidos de la oposición en sus programas electorales ―32 de ellas de los socialistas― para añadirlas al programa de gobierno, que ha comenzado a debatirse esta mañana en la Asamblea de la República. “Sin prejuicios ideológicos ni arrogancia”, subrayó Montenegro en su primer discurso en la Cámara desde que tomó posesión.
No lo juzga así la oposición. La nueva presidenta del grupo parlamentario socialista, Alexandra Leitão, ya había ironizado la noche anterior: “Está muy bien que incorporen medidas de los programas de la oposición, pero que no llamen diálogo a eso porque no lo es”. Esta mañana, el líder del PS, Pedro Nuno Santos, abundó en las críticas: “No hubo diálogo ninguno. Diálogo implica diálogo. No escuchó a nadie, escogió 60 medidas y espera que los demás los apoyen. Así no se construyen mayorías ni estabilidades”. El socialista recordó que fue el mismo patrón desplegado durante la votación de la presidencia de la Asamblea, lo que acabó generando un bloqueo y cuatro votaciones. Solo el acuerdo alcanzado entre Montenegro y Santos para rotar la presidencia de la Cámara entre ambos partidos permitió sacar adelante la elección de la mesa.
Con la incorporación de esas 60 medidas, el Gobierno pretende facilitar la aprobación de su programa de gestión en el Parlamento, un requisito previo para iniciar el mandato, aunque no parece que vaya a cambiar la orientación de los votos de cada grupo. Una vez conocidas las principales medidas del PSD ―que incluyen bajadas de impuestos, el fin del tope a los alquileres y la supresión de la tasa sobre pisos turísticos―, el Bloco de Esquerda ha anunciado que presentará una moción de rechazo, que se suma a la que había anticipado el Partido Comunista Portugués, antes incluso de conocer la hoja de ruta. “El programa de Gobierno promueve la transferencia de riqueza de la gente que trabaja a los que tienen más”, censuró Mariana Mortágua, líder del Bloco.
Montenegro no está cómodo con los requerimientos de la extrema derecha de Chega para entenderse y busca la complicidad socialista. A su vez, el PS, que ha tenido algunos gestos institucionales como desbloquear la elección del presidente de la Asamblea o el anuncio de que no apoyará las mociones de rechazo que presentarán el Bloco de Esquerda y el Partido Comunista Portugués, está a disgusto con los guiños que hace el centroderecha. “Prometió el cambio y barrer el socialismo del país, dijo que el país había girado a la derecha y ahora quiere que el Partido Socialista sostenga un Gobierno que quiere cambiar las políticas socialistas. Nadie lo comprende”, ironizó Pedro Nuno Santos.
Con tono más grueso, eso mismo le reprochó André Ventura, líder del partido ultra, al primer ministro. “Tenga la humildad de gobernar a la derecha, como le pidieron los portugueses”, exigió, antes de criticar que el presidente se haya puesto “en manos [de los socialistas]” a pesar de haber anunciado en el pasado “que iba a barrer el socialismo de Portugal”. Luís Montenegro lamentó la volubilidad de Chega: “André Ventura está habituado a cambiar de opinión, a veces en el mismo día”. También insistió en el guion que ya desplegó en su toma de posesión: tratar de negociar con todos los grupos.
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