Prevención del suicidio
Para suicidarse no hay que verse deprimido. Cuando piensas en una persona que se quiere quitar la vida, quizás te lo imagines llorando desconsoladamente, pensando si vale la pena vivir, triste y cabizbajo todo el día. Y si, hay un grado de verdad en esta descripción: la depresión clínica generalmente está en la mayoría de los intentos de suicidio, pero no siempre se ven deprimidos y tristes todo el día.
Te sorprenderías al enterarte de que personas que no están profundamente deprimidas a veces cometen suicidio. La creencia de que sólo las personas clínicamente deprimidas se suicidan es peligrosa, porque puedes asumir erróneamente que una persona que va al trabajo, aunque se ve algo taciturno, o que fue a una fiesta no tiene nada, ya que lo ves sin síntomas depresivos graves y crees que está «a salvo» y por lo tanto no requiere atención psicológica inmediata.
Sin embargo, las investigaciones muestran que entre el 13% y el 41% (dependiendo de la investigación) de las personas que se suicidan no cumplen con los criterios diagnósticos de depresión mayor, es decir, si tienen depresión, pero son funcionales, no están encerrados en una habitación.
Pero, según algunas investigaciones, hay un predictor más fuerte que la depresión clínica y es la desesperanza, las personas son más propensas a suicidarse cuando no ven la manera de escapar del sufrimiento psicológico y el dolor emocional. Cuando sienten que no hay esperanza para su situación, que no hay alternativas y no tienen a nadie a quien recurrir.
El suicidio solo te muestra la infelicidad profunda que vivía esa persona y esto va más allá de un trastorno mental.
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Dedica tiempo a escucharle más y hablar menos, escucha sin juzgar.
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Reconoce el dolor y la lucha que está viviendo. Evita trivializar sus sentimientos o decir cosas como «ya pasará» o «otros están peor».
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No asumas que porque está de fiesta o saliendo no hará nada.
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No creas el mito de que el que se va a matar no lo dice.
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Y jamás trates como un show para llamar la atención cuando alguien deja saber que no quiere vivir.
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Muestra comprensión y compasión. A veces, saber que alguien entiende y acepta sus sentimientos puede aliviar la sensación de estar solo.
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Hazle saber que estás ahí para ellos a largo plazo, no solo en momentos de crisis. La consistencia en el apoyo es clave.
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Invita a la persona a realizar actividades juntos, como caminar, hacer ejercicio o participar en eventos comunitarios, lo que puede ayudar a mejorar su estado de ánimo
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Guía a la persona a buscar ayuda de profesionales de la salud mental, como psicólogos terapeutas o consejeros.
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Recuérdale que no está solo, que todavía puede tener fe y esperanza.
La próxima vez que sepas que alguien esta desesperanzado recuérdale que su vida vale y que tiene un creador que calma el dolor y devuelve la esperanza. Puedes ayudar a salvar una vida.