Los motoristas
Solo hay un delivery «autorizado» a circular como un demente: el que nos trae la pizza a casa. Y la debe entregar caliente sin pena de no recibir propina. Un servicio satisfecho genera en parte el caos contra el que nos rebelamos.
Igual, los motoconchistas con casco ofrecen transporte a pasajeros que pagan por ir a cabeza descubierta en dirección contraria, por las aceras y sin distinguir el rojo del verde.
Esos motoristas cuya temeridad cuesta vidas y un porcentaje del PIB nada despreciable… manejan así porque pueden. Porque resuelven una deficiencia del servicio público de transporte, porque no hay autoridad para corregir el caos de las calles ya que sería arriesgar cientos de miles de votos y porque el estado del tráfico refleja el grado de educación de una sociedad.
No es solo un problema de transporte. Es de orden público y seguridad ciudadana porque hay muertos, disputas y asaltos. Es un problema de subsistencia porque en una economía en la que el empleo informal es mayor y crece más que el formal, la gente tiene que buscarse la vida. Ese es su razonamiento y respetar las normas de tránsito les parece incompatible con su negocio.
Costo-beneficio: ¿compensa no intervenir este caos por los votos que representan o para que no se incomoden sus tropecientos sindicatos? ¿Alguien tiene un plan?