Israel mantiene cerrado el paso de Erez, fronterizo con Gaza, pese al compromiso con Biden

Israel mantiene cerrado el paso de Erez, fronterizo con Gaza, pese al compromiso con Biden

El paso fronterizo de Erez, que conecta Israel con el norte de Gaza, sigue cerrado y sin que se permita la entrada de ayuda humanitaria en la Franja a través de él, según asegura a EL PAÍS desde Jordania la directora de comunicación de la agencia de Naciones Unidas para los refugiados palestinos (UNRWA), Juliette Touma. Esta trabajadora humanitaria recalca que el anuncio el pasado jueves de las autoridades israelíes de que reabrirían esas instalaciones sigue siendo solo “una promesa”. El Gobierno israelí confirma de forma implícita la información a este diario. También que los suministros para aliviar la grave situación que padece la población de Gaza no han empezado a ser desembarcados en el cercano puerto de Ashdod, a 35 kilómetros al norte del enclave. Esas dos iniciativas fueron los principales compromisos asumidos por el Gabinete de guerra israelí el jueves, tras una llamada telefónica entre el primer ministro, Benjamín Netanyahu, y el presidente de Estados Unidos, Joe Biden.

“Anunciaremos [la reapertura] del [paso de] Erez y [del puerto de] Ashdod cuando se fije una fecha”, ha afirmado este lunes, en un mensaje a este diario, Shimon Freedman, portavoz de la Coordinación de Actividades Gubernamentales en los Territorios (COGAT en sus siglas en inglés). Ese organismo israelí es el encargado de autorizar o no la entrada de ayuda humanitaria en Gaza. Freedman no ha contestado a las preguntas sobre una fecha aproximada para la reapertura de las instalaciones, que, antes del ataque de Hamás del 7 de octubre —en el que murieron 1.200 personas y 240 fueron secuestradas—, servía fundamentalmente para la circulación de personas.

La cuenta en X del COGAT sí anunció el domingo por la noche que el número de camiones con ayuda que había penetrado en la Franja ese día había sido de 322, el más alto desde que empezó la guerra, que esa misma jornada cumplió seis meses. Una cifra lejos aún de los entre 500 y 600 diarios necesarios para alimentar a los gazatíes, según Naciones Unidas. “Es una gota de agua en un océano de necesidad”, lo ha definido por teléfono desde Deir al Balah, en el centro de Gaza, la cooperante Ghada Al Haddad, portavoz de la ONG Oxfam en el enclave.

Israel solo permite la entrada de camiones con ayuda en Gaza por otros dos puestos fronterizos, Rafah y, en menor medida, Kerem Shalom, ambos en el sur. Lo hace a cuentagotas desde que el Gobierno israelí decretara un bloqueo total del territorio, días después del ataque de Hamás, al que Israel respondió con su ofensiva militar que ha causado ya la muerte a más de 33.000 palestinos, según el Ministerio de Sanidad de la Franja, gobernada por Hamás.

En el comunicado con el que se anunció la reapertura de Erez y Ashdod, Israel no ofrecía fechas, pero sí indicaba que tomaría “pasos inmediatos” para incrementar el flujo de ayuda humanitaria a Gaza. Estados Unidos, su principal valedor, celebró el anuncio, si bien de forma más circunspecta que en ocasiones anteriores. Adrienne Watson, portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, incluso advirtió en Washington de que esos pasos debían ser ahora “completamente y rápidamente aplicados”.

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Horas antes, el presidente Biden y Netanyahu habían mantenido una conversación telefónica definida como “tensa” por los medios estadounidenses. El lunes anterior, misiles israelíes habían matado en Gaza a siete cooperantes, entre ellos uno estadounidense, de la ONG World Central Kitchen (WCK). Biden advirtió a Netanyahu durante esa llamada de que habría cambios en el apoyo de Washington si Israel no adoptaba medidas inmediatas para proteger a los civiles y aumentar la ayuda humanitaria en el territorio palestino. Más de la mitad de los 2,2 millones de habitantes de Gaza se enfrenta a una falta extrema de acceso a los alimentos, según un informe internacional divulgado en marzo, que advertía de una hambruna “inminente” en el norte de Gaza.

Israel no ha abierto aún Erez ni Ashdod a la ayuda, pero sí enseñó este domingo al embajador de EE UU, Jack Lew, su nueva célula de Coordinación Humanitaria y Desconflictuación del ejército, una nueva institución anunciada también el jueves, cuyo cometido será evitar “errores” —así lo ha definido Israel— como el del ataque contra WCK. La cuenta en X del COGAT divulgó fotos de la visita, después de destacar, en un tuit anterior, la entrada de los 322 camiones en Gaza.

Este diario ha preguntado al portavoz del COGAT cómo había sido posible ese repentino aumento del número de vehículos cuando Israel ha atribuido en el pasado el escaso número de camiones que entran en Gaza a la “falta de capacidades logísticas” de las agencias de la ONU, sobre todo a la UNRWA. Su respuesta ha sido: “En cuanto al número de camiones, el principal problema al que se enfrenta la comunidad internacional es su capacidad de distribución”. Freedman ha atribuido el incremento del número de vehículos a “los esfuerzos de Israel por aumentar su capacidad y de la gran cantidad de camiones que ha enviado la comunidad internacional.”

El portavoz ha sostenido luego que Israel ha “aumentado considerablemente su capacidad de inspección”. La ONU y varias ONG internacionales acusan al país de bloquear, incluso durante semanas, la entrada de los camiones en Gaza por motivos como haber encontrado unas tijeras infantiles en el cargamento. Naciones Unidas sostiene que Israel está usando el hambre como “arma de guerra”.

La “ilusión de la ayuda”

Fidaa al Araj, coordinadora de seguridad alimentaria de Oxfam en Rafah, confirma por teléfono que, en los últimos días, algo más de ayuda está entrando en Gaza, pero también que sigue siendo “muy insuficiente”. Los más de 500 camiones que entraban antes de la guerra eran ya “insuficientes tras 16 años de bloqueo israelí”. Durante la guerra, explica, ha habido días que han entrado 40 camiones. Y sostiene: “Un aumento ahora es una estrategia israelí para los medios de comunicación“ .

Esos vehículos que entran en Gaza no siempre transportan comida, subraya por su parte Doaa, otra gazatí refugiada en Rafah. “Se cuenta como ayuda todo camión que entra, incluso algunos que transportan test de covid-19. Otros traen comida, pero no toda es para distribuir, sino de comerciantes que la venden a precios altísimos. Un kilo de azúcar costaba antes 75 céntimos de euro y ahora 16 euros y medio. La gente no lo puede pagar debido al colapso financiero y la falta de efectivo causados por la guerra. No hay frutas y verduras en los mercados y, si las hay, sus precios son astronómicos debido a los complejos procedimientos de Israel para que entren en Gaza”.

A ese contexto se refirió la semana pasada el secretario general de Médicos sin Fronteras, Chris Lockyear, que aludió a lo que llamó “la ilusión de la ayuda”. Según dijo, “la imagen de la ayuda internacional se está utilizando como coartada para perpetuar la forma brutal y desproporcionada en que se está librando esta guerra”.

“Gran parte de la narrativa en torno a la ayuda humanitaria ha girado en torno al recuento de camiones que cruzan una frontera y los lanzamientos aéreos. No son más que distracciones destinadas a crear una ilusión de ayuda. La ayuda humanitaria es mucho más que contar camiones. Es desplazar los suministros de forma segura. Es seguridad en el punto de distribución. Es el funcionamiento de los hospitales, que son más que cuatro paredes y un techo. Es agua, electricidad, combustible y comunicaciones”, resaltó el humanitario.

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