Israel retira sus tropas terrestres del sur de Gaza cuando se cumplen seis meses de la guerra
El ejército israelí ha anunciado la retirada de todas sus tropas terrestres en el sur de Gaza en la madrugada de este domingo, el mismo día en que se cumple medio año de la guerra en el enclave palestino. Fuentes militares citadas por la prensa local han justificado esta decisión con el argumento de que el ejército ya ha logrado su objetivo de desmantelar la estructura de Hamás en Jan Yunis, la ciudad al norte de Rafah donde Israel llevaba combatiendo cuatro meses. También con un cambio de estrategia para privilegiar las “incursiones focalizadas” como las que llevan a cabo en el norte del territorio, en lugar de una presencia continúa en el territorio. Las fuentes citadas por el diario Haaretz negaron que esta decisión obedezca a una exigencia de Estados Unidos al Gobierno del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu.
Ese desmentido alude sin citarla a la conversación telefónica que mantuvieron el pasado jueves el presidente de EE UU, Joe Biden, y Netanyahu, cuatro días después de que un ataque israelí contra un convoy de la ONG estadounidense World Central Kitchen (WCK) matara a siete cooperantes, de los que seis eran occidentales y uno estadounidense. La irritación de de Washington y su consiguiente presión a Netanyahu por este ataque con misiles contra tres coches de la organización claramente identificados y cuyo trayecto conocían las autoridades israelíes, ha forzado al Gobierno de Netanyahu a hacer las primeras concesiones en esta guerra.
Esas concesiones, como la promesa de abrir el paso fronterizo de Erez, en el norte de Gaza, o utilizar el puerto de Ashdod para desembarcar ayuda humanitaria para Gaza, han sido mínimas, pero hasta ahora Netanyahu se había negado a hacerlas, a pesar de los llamamientos de Naciones Unidas y de los organismos internacionales de ayuda que no dejan de alertar de que la población del territorio palestino está en una situación “catastrófica” y al borde de la hambruna. En estos seis meses de guerra, más de 33.000 palestinos han perecido en la Franja. Al menos 13.000 son niños, según ha alertado Unicef, agencia de la ONU para la infancia.
La decisión de retirar la 98º División del ejército israelí del sur de Gaza llega además cuando desde hace dos meses Israel amenaza con desencadenar una ofensiva militar terrestre en Rafah, la ciudad en la frontera con Egipto donde se hacinan más de 1,4 millones de desplazados gazatíes, de una población total de 2,2 millones. La Administración de Biden no se ha opuesto de forma explícita a esa ofensiva, pero sí la ha supeditado a la protección de los civiles que allí se refugian, una condición que para la ONU es imposible de cumplir.
El ejército israelí justifica ahora su retirada del sur de Gaza con el argumento de que ha alcanzado los objetivos que perseguía y también aludiendo a ese supuesto cambio de estrategia. “Todas las operaciones de inteligencia y combate en la región” se han alcanzado, han manifestado las fuentes citadas por Haaretz, que subrayan que la 98º División, la que ahora ha abandonado el territorio, ha “desmantelado las brigadas de Hamás en Juan Yunis, matado a miles de sus miembros y destruido 30 kilómetros de túneles”. La fuente recalcaba que, en esa localidad palestina, las tropas terrestres “han hecho todo lo que podían hacer”.
La fuente aludía luego a cómo esas tropas pueden volver a entrar en Gaza en cualquier momento y a que no hay “necesidad de permanecer en el sector sin una necesidad [operativa]”. Según el diario israelí, el ejército planea estacionar en el futuro de forma permanente tres divisiones en la frontera con Gaza, desde donde podrían penetrar en el territorio siempre que lo consideren necesario. Las fuentes añadieron que la salida de las tropas de Jan Yunis permitirá a los palestinos desplazados regresar a sus hogares tras refugiarse en Rafah.
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Las otras razones, ese supuesto cambio de estrategia, se remiten a la evolución de “la percepción sobre los combates en el sur de la Franja” después del nuevo asalto israelí al hospital de Al Shifa, en el norte de Gaza, que según denunció este sábado la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha dejado el antaño principal complejo hospitalario del enclave reducido a un “cascarón vacío” de edificios carbonizados y de cadáveres que yacen entre hierros retorcidos.
Otro diario israelí, el The Times of Israel, cita este domingo a fuentes de la inteligencia militar israelí, que aseguran que esa operación ha convencido al ejército de Israel de que lo que define como “incursiones focalizadas” similares a la que tuvo lugar en el hospital de Al Shifa son más útiles a la hora de luchar contra Hamás.
Ante esta decisión que ha causado sorpresa, los militares israelíes han tratado de realzar esos objetivos que aseguran haber cumplido en Jan Yunis. No solo el de haber matado a un número elevado de supuestos miembros de Hamás, sino el de haber localizado túnel de 900 metros de longitud en el barrio de Al Amal en esa localidad, en la que sostienen también hallaron un depósito con armas y explosivos.
En estos seis meses de guerra, el Ejército israelí asegura haber matado a más de 13.000 miembros de Hamás en Gaza, además de a unos mil militantes de ese grupo fundamentalista y otros, como la Yihad Islámica, autores del ataque en Israel del 7 de octubre, en el que murieron 1.200 personas y otras 240 fueron secuestradas. De ellas, aproximadamente la mitad sigue en Gaza y se cree que un tercio han muerto.
Sin embargo, a Israel se le sigue escapando esa imagen de victoria total sobre Hamás que justificaría la guerra. El Gobierno israelí no ha podido demostrar haber matado a ningún líder prominente de la organización. Sobre todo, a su principal dirigente, Yahia Sinwar, que se cree que sigue vivo en algún lugar de Gaza. Mientras, Netanyahu afronta una creciente impopularidad, no tanto por los 33.000 gazatíes muertos en la guerra, sino por la suerte de los rehenes y su incapacidad de recuperar esa idea de seguridad que los israelíes tenían antes del 7 de octubre y que quedó hecha añicos por el ataque de Hamás. Un 88% de los judíos israelíes apoyan la ofensiva militar y más de la mitad se opone a la entrada de ayuda humanitaria a Gaza mientras haya rehenes. Incluso abogan por que el ejército use aún más fuerza.
Este sábado, más de 100.000 israelíes se congregaron en Tel Aviv en una manifestación para reclamar al Gobierno de Benjamín Netanyahu un acuerdo para la liberación de todos los rehenes, y elecciones anticipadas en las que el primer ministro perdería claramente su mayoría parlamentaria, según los sondeos. La multitudinaria muestra de rechazo al primer ministro se produjo poco después de que se conociera que el ejército israelí había recuperado en Gaza el cuerpo de uno de esos rehenes, Elad Katzir.
Quienes participaron en la protesta, la más grande desde el inicio de la guerra, exigieron a Netanyahu un acuerdo con Hamás para liberar a los secuestrados, que Israel lleva semanas negociando en El Cairo en vano. El sábado, el grupo fundamentalista que gobierna Gaza confirmó que enviará a la capital egipcia una delegación para una nueva ronda de conversaciones para lograr un algo el fuego, bajo la mediación de Egipto, Qatar y Estados Unidos.
Mientras, las críticas, siempre matizadas y aún sin consecuencias de peso, para Israel entre sus aliados occidentales no cesan. El país afronta también la amenaza de represalias iraníes por el ataque israelí contra el consulado y residencia del embajador de ese país en Damasco, capital de Siria, el pasado lunes, en el que murieron diez personas, tres de ellas altos cargos de la Guardia Revolucionaria Islámica. El ministro israelí de Defensa, Yoav Gallant, ha señalado este domingo que Israel “ha completado los preparativos para responder a cualquier escenario que pueda desarrollarse contra Irán”. Un asesor del líder supremo de Irán, Ali Jamenei, ha afirmado, por su parte, que las embajadas de Israel “ya no están seguras”, sugiriendo un posible ataque a sedes diplomáticas israelíes.
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