París 2024: la rocambolesca historia del centro acuático de los Juegos
Un parto complicado y su consecuente factura… La historia del Centro Acuático Olímpico, la única instalación permanente construida para los Juegos Olímpicos de París 2024, que será inaugurada el jueves por Emmanuel Macron, se complicó desde el inicio, obligando a los organizadores a realizar malabarismos.
Hay proyectos difíciles y el de la piscina de los Juegos de París 2024, el más emblemático junto al de la Villa Olímpica, lo ha sido mucho más de lo esperado.
Hace más de siete años, en el dosier de candidatura, la piscina olímpica debía costar menos de 70 millones de euros (75 millones de dólares), subió a los 90 millones al presentarse el proyecto definitivo en septiembre de 2017 y finalmente habrá costado 175.
Lo más curioso de todo es que finalmente no acogerá las pruebas olímpicas de natación… ¡por ser demasiado pequeño para un evento de este tipo!.
Será el Arena La Défense, en Nanterre, en el otro extremo de la capital, donde se disputen las pruebas de natación con dos piscinas desmontables que tras los Juegos se reubicarán en Sevran y Bagnolet, dos localidades de la periferia parisina.
Una piscina olímpica sin la natación
¿Cómo explicar este embrollo? «Esta historia de la piscina es una originalidad inédita en unos Juegos. Se montó algo para buscar el equilibrio financiero y, al final, Francia se quedará sin piscina olímpica», resume Armand de Rendinger, especialista del movimiento olímpico, preguntado por la AFP.
Este especialista asegura que hay que remontarse más de 20 años atrás para entender lo ocurrido.
En 2001 en Moscú, durante el proceso de atribución de los Juegos de 2008, Francia presentó candidatura «pero sin ninguna posibilidad de obtenerlos, sino más bien para preparar la candidatura de 2012», en la que acabaría imponiéndose Londres.
Fue en aquella época cuando nace el proyecto de construcción de una piscina olímpica, una instalación que necesita Francia, pero que no deja de ser una idea fantasma cada vez que la capital gala postula a unos Juegos de verano.
«Excepto que, cuando se impuso en Lima en 2017, hubo que replantearse más seriamente las promesas, entre ellas la de la piscina», recuerda De Rendinger.
Rápidamente, el proyecto se convirtió en un rompecabezas. Un informe de la Inspección de Finanzas alertó en 2018 de un probable e importante sobrecoste, evaluando la construcción en 260 millones de euros. Imposible cumplir las restricciones presupuestarias. «Por lo tanto, hubo que reducir el coste de la piscina», recuerda De Rendinger.
Se contemplaron entonces varios escenarios, con dos constructores en los tacos de salida, Vinci y Bouygues, que sería en abril de 2020 el elegido para el proyecto, calculado entonces en 175 millones de euros, pero con una importante modificación respecto a lo planeado: no podía tener más de 5.000 plazas de aforo, insuficiente para la federación internacional, que impone un mínimo de 15.000 para las pruebas de natación de primer nivel, lo que deja a Francia sin posibilidad de organizar un Mundial, por ejemplo.
El Centro Acuático Olímpico (CAO), conectado al Estadio de Francia por una pasarela sobre la autopista A1, albergará finalmente las pruebas de natación artística, clavados y las pruebas clasificatorias de waterpolo.»Evidentemente es un fiasco, pero el problema estuvo en el origen.», considera David Roizen, experto de la Fundación Jean Jaurès, un centro de estudios.El edificio tiene una superficie de 20.000 m², con una estructura de madera, y cuatro piletas: una para el aprendizaje a nadar, otra para uso lúdico, una tercera para competición y la última para los clavados.»Sigue siendo un enorme avance para Sena-Saint Denis, uno de los departamentos con menos equipamientos», destaca de manera anónima un cargo electo de la región.Un puñado de nuevas piscinas y otras renovadas serán también la herencia de los Juegos en el departamento más pobre de Francia, en el que uno de cada dos niños no sabe nadar cuando llega a la enseñanza secundaria (12 años), según las autoridades.
AFP/Por Cyril TOUAUX