Portugal estrena un Gobierno de centroderecha que dependerá de la oposición
Portugal estrena este martes un nuevo ciclo político. Con la toma de posesión del nuevo primer ministro, Luís Montenegro, y su Gabinete, el centroderecha recupera el poder que perdió en 2015, cuando el socialista António Costa se impuso con una moción de censura apoyada por la izquierda sobre el conservador Pedro Passos Coelho. Montenegro, el presidente del Partido Social Demócrata (PSD, centroderecha), ganó las elecciones el pasado 10 de marzo al frente de una coalición electoral, Alianza Democrática, que apenas logró dos diputados más que el PS, el Partido Socialista (80 escaños frente a 78). Su proyecto no logró atraer el voto descontento con los dos años de mayoría absoluta de António Costa y apenas recibió los mismos apoyos que en las elecciones de 2022. El desplome socialista es lo que ha facilitado la llegada de Montenegro al palacio de São Bento.
El avance de Chega, el partido de ultraderecha liderado por André Ventura que capitalizó la protesta y obtuvo 50 representantes, convertirá la gobernación de Montenegro en un ejercicio de funambulismo permanente. Ninguna de las medidas importantes que requieran respaldo parlamentario podrá salir adelante sin el apoyo de una de las principales fuerzas de la oposición: los socialistas o la derecha populista. El resto de organizaciones presentes en la Asamblea de la República, muy fragmentada por la presencia de nueve partidos, carece de peso suficiente para determinar la aprobación o el rechazo de iniciativas.
La inestabilidad que se avecina se vislumbró la semana pasada durante la elección del presidente de la Asamblea de la República. El desacuerdo entre formaciones obligó a realizar tres votaciones fallidas en las que ninguno de los tres candidatos presentados por el PSD, PS y Chega obtuvo respaldo suficiente. Solo el pacto alcanzado entre Montenegro y el líder socialista, Pedro Nuno Santos, permitió desbloquear la situación al llegar a un acuerdo para rotar la presidencia de la Cámara entre ambas formaciones.
A día de hoy, se ve más factible la complicidad del centroderecha con los socialistas que con la ultraderecha, como reconoció el que será líder parlamentario del PSD, Hugo Soares: “Queremos dialogar con todos, en especial con el Partido Socialista”. La negativa de Montenegro a incorporar a los populistas a su Gabinete, tal y como prometió en campaña, ha irritado sobremanera a Ventura, que exigió en sucesivas entrevistas televisivas la entrada en el Gobierno. La oposición que realizará Chega es imprevisible, muy dependiente de la voluntad de su líder, que aspira a extender su triunfo electoral en el Algarve a otros territorios y dar el sorpasso al PSD, la formación que ha tenido la hegemonía en el arco de la derecha en los 50 años de democracia. La cercanía de las elecciones regionales en Madeira (26 de mayo) y europeas (9 de junio) no ayudarán a sosegar el ambiente para favorecer el entendimiento entre ambas formaciones. En contrapartida, la presencia de antiguos militantes del PSD en las filas de Chega puede facilitar el diálogo.
Si a la derecha el nuevo Gobierno tiene un potencial socio crispado, a la izquierda tiene un partido dispuesto a negociar solo asuntos institucionales o medidas destinadas a atender las reivindicaciones de profesores, sanitarios y policías, los tres colectivos que protagonizaron meses de protestas contra el Ejecutivo de António Costa. Santos se ofreció a apoyar una rectificación presupuestaria para atender estas demandas, aunque su colaboración se limitaría a esos aspectos para mejorar las condiciones salariales de los empleados públicos. El secretario general del PS asegura que no votarán a favor de los Presupuestos Generales de 2025, la verdadera prueba de fuego para la supervivencia del nuevo Gabinete.
Abstención de los socialistas
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La decisión del Partido Comunista Portugués (PCP) de presentar una moción de rechazo al programa de Gobierno obligará a toda la oposición a tener que posicionarse. Los socialistas, que afrontan ahora su propio proceso de reconstitución interna, anunciaron hace semanas que no van a impedir el Gobierno de Montenegro. La abstención del PS le bastaría al Ejecutivo para sacar adelante su programa en la Asamblea de la República.
Montenegro se ha rodeado de un Gobierno de pesos pesados, procedentes del núcleo duro de su partido, para navegar por una legislatura compleja. El número dos del Ejecutivo y ministro de Asuntos Exteriores, Paulo Rangel, era vicepresidente del PSD y eurodiputado. Rangel participó en noviembre de 2023 Madrid en una de las protestas organizadas por el PP y Vox contra la ley de amnistía con un discurso encendido: “El acuerdo que Pedro Sánchez ha hecho es peligroso para la democracia liberal y el Estado de derecho y es peligroso también para la unidad de España”.
Pero es la ministra del Interior, Margarida Blasco, la que está recibiendo las mayores críticas políticas antes incluso de empezar su función. Ventura considera que no es idónea para el cargo por su trabajo anterior durante siete años como inspectora general del ministerio, donde propuso sanciones disciplinarias para policías que habían cometido agresiones. Blasco, que es magistrada, es una de las cuatro ministras independientes nombradas por Montenegro.
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