El médico de Biden dice tras el chequeo anual al presidente que sigue “en condiciones de cumplir con su deber”
Un chequeo médico anual no acostumbra a ser noticia. Salvo si el paciente es, claro, Joe Biden, presidente de Estados Unidos. A sus 81 años, su salud y sus aptitudes físicas y mentales se han convertido en un asunto de interés público y en un tema casi de seguridad nacional, habida cuenta de sus planes de renovar en el puesto el próximo mes de noviembre. Si sus compatriotas le otorgan otra vez la confianza tendrá 82 años cuando vuelva a jurar el cargo a principios del año que viene; 86, si consuma su segundo mandato.
Biden, que hace tiempo que batió el récord como el presidente más longevo de la historia de Estados Unidos, se sometió este miércoles a unas pruebas en el hospital militar Walter Reed, en Bethesda, un suburbio de Washington que pertenece al Estado de Maryland. Su médico, Kevin O’Connor, consignó en su parte que “no hay nuevas preocupaciones” con respecto a la salud del presidente. “Se siente bien. Sigue en condiciones de cumplir con su deber y de ejecutar plenamente sus responsabilidades sin excepción”, escribió O’Connor, que añadió: “El presidente Biden es un hombre de 81 años sano, activo y robusto”.
O’Connor también aseguró que el grupo de una veintena de facultativos que dirige lo había sometido a un examen neurológico “extremadamente detallado” que no dejó rastro de accidente cerebrovascular, trastornos neurológicos o enfermedad de Parkinson.
Biden sí sufre apnea obstructiva del sueño y duerme casi todas las noches con una máquina que ayuda a despejar sus vías respiratorias. El médico achaca la torpeza en los movimientos del presidente, que se ha hecho más patente en los últimos meses, a una “espondilosis de moderada a severa”, que es, traducida, una degeneración de los discos espinales, propia de la edad. También padece de neuropatía periférica, una afección nerviosa, que provoca dolor y rigidez en los pies.
El anuncio de que Biden se encaminaba hacia el hospital ya acaparó los titulares de buena mañana, una mañana en la que el presidente se había desayunado con los agridulces resultados de las primarias de su partido en Míchigan, en las que arrasó con facilidad, pero que también registraron un fuerte voto de castigo de la comunidad árabe de uno de los Estados decisivos de las próximas elecciones (y de todas, en realidad). La razón de ese correctivo está en el apoyo de su Administración a Israel en la guerra en Gaza.
La salud cognitiva de Biden, argumento favorito de sus enemigos para atacarle por su presunta ineptitud para desempeñar uno de los trabajos más exigentes del mundo, se colocó aún más en el centro de la discusión pública tras la publicación del informe del fiscal especial Robert Hur, designado para investigar su gestión de los papeles confidenciales de su época de vicepresidente hallados el año pasado en su poder. Hur no pudo acusarle de ningún delito, pero sí deslizó un diagnóstico no solicitado sobre su “mala memoria”, que dio alas al expresidente Donald Trump, su más que probable rival en las urnas el próximo noviembre, y despertó las dudas, también entre los demócratas, sobre la capacidad de Biden para ganar las elecciones y, más aún, completar un segundo mandato.
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“No recordaba cuándo fue vicepresidente; olvidó el primer día de la entrevista cuándo terminó su mandato (’si fue en 2013, ¿cuándo dejé de ser vicepresidente?’), y el segundo día de la entrevista cuándo comenzó su mandato (’en 2009, ¿sigo siendo vicepresidente?’). No recordaba, ni siquiera por aproximación, cuándo murió su hijo Beau”. Biden fue vicepresidente de Barack Obama de 2009 a 2017. Su hijo Beau falleció de un tumor cerebral en 2015.
Achaques de octogenario
En la anterior visita al médico, en enero del año pasado, el mandatario también salió bien parado: tenía ciertos achaques de octogenario (a saber: fibrilación auricular, hiperlipidemia, reflujo gastroesofágico, alergias estacionales, artritis espinal y, de nuevo, neuropatía periférica sensorial leve en los pies), pero la conclusión del facultativo fue entonces también tajante: “El presidente sigue siendo un hombre sano y vigoroso de 80 años, apto para desempeñar con éxito las funciones de la presidencia, incluidas las de jefe del Ejecutivo, jefe de Estado y comandante en jefe”, concluyó entonces el parte firmado por O’Connor, médico de Biden desde 2009. Coronel retirado del Ejército estadounidense, comenzó a trabajar en la Casa Blanca en 2006, cuando George W. Bush estaba en el cargo. Fue el médico de Biden cuando este fue vicepresidente. Después, se lo trajo de regreso a la Casa Blanca en 2021.
El anterior parte médico publicado por la Casa Blanca, fechado en noviembre de 2021, también estaba lleno de buenas noticias para el paciente: decía que que estaba sano y en condiciones de ejercer el cargo, aunque anotaba algunos achaques, como una tos más frecuente, una neuropatía periférica y una espondilosis cervical que contribuía a una cierta rigidez en los movimientos y que con los años parece haberse acentuado. También destacaba que Biden mantenía una vida sana y unos hábitos saludables: ni fuma, ni bebe, y hace ejercicio.
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