Evolución del documento electoral en la República Dominicana
Este domingo 18 de febrero los dominicanos irán a las urnas. Tienen una larga esperanza democrática. Son conscientes de la importancia de estas elecciones municipales.
Para ir a votar se necesita de un documento que ha sido evaluado como súper efectivo y de notable calidad. En las décadas pasadas, digamos en la década de los setentas y los ochentas, el documento que tenían los dominicanos dejaba mucho que desear. Era un documento de un papel muy ligero, endeble que no resistía el embate del tiempo, del agua y del calor. Ahora los dominicanos tienen un documento fiable que, con sus debilidades, sirve de manera efectiva paras las elecciones.
El documento tiene dentro de su información el lugar donde el portador ejercerá su voto: el número de mesa y el colegio electoral. Es un documento electoral toda vez que está en el padrón electoral. El día de la votación, al jefe de la mesa y a los delegados, les corresponde ver que el documento que presenta el votante está en el registro del padrón. Se confirma que la foto es la misma y se entrega la boleta y los marcadores con los que harás uso de tu deber cívico.
Es interesante inspeccionar un poco en la historia de ese documento tan frágil, y ver como con el paso del tiempo y la llegada de nuevos administradores de la Junta, este pudo convertirse en un documento inteligente, aunque no tan inteligente como algunos proclaman que debería ser: que permita incluso pagar en el supermercado, por ejemplo. Tenemos una cédula confiable y aquello de que existan partidos que practiquen el deleznable proceso de su compra, nos parece sacado de un thriller.
Era un documento marrón que parecía sacado del antiguo baúl de uno de nuestros abuelos: la foto estaba grapada y era en blanco y negro, nada de colores. Uno de los problemas que tenía este documento era que los datos contenidos podían borrarse: la dirección del portador, así como su edad y profesión, podían quedar desdibujadas con el paso del tiempo.
Para obtenerlo tenías que ir a las antiguas edificaciones de los pueblos que albergaban a las oficinas viejas y polvorientas de las Oficialías Civiles: la foto te la tomaba una persona en una cámara vieja donde no salías como eras, casi siempre al lado del edificio. Le dabas la foto a la persona de la Junta porque ellos te habían dicho que necesitabas una foto dos por dos. La modernidad hace que, como ocurre en otras partes del mundo para la expedición de pasaportes y otros documentos, sea en el mismo lugar donde tengan cámaras especiales con la resolución adecuada para un documento que se precie de moderno.
La existencia de un documento tan endeble es uno de los puntos a los que harían referencia los modernos administradores de la Junta que hemos tenido. También tiene que decirse que el proceso de votación ha variado de manera radical: no son las elecciones de 1978 cuando se tenía que meter en un sobre la boleta elegida. Son varios los libros que se han escrito para analizar los entuertos en que nos metimos los dominicanos para poder tener una Junta moderna y confiable.
Es notable que para aquella época no teníamos los modernos computadores en los que se alberga todo tipo de datos. Era un trabajo manual que tenían que hacer empleados mal pagados, muchas veces con el mal humor característico de trabajos incómodos.
Era un documento que era llenado a pura máquina de escribir: una persona se encargaba de escribir los datos provistos en un formulario que a la larga no resistiría el paso del tiempo. Con ese documento arcaico se podían hacer los actos civiles de la más variada especie: comprar un solar, por solo citar un ejemplo. Con el correr de los años, tendríamos la necesidad de modernizarlo todo y el documento pasaría a ser no solo de identidad sino ahora también electoral.
Debemos reconocer que el personal de la Junta, durante todos estos años, digamos las últimas dos décadas, se ha empleado a fondo para trabajar en la expedición de cédulas y lo han hecho en muchas ocasiones, con una sonrisa a flor de labios.
Es un trabajo tedioso que también exige del ciudadano estar en el lugar a una temprana hora de la mañana, haciendo una fila que parece no terminar, pero la gente de la Junta, tan profesional como es, ha trabajado de manera titánica para que el proceso sea eficiente y profesional. Durante todos estos años, han sido muchas las cédulas expedidas, por ejemplo, para los nuevos votantes.
Puede decirse que este 18 de febrero los dominicanos pondrán a prueba una vez más el sistema electoral, a la espera de que las noticias de quién resultó beneficiado con un mayor caudal de votos, sea publicado ya en la noche. Se espera que el tiempo que transcurra después del cierre de los colegios y el envío de resultados, no sea tan largo.
Los que vamos a los colegios a efectuar nuestro voto, podemos recordar a los observadores en antiguas elecciones. Son personas capaces que tienen todo el dominio de cómo debe ser un proceso electoral ya que han ido a procesos en otros países del mundo, cuando se dé el caso. Lo cierto es que las votaciones no son sino un fenómeno históricamente no tan viejo: la democracia como sistema tiene su historia y podemos decir que los dominicanos tienen una democracia y un sistema electoral probado en antiguas elecciones.
Siempre hay resabios y protestas de aquellos que no fueron beneficiados con el mayor caudal de votos, así también como es recordable que haya denuncias de corrupción en las diversas maneras que sabemos que se produce.
Algunos denuncian que los votos se pueden comprar y argumentan que en los partidos dominicanos esta práctica existe, al tiempo que otros denuncian que estas son prácticas ya olvidadas, que se parecen a los tiempos de Concho Primo o la era de anterior y posterior Lilís, cuando los dominicanos eran gobernados en medio de asonadas cuartelarías, golpes de mano y problemas de seguridad en las demarcaciones. Esa historia ha quedado atrás, según nos pueden decir los más fiables analistas de los procesos electorales.
El padrón electoral es un documento que tienen los diferentes partidos, aunque ciertamente no todos los partidos conocen a todos sus votantes: una cosa es que simpatices por un partido y otra muy diferente es que seas parte del partido, con carnet y con un lugar en la lista de afiliados. Es una práctica muy sentida y complicada todo lo que representa para algunas organizaciones partidarias, el recoger a los votantes desde lejanas comarcas y llevarlos a los centros electorales.
Es necesario que se sepa que esto al parecer no este descontinuado: algunos integrantes de los partidos se encargarían de llevar a grandes cantidades de electores a votar en las elecciones.
Algunos podrían decir que esto no se daría en un proceso de elección de alcaldías, pero cada día es más importante que nunca este proceso por todo lo que representa un alcalde para las crecientes poblaciones en toda Latinoamérica. Las luchas partidarias que vimos en la década de los ochentas con los candidatos recordados, nos dicen que la capital creció y ahora se demandan nuevos servicios. Las poblaciones demandan una atención especial de parte de los alcaldes elegidos.
La ciudad de inicios de siglo XX no es ni por asomo la que hoy tenemos que administrar. En tiempos coloniales, la ciudad de Santo Domingo podía manejarse de acuerdo a algunos protocolos que eran manejados por el administrador de la cosa pública: un Capitán General que a su vez era el gobernante de toda la isla y concentraba en su persona todo el poder.
Con el ascenso de Trujillo, tuvimos otro asunto: la devastación del ciclón San Zenón impuso a los administradores del poder otros asuntos que conocer: era una ciudad que había crecido pero que había quedado devastada. Entonces, con el ciclón se entendió que había que construir y eso fue lo que hizo Trujillo.
Ir a votar en unas elecciones bien organizadas, promueve entre los ciudadanos un sentimiento de avance democrático: sabemos que no es lo mismo que ocurre en Haití, por ejemplo. La situación de ese vecino es algo que mantiene a la comunidad internacional en total preocupación y pensar en unas elecciones en ese país, no es del todo tan sencillo como parece.
Aquí tenemos partidos organizados que han dispuesto sus candidatos a través de elecciones internas que hablan muy bien del proceso. Las elecciones que tenemos nos permiten decir que la democracia dominicana se solidifica y que puede hacernos sentir orgullosos de un sistema “maduro” con sus altas y bajas.