La ayuda a Ucrania da un paso adelante en el Senado de EE UU

La ayuda a Ucrania da un paso adelante en el Senado de EE UU

La esperanza de que Estados Unidos acabe renovando su ayuda a Ucrania sigue viva. Este jueves, el Senado de EE UU ha aprobado someter a votación una partida de 95.000 millones de dólares que se destinará a Kiev, a Israel y a Taiwán, un día después de haber tumbado un proyecto de ley que combinaba esos fondos con una reforma migratoria.

La medida necesitaba el respaldo de al menos 60 de los 100 escaños en el Senado para llegar a debatirse en el pleno y decidir su aprobación o no. Recibió el apoyo de 67 senadores, por 32 que se pronunciaron en contra.

Ahora el pleno del Senado debe debatir la medida y someterla a votación para aprobarla. Aunque el resultado final se desconoce, el respaldo obtenido en esta votación preliminar indica que la partida tiene posibilidades reales de salir adelante en la Cámara Alta. De ser así, pasará a la Cámara de Representantes, que deberá decidir a su vez si la aprueba o no. Su futuro allí es incierto: no está claro si el presidente de la Cámara, el republicano Mike Johnson, aceptará presentarla a trámite.

Con todo, la votación de este jueves representa un giro de 180 grados con respecto a la situación con la que había comenzado la semana, en la que los fondos para Ucrania parecían condenados a quedar para siempre en el limbo legislativo.

El presidente de EE UU, Joe Biden, había presentado el pasado octubre al Congreso una solicitud de fondos suplementarios para asistir a Ucrania contra la invasión rusa, con una dotación de 61.000 millones de dólares; a Israel, en la guerra en Gaza (14.000 millones de dólares), y a Taiwán para reforzar sus defensas ante el hostigamiento de China. La medida también contenía fondos para contratar a más personal en la Patrulla Fronteriza y para tramitar los casos de los inmigrantes que entran de modo irregular desde México.

Pero la oposición republicana había ido endureciendo sus posiciones a lo largo del último año contra la ayuda a Ucrania, al considerar que Estados Unidos, que ya aportado más de 75.000 millones de dólares en asistencia militar, ya ha contribuido de manera suficiente, y que no está lo bastante claro a dónde va a parar ese dinero. Varios legisladores de ese grupo político alegaban que antes de dar el sí a esos fondos había que aprobar una reforma migratoria que endureciera el control de la frontera, en momentos en los que los cruces irregulares han batido récords.

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Trump, en contra

Un grupo de senadores de los dos partidos abrió negociaciones para redactar un proyecto de ley que combinara ambas cosas. Las conversaciones, a punto de romperse en varias ocasiones, se prolongaron cuatro meses. Finalmente, el domingo pasado llegaba la fumata blanca: había acuerdo, y se daba a conocer el texto, en el que había trabajado incluso el líder de la minoría republicana, Mitch McConnell. El visto bueno del republicano de más peso en el Senado representaba una garantía de votos suficientes. O eso parecía. Días antes, el expresidente Donald Trump, previsible candidato del partido en las elecciones de noviembre, se había declarado en contra de lo que calificó de proyecto de ley “horrible”.

El mismo lunes, una reunión del grupo republicano en el Senado dejaba claro que la gran mayoría de sus 49 miembros se alineaba con Trump, que quiere hacer de los problemas de la inmigración el tema clave de su campaña. De repente, las medidas migratorias que habían reclamado estos legisladores y que se contenían en el proyecto de ley no eran, según ellos, lo bastante rigurosas. No había suficientes votos para sacar adelante la medida, pese a las protestas de los demócratas. El propio Biden lanzaba un llamamiento de última hora el martes para votarla, y pedía a los republicanos que “demostraran narices” frente al expresidente. El miércoles, el proyecto de ley quedó tumbado definitivamente, al no alcanzar los 60 votos necesarios para llegar al pleno. Solo cuatro legisladores republicanos se unieron a los demócratas para votar “sí”.

Tras la debacle, el líder de la mayoría demócrata, Charles Schumer, anunciaba un plan b para rescatar la ayuda a Ucrania, que Washington considera imprescindible para contener a Rusia y una cuestión de seguridad nacional. La partida de asistencia internacional se presentaría en solitario, sin medidas migratorias. Exactamente lo que había pedido Biden cuatro meses atrás.

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