Nuevo encuentro del Movimiento Interiorista del Ateneo Insular
Como quien mira la noche y se esconde al ser testigo de la grandeza de la luz, sin conocer aún un solo vocablo, escribo esta crónica, pues las palabras en este encuentro literario del Movimiento Interiorista del Ateneo Insular estuvieron representando verdaderamente la Luz, a decir verdad, normalmente ocurre.
Pero este día fue más especial porque nos recordó que un día no diremos presente y solo los demás dirán Lo recuerdo, como ahora decimos todos del poeta interiorista fray Pablo de Jesús, quien partió a la esfera celestial hace poco y el Ateneo Insular rindió tributo póstumo a su presencia.
Pero ya el Ateneo Insular lo exaltó en este espacio de la vida: fue en el mes de noviembre del año 2018, en Jarabacoa; aquella actividad fue la primera que don Bruno Rosario Candelier me asignó reseñar. Aún frágil, mi primera crónica recogió la escritura de este poeta y maestro espiritual.
Y fue muy conmovedor para mí ver cuánta devoción le expresaba este ser humano al maestro del Interiorismo. Recuerdo que cuando don Bruno le pidió que leyera uno de sus poemas, se llenó de asombro, pues su exposición se trataba de san Juan de la Cruz y no de él.
Fue maravilloso para mí también ver la reciprocidad de la devoción: la delicada valoración que el maestro da a las creaciones de sus discípulos. Ya en la despedida, capturé con mi cámara los abrazos de ambos místicos, yo también llena de rubor.
En este encuentro del Ateneo Insular del 27 de enero de 2024, celebrado en el Centro de Espiritualidad San Juan de la Cruz, en Las Lajas de El Caimito, La Vega, una de las sesiones fue dedicada al eminente fray Pablo de Jesús, y he aquí la reseña general de dicha actividad.
Ponencias en honor de fray Pablo de Jesús
Don Bruno Rosario Candelier consignó que «fray Pablo de Jesús (Paul Dupuis, 1942-2023) nació en Massachusetts, Estados Unidos de América», y que «estudió en Assumption Preparatory School y Assumption College, Worcester, Massachusetts».
Expuso que «cursó una maestría en literatura francesa contemporánea en la Sorbona, París»: «Enseñó francés en escuelas secundarias de EE. UU. […]. Fue profesor de Teología y Espiritualidad de la Universidad de Harvard, donde se doctoró en Filosofía y Letras.
Trabajó como monje durante 16 años en la República Dominicana, 2 años, en Puerto Rico, 4 años en Italia, y un año en la Antillas Francesas. Cambió de comunidad en 2008 y fue obispo en el Monasterio Sainte-Présence en Saint-Dolay, Francia. Era miembro del Ateneo Insular y seguidor del ideario estético del Interiorismo».
«Escribió poemas y comentarios bíblicos. Cultivó la vida monástica, poética y contemplativa. Vivió místicamente el mundo fincado en el estudio, el amor y la sabiduría».
Ponderó que, «como buen contemplador de la naturaleza, fray Pablo crea una imagen visionaria con cautivante aliento luminoso: «Garzas en vuelo centellean / frente al joven Ramakrishna«.
Ante el esplendor de lo creado, sus sentidos se alucinan, y en una vivencia que parece traspasar la percepción sensorial de lo viviente procura «sentir en el espíritu«, y expresa con júbilo amoroso lo que le atrae y apasiona.
Recrea lo que conmueve el hondón de su alma tras el rapto que la envuelve, según lo expresa en el poema «Primer éxtasis»:
«Suspensos los sentidos, / ve la nívea majestad de los dos mundos: / cimas disueltas en ríos purificantes / que avanzan entonando su nostalgia del mar; / soles blancos y ocultos de espíritus allende el tiempo, / devanadas las alas en ondas medidas / que tocan de un confín al otro, / y eterno, confín«».
Por su parte, el teólogo Luis Quezada manifestó en su ponencia que fray Pablo de Jesús fue «un hombre que expresó su vida interior a través de la teopoética».
Dijo que, como «ha cruzado recientemente a la otra orilla, ya no necesita hacer uso del mito, la metafísica y la mística: está sumergido en el Misterio («esa dimensión profunda de sentido de todo lo existente que Bruno Rosario Candelier nos ha acostumbrado a acercarnos a través de esas tres vías»):
«Mientras estuvo de este lado de la orilla, fue un místico que se expresó desde la poesía a través del mito. Su poesía, como han dicho algunos, es un reflejo de su vida interior. Por tanto, hay que fijarse primero en su vida para acercarse apropiadamente a su poesía, a su teopoética».
Agregó que fray Pablo de Jesús fue «un místico, por encima de todo».
Citando al poeta místico interiorista y sacerdote Fausto Leonardo Henríquez, explicó que el poeta fray Pablo de Jesús «acude al mito, fuente de la cual extrae la sustancia del misterio para aleccionarnos con la belleza que dimanan de los mismos.
Más aún, los mitos —este es su aporte interiorista— nos remiten al sentido original de la trascendencia, al mundo de la divinidad, al mundo de los dioses (Antología mayor Movimiento Interiorista, antólogo: Fausto Leonardo Henríquez, pág. 143)».
Quezada Pérez compartió «una selección de su producción poética que justifica que en fray Pablo de Jesús la mística se expresa a través del mito».
Uno de los poemas, «El ser resplandeciente», dice: «Apolo, de tu sol, siento irradiar su brillo, / y desde que dejaste en mis manos tu lira, / tu música en mí vibra cuando suspiro / por el Amante fie del ser resplandeciente».
Y en «Máscaras»: «Airadamente, llegaste a mí en mugrientos andrajos / las Ménades te apedrean a ti, ya no los perros, / más mi pecho latiente tus engaños desvela / ningún disfraz te ocultaría ya de mi mirada».
El poeta místico interiorista Leopoldo Minaya también presentó una ponencia en honor de fray Pablo de Jesús: «Revelación divina en la lírica de fray Pablo de Jesús», al término de la cual don Bruno Rosario Candelier, lleno de inspiración, le confesó: «Me inclino reverente ante tu sabiduría».
Una porción de esta ponencia, dice: «Probablemente encarne La rosa interior, del poeta Fray Pablo de Jesús, el más hermoso poemario que pudiera desprenderse del fogaje místico contemporáneo.
El libro —breve, como corresponde a lo sublime— excita en la intimidad los impulsos espirituales que propician la sustanciación de un misterio inabarcable.
Heredera de la depurada mística sufí, pero abiertos sus pétalos a una espiritualidad ecuménica y transformadora, La rosa interior inquiere y escudriña, examina y rastrea las trazas del arbitrio divino en la enjundia de la Verdad infinita».
«Conteste con la tradición orientalista,aguarda el retorno del ser a la fuente primigenia, enfatizando deseos de unidad, mismidad, integración y reintegración con el Uno, el Único, el Amado, el Hermoso.
Esta aspiración encuentra su equivalencia cristiana en la declaración de aqueste Pablo por antonomasia, expresada en el capítulo segundo, verso 20, de la renombrada Epístola a los gálatas:
«Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas Cristo vive en mí; y lo que ahora vivo en la carne lo vivo en la fe del hijo de Dios, el cual me amó y se entregó por mí».
El poemario de Fray Pablo de Jesús presupone un constante e intenso ejercicio interior que explora su propio espíritu, el omnisciente aliento del cosmos, el efluvio de la causa primera y el atributo (tanto sígnico como simbólico) del acto de indagar.
El poeta, al tiempo que habla a Dios, lo ausculta. La rosa interior es el ser, la búsqueda espiritual del ser y, al propio tiempo, lo buscado».
Ponencias sobre «Las experiencias de la conciencia»
En primer lugar, expongo sobre la ponencia de don Bruno Rosario Candelier, quien, en sentido general, consignó que «son variadas y significativas las expresiones interiores de la conciencia», pues «no es lo mismo una patología de la mente, propia de una conciencia expandida, que una creación de la inteligencia, signo de un talento intuitivo».
«Las alteraciones de la conciencia se manifiestan en señales neuronales con somatizaciones físicas y sicológicas; en cambio, las expresiones creadoras de la conciencia son manifestaciones de la intuición, la inspiración o la revelación».
Agregó que, «igualmente, la obra de contemplativos, iluminados, santos profetas y místicos procede de una conciencia sutil que percibe determinadas manifestaciones de las irradiaciones estelares del universo».
«Desde luego —apuntó—, hay diferencias entre las modalidades creadoras de la conciencia intelectual y las modalidades patológicas de la mente perturbada, porque hay experiencias ordinarias y experiencias extraordinarias de la conciencia»:
«Mediante la experiencia ordinaria tenemos un contacto con la realidad en nuestra vida ordinaria; en cambio, una experiencia extraordinaria implica señales de fenómenos suprasensibles, de los cuales a menudo no tenemos dominio».
«Es oportuno consignar —indicó— que hay experiencias de la vida ordinaria, comunes y corrientes, y experiencias extraordinarias de la trascendencia. Los estados de conciencia son variados y diferentes, y reflejan condiciones peculiares de quien lo refleja.
En tal sentido, las experiencias de la conciencia difieren de las experiencias del inconsciente colectivo. La referencia del inconsciente colectivo alude a una sabiduría espiritual proveniente del Numen cósmico, diferente del saber derivado de la observación de la realidad.
Por eso hay experiencias de la intuición, de la inspiración y de la revelación, concitadas, respectivamente, por la realidad sensorial, la realidad suprasensible y las irradiaciones estelares de los mundos sutiles».
«Las revelaciones trascendentes las reciben personas agraciadas con la sabiduría sagrada del Nous de lo Alto». Todos los ejemplos que presentó Rosario Candelier en este «bello y profundo ensayo» —en palabras de Leopoldo Minaya—, fueron de las creaciones poéticas de sus discípulos de diversos países del mundo.
Dentro de esas experiencias mencionadas describió las experiencias cósmica, estética, iluminada, síquica, cardinal, creadora, erótica, intelectual, mágica, religiosa, trascendente y mística.
La poeta interiorista Elidenia Velásquez, quien además es neurología, presentó una ponencia titulada: «Neurología de la conciencia». Explicó que «se considera que la conciencia es un estado fisiológico del sistema nervioso, cuyas operaciones están regidas por operaciones neuronales que permiten la aparición de conductas complejas y conscientes.
Podría decirse que es la cumbre de la evolución de los humanos, debido a que es un fenómeno tan peculiar, que, hasta ahora, carece de una explicación dinámica y lógica, por lo que se argumenta que es algo subjetivo, y accesible solo a quien lo experimenta y, por tanto, es no observable.
El cerebro es el asiento de la conciencia; no obstante, no hay un lugar del mismo donde se crea que claramente está localizada. Científicamente es un proceso difícil de establecer; sin embargo, no se cree que se trate de un fenómeno misterioso o milagroso, sino que, a la larga, posiblemente se encontrará una explicación neuronal».
Expuso que, «hasta la fecha, los estudios realizados han considerado que la conciencia es un proceso mental, es decir neuronal, mediante el cual nos percatamos del yo y de su entorno en el dominio del tiempo y del espacio»:
«Tener conciencia es la experiencia más familiar y directa que tenemos los humanos, pero a la vez se considera un misterio por ser individual, es decir privada y personal. La misma puede ser farmacológicamente modificable o alterada. Desaparece durante el sueño, pero reaparece en las ensoñaciones; puede enfermarse, tanto por enfermedades mentales como cerebrales».
Apuntó que «para que se produzca la conciencia se necesita de la integridad de múltiples circuitos neuronales, entre ellos, los del tronco encefálico como el SARA o sistema reticular activador ascendente, y los de las vías talamocorticales; y lógico, que se produzcan de forma adecuada las sinapsis o interconexiones».
«También depende de la integridad de la corteza prefrontal que juntamente con el hipotálamo es asiento de las emociones, y, por consiguiente, con el sentimiento que genere esa emoción.
Emociones, sentimientos, pensamientos, integridad de los órganos de los sentidos, memoria en sus diferentes vertientes y el estado de vigilia o alerta son factores necesarios para que, entre otras cosas, se genere la conciencia, esa máquina reproductora constante de nuestros pensamientos, sentimientos y emociones».
El poeta interiorista Miguel Ángel Durán, médico de profesión, leyó su ponencia «Conciencia cósmica y los estados alterados de conciencia». Desde su auscultación particular, el ensayista hizo la pregunta en uno de los tramos de su discurso:
«¿Cómo la materia se convierte en imaginación?». Y explicó: «Cuando dirijo la mirada hacia el cielo, veo la cúpula celeste aplanada y el brillante disco del sol y centenares de cosas visibles bajo él. ¿Cuáles son los pasos que hacen que esto sea posible?
Un rayo de luz procedente del sol penetra en el ojo y enfoca una imagen en la retina, con lo que provoca un cambio, que a su vez viaja hasta la capa de nervios del cerebro».
«La cadena entera de eventos, desde el sol hasta el cerebro, es física: cada uno de los pasos es una reacción eléctrica. Pero entonces se produce un cambio completamente distinto a los que le precedieron y completamente inexplicable e inesperado: ante la mente se presenta una escena visual.
Veo la cúpula celeste, y el sol en ella, y centenares de otras cosas visuales. Percibo, en fin, una imagen del mundo que me rodea».
Entre los muchos conceptos, manifestó que, «en términos generales, un estado alterado de conciencia puede definirse como un «estado mental que puede ser reconocido subjetivamente por un individuo (o por un observador objetivo del individuo) como diferente, en funciones psicológicas, del estado ´normal´» del individuo, del estado alerta y de vigilia.
Alrededor de una veintena de estados de conciencia han sido identificados como dignos de estudio más profundo […]».
Expuso que «de la conciencia individual saludable, la mente humana puede proyectarse hacia la conciencia cósmica»: «Estamos convencidos que la evolución humana no ha terminado, surgirán de tiempo en tiempo nuevas facultades mentales, como sucedió en el pasado.
Este nuevo sentido o realidad o estado no aparece al azar. Para su aparición resulta necesario que exista una extraordinaria personalidad humana que prevea las condiciones necesarias para su nacimiento.
Ciertamente en algunos casos, y probablemente en todos, la persona tiene un físico excepcional: belleza excepcional de complexión, rasgos excepcionalmente gallardos, salud excepcional, dulzura de temperamento excepcional, excepcional magnetismo».
No voy a terminar sin antes consignar que, como en todas las reuniones del Interiorismo, hubo lecturas de creaciones poéticas: Andrés Ulloa, Elidenia Velásquez, Leopoldo Minaya, Miguelina Medina, Giselle de Peña, Edli Acevedo Fernández, Marino Berigüete, Rosberisa Berroa, Yolanda de Jesús, leyeron sus poemas.
Rita Díaz Blanco leyó una fábula titulada «La garza y el montículo de paja». Participaron, además, en este encuentro literario la señora de Berigüete, Sandra Berroa, William Acevedo Fernández, Rafael Hernández Figueroa, Miguel Ángel Lugo, Ramón Cordero, Mercedes Morales y su hijo Esteban, Víctor Escarramán y Marielena de Escarramán, entre otros.