El Mes de la Patria

Un acontecimiento cardinal acerca de nuestra génesis nacional se conmemora en febrero, el Mes de la Patria: la proclamación del Estado nacional, libre e independiente como lo preconizó Juan Pablo Duarte.

El Estado, como institución política y forma de gobierno, surgió a mediados del siglo XVII como consecuencia de la fragmentación de antiguos imperios europeos cuya existencia databa de tiempos remotos. El desafío protestante al Sacro Imperio Romano y Germánico dio lugar a la llamada Guerra de los Treinta Años (1618-1648), que enfrentó a la mayoría de los pueblos europeos y culminó con el Tratado o Paz de Westfalia, propiciando un nuevo orden mundial en el que Inglaterra, Francia, España, los Países Bajos y Suecia se constituyeron en los primeros Estados europeos situados en la periferia del imperio romano occidental.

El Estado moderno es una unidad política de tamaño grande o pequeño, que ocupa un territorio determinado con fronteras formales, delimitadas y respetadas por otras unidades políticas. Se caracteriza porque disfruta de gobierno propio, de soberanía política, de instituciones administrativas centralizadas y jerarquizadas. Asimismo, ejerce una autoridad suprema sobre determinada población, la cual se rige por una Constitución y por leyes adjetivas.

El Estado nacional puede ser monárquico o republicano, dictatorial o democrático. Una de sus características fundamentales, desde su origen, ha sido la existencia de una «nación» cohesionada «por medio de la represión, la coerción, los símbolos y la escuela obligatoria». Así, con el fin de garantizar su permanencia como unidad política autónoma y soberana, el Estado ha devenido en la expresión política de una nación unificada por similares características étnicas, lingüísticas, religiosas, culturales e históricas.

En el caso particular de la isla de Santo Domingo, es sabido que, en la parte occidental que había quedado despoblada a raíz de las devastaciones de Osorio en 1605, se desarrolló una comunidad afro-francesa como resultado de la mezcla de esclavos africanos con colonos europeos, que fue sometida por Francia a un despiadado régimen colonial y esclavista. Andando el tiempo los esclavos se sublevaron contra la metrópolis y, tras una cruenta guerra de liberación, lograron su independencia en 1804 y proclamaron un Estado-nación independiente con el nombre aborigen de Haití.

En cambio, en la parte oriental de la isla, desde los albores del siglo XVI, entre españoles, indios y africanos se produjo una consubstanciación racial y cultural cuyos descendientes, los mestizos o criollos, fueron quienes estructuraron una comunidad afro-hispánica conocida como pueblo dominicano. A los integrantes de esa comunidad hispano-aborigen-africana, por ser oriundos de Santo Domingo, se les conoció con el gentilicio de dominicanos.

Al cabo del tiempo, el colectivo dominicano adquirió conciencia de que constituía lo que Otto Bauer llamó una comunidad destino definida, con identidad propia y con el mismo derecho de otros pueblos para vivir en libertad. Al amparo de esos principios, el 27 de febrero de 1844 el pueblo dominicano proclamó su independencia y creó un Estado nacional con el nombre de República Dominicana.

Historiador y ensayista. Especialista en historia dominicana.  

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