“Nos tratan como un saco de dinero”: una oscura red cobra miles de dólares a los gazatíes que huyen a Egipto
Cuando empezaron a publicarse los primeros listados de ciudadanos egipcios autorizados a abandonar Gaza en el marco de las operaciones de evacuación de extranjeros atrapados en la Franja con el inicio de la ofensiva militar de Israel, algunas personas se dieron cuenta de que algo no cuadraba. Un joven gazatí, que habló con EL PAÍS bajo la condición de anonimato por motivos de seguridad, explica que encontró, en medio de las listas, los nombres de miembros de familias adineradas de Gaza que no tenían más nacionalidad que la palestina, un grupo de ciudadanos que en teoría no tenían derecho a salir.
En su entorno, pronto pasó a ser un secreto a voces que, pese a la política oficial egipcia de mantener la frontera cerrada a los gazatíes –para evitar ser partícipes de una limpieza étnica de la Franja–, había una forma de eludir el veto. “Conocíamos [a aquellas familias] bien, así que nos preguntamos cómo habían salido. Y descubrimos que la frontera estaba abierta para quien tuviera dinero”, cuenta el joven, que entonces estaba en Rafah, en el sur de la Franja junto a la frontera egipcia, después de haber huido de Ciudad de Gaza junto a su familia tras las órdenes de expulsión del ejército israelí.
El problema no fue que para salir le pidieran dinero. Sino que le pedían mucho dinero: 10.000 dólares. Aun así, su familia al completo, después de meditar sus opciones, decidió que lo mejor sería utilizar sus ahorros para que al menos él saliera de Gaza e intentara ayudarles desde fuera. La alternativa era quedarse todos en la Franja, sin perspectivas de futuro y con su dinero evaporándose rápidamente por los elevados precios en el enclave. Fue entonces cuando él acudió a una fría oficina donde tomaron su nombre y recogieron el dinero. Solo 48 horas después, por la noche, el joven recibió una llamada en la que se le emplazaba a presentarse en el paso fronterizo de Rafah a las seis de la mañana.
Una vez en el lado egipcio del cruce, el gazatí asegura que haber desembolsado tanto dinero no le evitó ser minuciosamente investigado por las autoridades locales, ni las horas de espera. Tampoco tener que pagar por todo: el visado, el formulario de salida, el equipaje, el transporte. “Te garantiza ser la excepción”, apunta, pero “este dinero solo lo pagas para pasar”, agrega el joven, que finalmente logró abandonar Gaza y ahora se encuentra en un país asiático. “Nos tratan como un saco de dinero”, lamenta.
Como él, los ciudadanos palestinos de Gaza que quieren salir del enclave se ven obligados a pagar a una opaca red de intermediarios entre 4.500 y 11.000 dólares (que equivalen a entre 4.150 y 10.150 euros) para conseguir un permiso para entrar en Egipto, según tres testimonios consultados por este diario. Para costear este proceso, muchos gazatíes se embarcan en numerosas campañas de micromecenazgo a través de internet. EL PAÍS pudo comprobar la existencia de más de 100 operaciones de este tipo. En la mayoría de casos, las cantidades solicitadas oscilan entre los 7.000 y 10.000 dólares, mientras que para los niños las sumas pueden fluctuar entre los 1.000 y los 3.000 dólares.
Acusaciones de sobornos
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Los entresijos del proceso y la manera en la que los intermediarios en Gaza consiguen que quienes pagan puedan cruzar la frontera no es clara. Pero una investigación conjunta del medio egipcio Saheeh Masr y la red global de periodistas de investigación del Proyecto de Denuncia de la Corrupción y el Crimen Organizado (OCCRP, por sus siglas en inglés), basada en más de una docena de entrevistas, muestra que la capacidad de obtener rápidamente el visto bueno de los servicios de seguridad egipcios que controlan la frontera da lugar a acusaciones de que un sistema de sobornos está engrasando el mecanismo.
El presidente del Servicio de Información del Estado de Egipto, Diaa Rashwan, que actúa como portavoz oficial, calificó las informaciones sobre el cobro de tasas a viajeros en el paso de Rafah de “falsas acusaciones” en un comunicado emitido a finales de enero. Y pidió a los ciudadanos palestinos que informen a las autoridades egipcias presentes en el cruce fronterizo de cualquier intento o solicitud de cobro de tasas ilegales.
Pero esta opaca red de intermediarios y agentes de viaje con presencia en Egipto y Gaza lleva años activa, según medios de comunicación y grupos de derechos humanos. Cuando corren tiempos de calma, aceleran el permiso de entrada de ciudadanos gazatíes a Egipto. Y en periodos de tensión, durante los que la frontera puede permanecer cerrada, lo hacen posible. Entre finales de 2014 y mediados de 2018, el cruce de Rafah estuvo cerrado casi todos los días, según muestran los datos del paso, debido a las operaciones antiterroristas de Egipto en el turbulento norte del Sinaí. Desde entonces se abrió de forma constante. Sin embargo, en 2016 la cadena catarí Al Jazeera ya documentó pagos a intermediarios de hasta 10.000 dólares por parte de palestinos de Gaza que querían abandonar la Franja.
Según un informe de la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) de 2018, la salida de personas por Rafah es “confusa y opaca” por la existencia de dos procedimientos. Por un lado, el proceso electrónico oficial, gestionado a través del Ministerio del Interior de la Franja. Y por el otro, un listado coordinado por las autoridades egipcias. El informe alertaba del pago de sobornos en Gaza y Egipto para garantizar los viajes y una respuesta más rápida en los casos que se tramitaban por la segunda vía.
“En 2022 publicamos un informe con motivo de los 15 años del bloqueo de Gaza, y las dificultades para salir fue una de las cosas que documentamos. Las autoridades israelíes tienen mucha responsabilidad, pero también las egipcias, porque controlan la frontera de Rafah”, considera Ahmed Benchemsi, director de comunicaciones para Oriente Próximo y el Norte de África de Human Rights Watch (HRW). “De los testimonios que recogimos oímos que algunas autoridades egipcias pedían dinero a los palestinos que querían cruzar. Básicamente, les extorsionaban”, asegura.
Otro gazatí, que todavía se encuentra en la Franja y que está intentando conseguir el dinero para abandonar el enclave, afirma que, aunque tiene hermanos con trastornos cerebrales, la cantidad que le piden los intermediarios es igualmente de 10.000 dólares por cabeza. “No recibimos ninguna ayuda y necesitamos esta coordinación para cruzar Rafah y poder entrar en Egipto, pero es muy caro y difícil”, explica, también reclamando el anonimato.
“Coordinación” es como se denomina localmente al papel de los intermediarios que hacen posible el cruce de palestinos por el paso de Rafah a través del listado que no es oficial. El intermediario más prominente, según los testimonios que han hablado con este diario y otras investigaciones, es una agencia de viajes egipcia llamada Hala, que según sus publicaciones en Facebook cuenta con varios agentes en Gaza y abre periódicamente el registro para que ciudadanos egipcios en la Franja puedan iniciar el trámite para viajar.
La empresa es propiedad de Ibrahim al Ergany, un hombre de negocios próximo a las más altas esferas del Estado egipcio y fundador de una federación de familias y tribus del norte del Sinaí que desde 2017 colabora con el ejército y las fuerzas de seguridad de Egipto en su lucha antiterrorista en la zona, según el medio independiente egipcio Mada Masr. Una de sus compañías, Beni Sinai, fue una de las principales beneficiadas de los planes de reconstrucción de Gaza tras la ofensiva de Israel de 2021. Y la dirección de Hala en El Cairo es la misma que la sede central de Beni Sinai, según muestra su perfil de LinkedIn.
El tercer testimonio recogido por este diario, ofrecido por un hombre que se encuentra en Europa tratando de sacar a su esposa de Gaza, señala que existen otros intermediarios que cobran menos que Hala y pueden rebajar el precio hasta los 5.000 dólares. Pero esta vía ofrece pocas garantías. “Hay personas que hacen la coordinación más barata, pero a lo mejor te están tendiendo una trampa, a lo mejor es mentira, o a lo mejor te asignan un encargo”, explica sin detallar. “Si tuviera 5.000 dólares ya habría pagado, pero todavía no tengo esa cantidad”, señala.
Una vez cruzado el paso de Rafah, el primer testimonio asegura que el trato que reciben de las autoridades egipcias es generalmente nefasto. Pero asegura que la alternativa es peor. “Es muy cansado. Yo he sobrevivido a seis guerras. [Cuando salí] estaba decepcionado, solo pensaba en que perdí mi universidad, perdí a mis amigos, mi trabajo, mi carrera, mi futuro. Me dirigía hacia la nada”, desliza. “Pero la nada era mejor que morir en la guerra, soy un superviviente de un genocidio, y cualquier cosa es mejor que quedarse allí”.
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